Huelga en Amazon en EEUU: los precarios y esenciales se levantan en nombre de toda la clase trabajadora

El jueves 19 de diciembre, los repartidores y trabajadores de los almacenes de Amazon en varios centros de distribución de todo el país comenzaron a abandonar sus puestos de trabajo, en medio del aumento de los pedidos por las compras navideñas, para protestar por los bajos salarios, las pésimas condiciones de trabajo y la continua negativa del gigante del comercio electrónico a reconocer o negociar con los más de 10.000 trabajadores que han formado sindicatos locales de Amazon desde 2022.

En la ciudad de Nueva York, dos almacenes se han unido a la huelga, liderada por el sindicato Hermandad Internacional de Camioneros (IBT) para obligar a la empresa a sentarse a la mesa de negociaciones.

El jueves por la mañana temprano, cientos de conductores del almacén de Amazon en Maspeth, Queens, salieron a la calle y se unieron a sus compañeros de trabajo, conductores de la empresa UPS y otros sectores solidarios que se habían acercado a la linea de piquetes.
Apenas comenzó la acción la Policía intentó disolver los piquetes rápidamente con empujones, gritos y detenciones, para garantizar que la empresa pueda sacar los vehículos de reparto de paquetes en medio de la época de mayor demanda del año. Era evidente que la Policía estaba representando abiertamente los intereses de Amazon sin importar las razones de la huelga ni los motivos de los trabajadores.

El viernes pasado por la noche, decenas de trabajadores de almacén de Amazon, miembros del sindicato Amazon Labour Union (ALU - afiliado desde 2024 al sindicato nacional de camioneros), el primer sindicato de Amazon en los Estados Unidos, abandonaron sus puestos de trabajo en el Centro de Distribución JFK8 en Staten Island para sumarse a la huelga. Los trabajadores del almacén dejaron sus turnos a medianoche y se unieron a los sectores solidarios que llegaron para ayudar a armar los piquetes en medio de la primera gran tormenta de nieve de la temporada.

Esta huelga es la acción más importante del sindicato ALU desde que los trabajadores del almacén JFK8 formaron su sindicato independiente en 2021. Aquella primera victoria contra Amazon fue un bombazo contra la empresa del multimillonario Jeff Bezos que se oyó en todo el mundo, y estas huelgas demuestran que el espíritu de esa lucha sigue vivo. Estos trabajadores —muchos de los cuales son algunos de los más explotados y oprimidos del país, incluidas personas de color e inmigrantes que a menudo viven al borde de la pobreza— se enfrentan a una de las corporaciones más poderosas y despiadadas del planeta. A pesar de estas condiciones, o quizás debido a ella, los sentimientos más expresados ​​en los piquetes no son el miedo, sino la solidaridad, la alegría y la esperanza; la tenacidad y el coraje que estos trabajadores han demostrado en esta huelga son una inspiración para toda la clase trabajadora.

Esta huelga es fundamentalmente una expresión de la frustración de los cientos de miles de trabajadores y repartidores de los almacenes de Amazon, que, como millones de otros trabajadores precarios en todo el país, se vieron obligados a arriesgar sus vidas trabajando durante la pandemia, pero no recibieron nada a cambio, excepto una inflación galopante. Mientras tanto, estos mismos trabajadores siguen recibiendo salarios mínimos por un trabajo agotador para impulsar las ganancias ilimitadas de la segunda corporación más grande del mundo, cuyo fundador, Jeff Bezos, ganó 48.000 millones de dólares a costa de los trabajadores de Amazon en los primeros tres meses de la pandemia

Amazon emplea a más de 800.000 trabajadores en Estados Unidos y, en conjunto, mueven mercancías por valor de más de 600.000 millones de dólares al año y las entregan a más de 161 millones de clientes en todo el país. En otras palabras, estos trabajadores tienen la capacidad colectiva de alterar una parte importante de la economía minorista estadounidense. Más que nada, esta huelga demuestra que, por más oprimidos o explotados que puedan estar los trabajadores, la unidad es poderosa y que, cuando se lucha, se puede ganar.

¿Qué está en juego?

Para los dirigentes del sindicato de camioneros (IBT- conocido como Teamsters), esta huelga tiene que ver en gran medida con el reconocimiento del sindicato y el futuro de la sindicalización en Amazon. Frente a la competencia de Amazon, la IBT (que también representa a cientos de miles de trabajadores de reparto de la empresa de logística UPS) busca ganar nuevos miembros en Amazon para aumentar su base de afiliados y consolidar su influencia entre las dos corporaciones competidoras. En otras palabras, los Teamsters están apostando a que esta huelga puede sentar las bases para una batalla mucho más larga y más grande para organizar a toda la empresa en los Estados Unidos haciendo crecer exponencialmente su base de afiliados. Pero Amazon ha demostrado ser increíblemente hábil en la destrucción de sindicatos, incluso en países europeos como Alemania y Francia, con leyes laborales mucho más favorables a los sindicatos, y cualquier intento de sindicalizar a toda la empresa podría requerir un aumento del activismo de los trabajadores como no se ha visto en los Estados Unidos desde la década de 1930.

Pero esto es sólo una parte de la ecuación, y la huelga actual en Amazon tiene que ver con mucho más que con los Teamsters, el reconocimiento sindical o la obtención de un primer contrato. De hecho, más allá de los intereses de la dirección de IBT, esta huelga es fundamentalmente una expresión de la frustración de los cientos de miles de trabajadores y conductores de los almacenes de Amazon, que, como millones de otros trabajadores precarios en todo el país, se vieron obligados a arriesgar sus vidas trabajando durante la pandemia, pero no recibieron nada a cambio, excepto una inflación galopante. Mientras tanto, estos mismos trabajadores siguen recibiendo salarios mínimos por un trabajo agotador para impulsar las ganancias ilimitadas de la segunda corporación más grande del mundo, cuyo fundador, Jeff Bezos, ganó 48.000 millones de dólares a costa de los trabajadores de Amazon en los primeros tres meses de la pandemia, y malgasta miles de millones en vuelos espaciales innecesarios a ninguna parte y ha donado un millón de dólares a la próxima investidura de Donald Trump, engrasando el engranaje que le permitirá ganar aún más a costa de los trabajadores de Amazon para él y los accionistas de la empresa en el futuro.

En este sentido, la huelga es el resultado lógico de una lucha continua por la sindicalización contra una corporación que trata a sus trabajadores como poco más que mercancías desechables y que ha hecho todo lo posible para socavar sus intentos de organizarse para lograr mejores salarios y condiciones de trabajo. Sin embargo, también es un símbolo de los profundos cambios que se están produciendo en el seno de la clase trabajadora en respuesta al legado de un orden neoliberal en decadencia que ha ampliado enormemente las filas de una fuerza laboral precaria y mal pagada, a menudo dividida en niveles y marcada por una falta general de organización y unidad.

Estas huelgas son también la última de una creciente serie de acciones alto perfil de la lucha de clases que están catalizando lentamente la conciencia de clase y la ira de millones de trabajadores en todo Estados Unidos. Desde la experiencia de la pandemia y el movimiento Black Lives Matter en 2020 y las huelgas masivas que le siguieron, hasta el movimiento contra el genocidio en Gaza, los trabajadores están sacando conclusiones y levantándose en cantidades cada vez mayores para exigir justicia y respeto. Los trabajadores de Amazon son algunos de los trabajadores más explotados y precarios del país y están hartos. Al mismo tiempo, su posición estratégica dentro de la economía (su capacidad para cerrar el flujo de bienes a millones de hogares estadounidenses) significa que también tienen una enorme cantidad de poder sin explotar a su disposición. Esta huelga tiene el potencial de unificar e inspirar a amplios sectores de la clase trabajadora aún no organizada y llevarla a la lucha. Organizar, movilizar, defender y apoyar a estos trabajadores es una tarea que todo el movimiento obrero y toda la clase trabajadora deben asumir.

La pandemia y las causas de la huelga en Amazon

En la actualidad, solo el 6 por ciento de la fuerza laboral del sector privado está sindicalizada en Estados Unidos y la tasa de sindicalización continúa disminuyendo casi todos los años. Mientras tanto, gran parte del resto de la fuerza laboral no sindicalizada está compuesta por trabajadores precarios como los de Amazon, con pocos derechos o beneficios, que trabajan en condiciones terribles y a menudo inseguras. Este grupo enorme, superexplotado y oprimido de trabajadores permaneció en gran medida invisible durante décadas, pero resultó esencial para que la economía capitalista siguiera funcionando mientras millones de personas estaban en cuarentena durante la pandemia. Muchos de ellos pagaron por ello con sus vidas.

Hasta la fecha, todavía no sabemos cuántos trabajadores de Amazon murieron por Covid-19. La empresa se negó a revelar públicamente el número de infecciones hasta más de diez meses después del inicio de la pandemia, cuando finalmente informó que se habían producido unos asombrosos 20.000 casos de infección en sus almacenes. A pesar de ello, Amazon a menudo no informaba a los empleados cuando sus compañeros de trabajo se habían infectado y no proporcionaba el equipo de protección adecuado para contener la propagación de la enfermedad, lo que resultaba en un sinnúmero de infecciones y muertes evitables. George Leigh, era un trabajador de 59 años de un centro de distribución de Amazon en Nueva York. Murió de Covid-19 el 9 de abril después de trabajar sin mascarilla durante más de un mes, según su hermano. Ese mes de mayo, en una entrevista en Face the Nation, el exjefe de operaciones de Amazon, Dave Clark, se negó a responder cuando se le preguntó cuántos trabajadores habían dado positivo en la prueba de Covid-19. Lo que dijo en cambio fue sorprendente: "El número total real de casos no es particularmente útil porque es relativo al tamaño del edificio y luego a la tasa general de infección de la comunidad". Estas personas deberían haber sido acusadas de asesinato.

Pero la pandemia también tuvo un profundo efecto en la forma en que estos trabajadores se veían a sí mismos y su lugar en la sociedad. Abandonados durante mucho tiempo por las políticas neoliberales que los trataban a ellos y a su trabajo como simples mercancías intercambiables, la pandemia les permitió ver más claramente lo importantes que son. Su trabajo, que antes era invisible, tedioso y agotador, pasó a primer plano y se los etiquetó como trabajadores "esenciales", lo que reforzó una creciente conciencia de que eran ellos, no los ejecutivos y directores ejecutivos que trabajaban desde sus casas, quienes realmente hacían funcionar el mundo.

Este nuevo orgullo y sentido de importancia generó expectativas entre toda la clase trabajadora, pero esas expectativas en gran medida no se cumplieron, especialmente para la gran mayoría que no tenía representación sindical. Los trabajadores esenciales no solo se vieron muy afectados por la pandemia, sufriendo la mayoría de las muertes por Covid-19, sino que cuatro años después de haber cargado con la sociedad sobre sus espaldas, todavía luchan por llegar a fin de mes. Se enfrentan a la inseguridad laboral, a salarios bajos, que a menudo ni siquiera han seguido el ritmo de la inflación, a la falta de seguro médico, a la falta de guarderías y al continuo desgaste físico y mental de ser explotados para las ganancias de los muy ricos.

Pero, como las personas que hacen funcionar la sociedad, estos trabajadores precarios también tienen un poder enorme, particularmente en corporaciones como Amazon, que son en sí mismas nodos esenciales en una cadena de suministro mucho más grande que se extiende por todo el mundo.

Amazon y su poder estratégico

Amazon es el mayor gigante del comercio electrónico del mundo y controla un asombroso 37 por ciento del mercado minorista online de Estados Unidos. Detrás de sus crecientes ganancias se esconde una enorme fuerza laboral mundial de más de 1,5 millones de empleados, muchos de los cuales están sujetos a condiciones extenuantes en los almacenes de Amazon, donde se aplican procedimientos de trabajo robóticos y acelerados con una eficiencia despiadada para extraer hasta la última gota de valor de cada empleado, cada minuto de cada día. Estos trabajadores impulsan las operaciones de la empresa, sin que se reconozca apenas su papel crucial en la creación de la enorme riqueza que han acumulado Jeff Bezos y otros accionistas.

La enorme red logística de Amazon y su creciente dominio en la computación en la nube con Amazon Web Services (AWS) han revolucionado la forma en que se compran y venden bienes. Sin embargo, para que todo esto funcione, la empresa necesita de decenas y cientos de miles de trabajadores. Las innovaciones que hacen que Amazon sea tan eficiente, competitiva y rentable serían imposibles sin el trabajo de los trabajadores mal pagados que soportan el peso de las medidas de reducción de costos de la empresa y de todos los que vinieron antes que ellos.

Pero, todos estos adelantos tecnológicos de Amazon, apoyados en millones de trabajos precarios, tienen un punto muy débil. Todo el proceso de "just in time" ("justo a tiempo", toda la cadena de suministro que permite que pasen solo unas horas entre que una persona compra algo desde la plataforma hasta que el producto llega a su casa) en el que se basa el modelo de negocios de Amazon implica que es extremadamente vulnerable a las interrupciones. Esta es una de las razones por las que las iniciativas de organización y sindicalización en Amazon son una lucha tan importante para la clase trabajadora en su conjunto. Ocupan un lugar que se define como una "posición esttratégica" porque como señala el historiador John Womack en Labor Power and Strategy: "Si el trabajo allí se detiene, esto obliga a una amplia disrupción del trabajo en otras partes. Y si la disrupción se produce en una industria "estratégica" para la producción en general, esto obliga a una disrupción en toda la economía, incluso a nivel internacional".

Amazon opera una de las redes de cadena de suministro más complejas y de mayor velocidad del mundo. Una interrupción en cualquier lugar de la cadena de producción, especialmente en grandes centros de distribución regionales como los de la ciudad de Nueva York o Chicago, puede causar demoras en cadena en toda su red. Los trabajadores que se organizan en estas instalaciones pueden ejercer una presión significativa sobre la empresa, aprovechando su dependencia de un flujo ininterrumpido hacia los clientes.

Pero la interrupción de las operaciones de Amazon no afectaría sólo a una empresa. Dadas las vulnerabilidades de la logística justo a tiempo y de las cadenas de suministro globales en todo el país y el mundo, cualquier alteración importante podría alterar mecanismos mucho más amplios de extracción de beneficios. Una organización exitosa en Amazon podría servir entonces como modelo para perturbar a otras corporaciones multinacionales, lo que a su vez podría aumentar drásticamente el poder de fuego de la clase trabajadora en su conjunto. Pero construir ese poder no es un fin en sí mismo. Por el contrario, es sólo el principio.

Pero garantizar que ese poder se utilice en beneficio de toda la clase trabajadora —y no sólo de una minoría de la fuerza laboral sindicalizada— requiere autoorganización e independencia de clase.

La unidad de los trabajadores exige independencia de clase y autoorganización

A pesar de su poder estratégico, estos trabajadores precarios enfrentan enormes divisiones y desafíos para organizarse. En el taller, son continuamente vigilados, controlados, observados y comparados, lo que crea una atmósfera de miedo y ansiedad. Existe la sensación de que podrían ser despedidos en cualquier momento incluso por la más mínima infracción. Al mismo tiempo, a menudo están divididos y los patrones los alientan a competir entre sí. Mientras tanto, fuera de los almacenes, no solo han sido oprimidos y traicionados por las políticas neoliberales y antiinmigrantes de ambos partidos, sino que también han sido abandonados o traicionados en gran medida por las grandes organizaciones sindicales.

Los demócratas, por ejemplo, afirman ser el partido de la clase trabajadora y la gente de color, pero no han hecho nada para revertir la caída de décadas en las tasas de sindicalización, y en cambio sólo ofrecen más austeridad para los pobres y bienestar para los ricos. Tesla, de Elon Musk, ganó miles de millones de dólares en subsidios federales y estatales bajo la administración Biden, cuyas ganancias se utilizaron luego para financiar la agenda derechista de Donald Trump de "eficiencia gubernamental". Mientras tanto, los republicanos han aplicado un programa similar de austeridad con distintos grados de malicia, al tiempo que venden una política cultural que atrae a los trabajadores blancos al convertir a los inmigrantes, la gente de color, las mujeres y las personas trans en chivos expiatorios, culpándolos de los problemas y contradicciones del capitalismo que ellos también sufren. Y, por supuesto, podemos esperar más de este tipo de intolerancia cuando Trump asuma el cargo en enero. Esas políticas, tal como están diseñadas para hacerlo, han sembrado un espíritu de apatía y desesperación entre muchos y han abierto una brecha entre diferentes sectores de la clase trabajadora.

Al mismo tiempo, los sindicatos, que se supone que debe unir a la clase trabajadora, ignoraron durante años a los trabajadores precarios como los de Amazon. Incluso en los casos en que están sindicalizados, como en UPS, a menudo se los trata como miembros sindicales de segunda clase, divididos del resto de la fuerza laboral sindicalizada mediante la creación y continuación de niveles, que los dejan con salarios más bajos y menos beneficios al tiempo que debilitan la solidaridad sindical más amplia. Esto fue evidente en la última lucha por el contrato de UPS , que prometía, pero no logró abordar en absoluto las divisiones entre los trabajadores a tiempo completo y los trabajadores a tiempo parcial y entre los conductores y los trabajadores de los almacenes. Quienes se organizan con la dirección de los Teamsters en Amazon no pueden permitir que esos modelos burocráticos fallidos se repitan en sus sindicatos. Al mismo tiempo, no pueden permitirse estar atados a la política burocrática de la IBT y de líderes como Sean O’Brien, que ha coqueteado con el Partido Republicano llegando a hablar en su convención nacional y que ya está desempeñando el papel de asesor de la administración entrante de Trump .

La huelga es un gran paso adelante, pero no fue una iniciativa de base. La ALU, cuya dirigencia ganó recientemente las elecciones sindicales con una plataforma explícita de democratización del sindicato, tiene el enorme desafío de fortalecer su relación con las bases y presionar para una mayor autoorganización. Pero todos los grupos locales de Amazon, que se han estado organizando durante años, van a enfrentar la presión del aparato nacional de los Teamsters para que sigan su agenda. Estas tensiones solo se pueden superar positivamente empoderando y organizando a la clase trabajadora desde abajo, uniendo a los conductores y trabajadores de los almacenes y tomando la lucha en sus propias manos para decidir cada paso en esta lucha juntos, democráticamente.

Todos los centros de trabajo y sindicatos necesitan organizaciones y cuerpos de trabajadores de base para superar las divisiones que les imponen los patrones. Los trabajadores organizados en asambleas, por ejemplo, pueden ayudar a que más trabajadores, incluidos los temporeros, se involucren en la lucha y les ayuden a construir vínculos más fuertes entre ellos. Organizar asambleas no es fácil, especialmente en almacenes donde la dictadura de los patrones y las máquinas impide a los trabajadores socializar y organizarse. Por eso es esencial buscar formas creativas de autoorganización con el objetivo de que cada vez más trabajadores se conviertan en agentes de la lucha y se involucren no solo en piquetes y manifestaciones, sino en el proceso de toma de decisiones.

Los trabajadores de Amazon que estan llevando adelante esta huelga no están solos. La clase trabajadora es enorme y diversa, y tiene un aliado estratégico en los movimientos estudiantiles y sociales. La izquierda socialista y los miles de organizadores sindicales en todo el país debemos tomar esta lucha en nuestras propias manos y poner nuestra energía en organizar nuestra clase de manera independiente: en asambleas, consejos y comités; la forma de esta organización debe ser dinámica y creativa. Debemos crear espacios para que la base se convierta en sujeto de lucha, toma de decisiones y su propia emancipación. No podemos confiar en el gobierno o sus instituciones, incluida la Junta Nacional de Relaciones Laborales , para representar nuestros intereses o actuar como un árbitro justo con nuestros enemigos de clase. No podemos confiar en los demócratas. Y, sin duda, no podemos confiar en Donald Trump y el Partido Republicano. Nuestro poder reside en nuestra organización colectiva como una clase para sí misma, y ​​debemos usar esa fuerza para defender a los trabajadores de Amazon, cuya lucha nos hace aún más fuertes.

Que los esclavos de la era moderna, los explotados y oprimidos, se levanten de nuevo y se sacudan como el rocío a Jeff Bezos, Elon Musk y todos los políticos que gobiernan para ellos, sean republicanos o demócratas. Que los ultrarricos sientan la ira de la clase trabajadora: negros, blancos y morenos luchando juntos con un solo puño.], parte de la Red Internacional La Izquierda Diario en Estados Unidos.


El jueves 19 de diciembre, los repartidores y trabajadores de los almacenes de Amazon en varios centros de distribución de todo el país comenzaron a abandonar sus puestos de trabajo en medio del aumento de las compras navideñas para protestar por los bajos salarios, las pésimas condiciones de trabajo y la continua negativa del gigante del comercio electrónico a reconocer o negociar con los más de 10.000 trabajadores que han formado sindicatos locales de Amazon desde 2022.

En la ciudad de Nueva York, dos almacenes se han unido a la huelga, liderada por el sindicato Hermandad Internacional de Camioneros (IBT) para obligar a la empresa a sentarse a la mesa de negociaciones.

El jueves por la mañana temprano, cientos de conductores del almacén de Amazon en Maspeth, Queens, salieron a la calle y se unieron a sus compañeros de trabajo, conductores de la empresa UPS y otros sectores solidarios que se habían acercado a la linea de piquetes.
Apenas comenzó la acción la Policía intentó disolver los piquetes rápidamente con empujones, gritos y depenciones, para garantizar que la empresa pueda sacar los vehículos de reparto de paquetes en medio de la época de mayor demanda del año. Era evidente que la Policía estaba representando abiertamente los intereses de Amazon sin importar las razones de la huelga ni los motivos de los trabajadores.

El viernes pasado por la noche, decenas de trabajadores de almacén de Amazon, miembros del sindicato: Amazon Labour Union (ALU - afiliado desde 2024 al sindicato nacional de camioneros), el primer sindicato de Amazon en los Estados Unidos, abandonaron sus puestos de trabajo en el Centro de Distribución JFK8 en Staten Island para sumarse a la huelga. Los trabajadores del almacén dejaron sus turnos a medianoche y se unieron a los sectores solidarios que llegaron para ayudar a armar los piquetes en medio de la primera gran tormenta de nieve de la temporada.

Esta huelga es la acción más importante del sindicato ALU desde que los trabajadores del almacén JFK8 formaron su sindicato independiente en 2021. Aquella primera victoria contra Amazon fue un bombazo contra la empresa del multimillonario Jeff Bezos que se oyó en todo el mundo, y estas huelgas demuestran que el espíritu de esa lucha sigue vivo. Estos trabajadores —muchos de los cuales son algunos de los más explotados y oprimidos del país, incluidas personas de color e inmigrantes que a menudo viven al borde de la pobreza— se enfrentan a una de las corporaciones más poderosas y despiadadas del planeta. A pesar de estas condiciones, o quizás debido a ella, los sentimientos más expresados ​​en los piquetes no son el miedo, sino la solidaridad, la alegría y la esperanza; la tenacidad y el coraje que estos trabajadores han demostrado en esta huelga son una inspiración para toda la clase trabajadora.

Esta huelga es fundamentalmente una expresión de la frustración de los cientos de miles de trabajadores y repartidores de los almacenes de Amazon, que, como millones de otros trabajadores precarios en todo el país, se vieron obligados a arriesgar sus vidas trabajando durante la pandemia, pero no recibieron nada a cambio, excepto una inflación galopante. Mientras tanto, estos mismos trabajadores siguen recibiendo salarios mínimos por un trabajo agotador para impulsar las ganancias ilimitadas de la segunda corporación más grande del mundo, cuyo fundador, Jeff Bezos, ganó 48.000 millones de dólares a costa de los trabajadores de Amazon en los primeros tres meses de la pandemia

Amazon emplea a más de 800.000 trabajadores en Estados Unidos y, en conjunto, mueven mercancías por valor de más de 600.000 millones de dólares al año y las entregan a más de 161 millones de clientes en todo el país. En otras palabras, estos trabajadores tienen la capacidad colectiva de alterar una parte importante de la economía minorista estadounidense. Más que nada, esta huelga demuestra que, por más oprimidos o explotados que puedan estar los trabajadores, la unidad es poderosa y que, cuando se lucha, se puede ganar.

¿Qué está en juego?

Para los dirigentes del sindicato de camioneros (IBT- conocido como Teamsters), esta huelga tiene que ver en gran medida con el reconocimiento del sindicato y el futuro de la sindicalización en Amazon. Frente a la competencia de Amazon, la IBT (que también representa a cientos de miles de trabajadores de reparto de la empresa de logística UPS) busca ganar nuevos miembros en Amazon para aumentar su base de afiliados y consolidar su influencia entre las dos corporaciones competidoras. En otras palabras, los Teamsters están apostando a que esta huelga puede sentar las bases para una batalla mucho más larga y más grande para organizar a toda la empresa en los Estados Unidos haciendo crecer exponencialmente su base de afiliados. Pero Amazon ha demostrado ser increíblemente hábil en la destrucción de sindicatos, incluso en países europeos como Alemania y Francia, con leyes laborales mucho más favorables a los sindicatos, y cualquier intento de sindicalizar a toda la empresa podría requerir un aumento del activismo de los trabajadores como no se ha visto en los Estados Unidos desde la década de 1930.

Pero esto es sólo una parte de la ecuación, y la huelga actual en Amazon tiene que ver con mucho más que con los Teamsters, el reconocimiento sindical o la obtención de un primer contrato. De hecho, más allá de los intereses de la dirección de IBT, esta huelga es fundamentalmente una expresión de la frustración de los cientos de miles de trabajadores y conductores de los almacenes de Amazon, que, como millones de otros trabajadores precarios en todo el país, se vieron obligados a arriesgar sus vidas trabajando durante la pandemia, pero no recibieron nada a cambio, excepto una inflación galopante. Mientras tanto, estos mismos trabajadores siguen recibiendo salarios mínimos por un trabajo agotador para impulsar las ganancias ilimitadas de la segunda corporación más grande del mundo, cuyo fundador, Jeff Bezos, ganó 48.000 millones de dólares a costa de los trabajadores de Amazon en los primeros tres meses de la pandemia, y malgasta miles de millones en vuelos espaciales innecesarios a ninguna parte y ha donado un millón de dólares a la próxima investidura de Donald Trump, engrasando el engranaje que le permitirá ganar aún más a costa de los trabajadores de Amazon para él y los accionistas de la empresa en el futuro.

En este sentido, la huelga es el resultado lógico de una lucha continua por la sindicalización contra una corporación que trata a sus trabajadores como poco más que mercancías desechables y que ha hecho todo lo posible para socavar sus intentos de organizarse para lograr mejores salarios y condiciones de trabajo. Sin embargo, también es un símbolo de los profundos cambios que se están produciendo en el seno de la clase trabajadora en respuesta al legado de un orden neoliberal en decadencia que ha ampliado enormemente las filas de una fuerza laboral precaria y mal pagada, a menudo dividida en niveles y marcada por una falta general de organización y unidad.

Estas huelgas son también la última de una creciente serie de acciones alto perfil de la lucha de clases que están catalizando lentamente la conciencia de clase y la ira de millones de trabajadores en todo Estados Unidos. Desde la experiencia de la pandemia y el movimiento Black Lives Matter en 2020 y las huelgas masivas que le siguieron, hasta el movimiento contra el genocidio en Gaza, los trabajadores están sacando conclusiones y levantándose en cantidades cada vez mayores para exigir justicia y respeto. Los trabajadores de Amazon son algunos de los trabajadores más explotados y precarios del país y están hartos. Al mismo tiempo, su posición estratégica dentro de la economía (su capacidad para cerrar el flujo de bienes a millones de hogares estadounidenses) significa que también tienen una enorme cantidad de poder sin explotar a su disposición. Esta huelga tiene el potencial de unificar e inspirar a amplios sectores de la clase trabajadora aún no organizada y llevarla a la lucha. Organizar, movilizar, defender y apoyar a estos trabajadores es una tarea que todo el movimiento obrero y toda la clase trabajadora deben asumir.

La pandemia y las causas de la huelga en Amazon

En la actualidad, solo el 6 por ciento de la fuerza laboral del sector privado está sindicalizada en Estados Unidos y la tasa de sindicalización continúa disminuyendo casi todos los años. Mientras tanto, gran parte del resto de la fuerza laboral no sindicalizada está compuesta por trabajadores precarios como los de Amazon, con pocos derechos o beneficios, que trabajan en condiciones terribles y a menudo inseguras. Este grupo enorme, superexplotado y oprimido de trabajadores permaneció en gran medida invisible durante décadas, pero resultó esencial para que la economía capitalista siguiera funcionando mientras millones de personas estaban en cuarentena durante la pandemia. Muchos de ellos pagaron por ello con sus vidas.

Hasta la fecha, todavía no sabemos cuántos trabajadores de Amazon murieron por Covid-19. La empresa se negó a revelar públicamente el número de infecciones hasta más de diez meses después del inicio de la pandemia, cuando finalmente informó que se habían producido unos asombrosos 20.000 casos de infección en sus almacenes. A pesar de ello, Amazon a menudo no informaba a los empleados cuando sus compañeros de trabajo se habían infectado y no proporcionaba el equipo de protección adecuado para contener la propagación de la enfermedad, lo que resultaba en un sinnúmero de infecciones y muertes evitables. George Leigh, era un trabajador de 59 años de un centro de distribución de Amazon en Nueva York. Murió de Covid-19 el 9 de abril después de trabajar sin mascarilla durante más de un mes, según su hermano. Ese mes de mayo, en una entrevista en Face the Nation, el exjefe de operaciones de Amazon, Dave Clark, se negó a responder cuando se le preguntó cuántos trabajadores habían dado positivo en la prueba de Covid-19. Lo que dijo en cambio fue sorprendente: "El número total real de casos no es particularmente útil porque es relativo al tamaño del edificio y luego a la tasa general de infección de la comunidad". Estas personas deberían haber sido acusadas de asesinato.

Pero la pandemia también tuvo un profundo efecto en la forma en que estos trabajadores se veían a sí mismos y su lugar en la sociedad. Abandonados durante mucho tiempo por las políticas neoliberales que los trataban a ellos y a su trabajo como simples mercancías intercambiables, la pandemia les permitió ver más claramente lo importantes que son. Su trabajo, que antes era invisible, tedioso y agotador, pasó a primer plano y se los etiquetó como trabajadores "esenciales", lo que reforzó una creciente conciencia de que eran ellos, no los ejecutivos y directores ejecutivos que trabajaban desde sus casas, quienes realmente hacían funcionar el mundo.

Este nuevo orgullo y sentido de importancia generó expectativas entre toda la clase trabajadora, pero esas expectativas en gran medida no se cumplieron, especialmente para la gran mayoría que no tenía representación sindical. Los trabajadores esenciales no solo se vieron muy afectados por la pandemia, sufriendo la mayoría de las muertes por Covid-19, sino que cuatro años después de haber cargado con la sociedad sobre sus espaldas, todavía luchan por llegar a fin de mes. Se enfrentan a la inseguridad laboral, a salarios bajos, que a menudo ni siquiera han seguido el ritmo de la inflación, a la falta de seguro médico, a la falta de guarderías y al continuo desgaste físico y mental de ser explotados para las ganancias de los muy ricos.

Pero, como las personas que hacen funcionar la sociedad, estos trabajadores precarios también tienen un poder enorme, particularmente en corporaciones como Amazon, que son en sí mismas nodos esenciales en una cadena de suministro mucho más grande que se extiende por todo el mundo.

Amazon y su poder estratégico

Amazon es el mayor gigante del comercio electrónico del mundo y controla un asombroso 37 por ciento del mercado minorista online de Estados Unidos. Detrás de sus crecientes ganancias se esconde una enorme fuerza laboral mundial de más de 1,5 millones de empleados, muchos de los cuales están sujetos a condiciones extenuantes en los almacenes de Amazon, donde se aplican procedimientos de trabajo robóticos y acelerados con una eficiencia despiadada para extraer hasta la última gota de valor de cada empleado, cada minuto de cada día. Estos trabajadores impulsan las operaciones de la empresa, sin que se reconozca apenas su papel crucial en la creación de la enorme riqueza que han acumulado Jeff Bezos y otros accionistas.

La enorme red logística de Amazon y su creciente dominio en la computación en la nube con Amazon Web Services (AWS) han revolucionado la forma en que se compran y venden bienes. Sin embargo, para que todo esto funcione, la empresa necesita de decenas y cientos de miles de trabajadores. Las innovaciones que hacen que Amazon sea tan eficiente, competitiva y rentable serían imposibles sin el trabajo de los trabajadores mal pagados que soportan el peso de las medidas de reducción de costos de la empresa y de todos los que vinieron antes que ellos.

Pero, todos estos adelantos tecnológicos de Amazon, apoyados en millones de trabajos precarios, tienen un punto muy débil. Todo el proceso de "just in time" ("justo a tiempo", toda la cadena de suministro que permite que pasen solo unas horas entre que una persona compra algo desde la plataforma hasta que el producto llega a su casa) en el que se basa el modelo de negocios de Amazon implica que es extremadamente vulnerable a las interrupciones. Esta es una de las razones por las que las iniciativas de organización y sindicalización en Amazon son una lucha tan importante para la clase trabajadora en su conjunto. Ocupan un lugar que se define como una "posición esttratégica" porque como señala el historiador John Womack en Labor Power and Strategy: "Si el trabajo allí se detiene, esto obliga a una amplia disrupción del trabajo en otras partes. Y si la disrupción se produce en una industria "estratégica" para la producción en general, esto obliga a una disrupción en toda la economía, incluso a nivel internacional".

Amazon opera una de las redes de cadena de suministro más complejas y de mayor velocidad del mundo. Una interrupción en cualquier lugar de la cadena de producción, especialmente en grandes centros de distribución regionales como los de la ciudad de Nueva York o Chicago, puede causar demoras en cadena en toda su red. Los trabajadores que se organizan en estas instalaciones pueden ejercer una presión significativa sobre la empresa, aprovechando su dependencia de un flujo ininterrumpido hacia los clientes.

Pero la interrupción de las operaciones de Amazon no afectaría sólo a una empresa. Dadas las vulnerabilidades de la logística justo a tiempo y de las cadenas de suministro globales en todo el país y el mundo, cualquier alteración importante podría alterar mecanismos mucho más amplios de extracción de beneficios. Una organización exitosa en Amazon podría servir entonces como modelo para perturbar a otras corporaciones multinacionales, lo que a su vez podría aumentar drásticamente el poder de fuego de la clase trabajadora en su conjunto. Pero construir ese poder no es un fin en sí mismo. Por el contrario, es sólo el principio.

Pero garantizar que ese poder se utilice en beneficio de toda la clase trabajadora —y no sólo de una minoría de la fuerza laboral sindicalizada— requiere autoorganización e independencia de clase.

La unidad de los trabajadores exige independencia de clase y autoorganización

A pesar de su poder estratégico, estos trabajadores precarios enfrentan enormes divisiones y desafíos para organizarse. En el taller, son continuamente vigilados, controlados, observados y comparados, lo que crea una atmósfera de miedo y ansiedad. Existe la sensación de que podrían ser despedidos en cualquier momento incluso por la más mínima infracción. Al mismo tiempo, a menudo están divididos y los patrones los alientan a competir entre sí. Mientras tanto, fuera de los almacenes, no solo han sido oprimidos y traicionados por las políticas neoliberales y antiinmigrantes de ambos partidos, sino que también han sido abandonados o traicionados en gran medida por las grandes organizaciones sindicales.

Los demócratas, por ejemplo, afirman ser el partido de la clase trabajadora y la gente de color, pero no han hecho nada para revertir la caída de décadas en las tasas de sindicalización, y en cambio sólo ofrecen más austeridad para los pobres y bienestar para los ricos. Tesla, de Elon Musk, ganó miles de millones de dólares en subsidios federales y estatales bajo la administración Biden, cuyas ganancias se utilizaron luego para financiar la agenda derechista de Donald Trump de "eficiencia gubernamental". Mientras tanto, los republicanos han aplicado un programa similar de austeridad con distintos grados de malicia, al tiempo que venden una política cultural que atrae a los trabajadores blancos al convertir a los inmigrantes, la gente de color, las mujeres y las personas trans en chivos expiatorios, culpándolos de los problemas y contradicciones del capitalismo que ellos también sufren. Y, por supuesto, podemos esperar más de este tipo de intolerancia cuando Trump asuma el cargo en enero. Esas políticas, tal como están diseñadas para hacerlo, han sembrado un espíritu de apatía y desesperación entre muchos y han abierto una brecha entre diferentes sectores de la clase trabajadora.

Al mismo tiempo, los sindicatos, que se supone que debe unir a la clase trabajadora, ignoraron durante años a los trabajadores precarios como los de Amazon. Incluso en los casos en que están sindicalizados, como en UPS, a menudo se los trata como miembros sindicales de segunda clase, divididos del resto de la fuerza laboral sindicalizada mediante la creación y continuación de niveles, que los dejan con salarios más bajos y menos beneficios al tiempo que debilitan la solidaridad sindical más amplia. Esto fue evidente en la última lucha por el contrato de UPS , que prometía, pero no logró abordar en absoluto las divisiones entre los trabajadores a tiempo completo y los trabajadores a tiempo parcial y entre los conductores y los trabajadores de los almacenes. Quienes se organizan con la dirección de los Teamsters en Amazon no pueden permitir que esos modelos burocráticos fallidos se repitan en sus sindicatos. Al mismo tiempo, no pueden permitirse estar atados a la política burocrática de la IBT y de líderes como Sean O’Brien, que ha coqueteado con el Partido Republicano llegando a hablar en su convención nacional y que ya está desempeñando el papel de asesor de la administración entrante de Trump .

La huelga es un gran paso adelante, pero no fue una iniciativa de base. La ALU, cuya dirigencia ganó recientemente las elecciones sindicales con una plataforma explícita de democratización del sindicato, tiene el enorme desafío de fortalecer su relación con las bases y presionar para una mayor autoorganización. Pero todos los grupos locales de Amazon, que se han estado organizando durante años, van a enfrentar la presión del aparato nacional de los Teamsters para que sigan su agenda. Estas tensiones solo se pueden superar positivamente empoderando y organizando a la clase trabajadora desde abajo, uniendo a los conductores y trabajadores de los almacenes y tomando la lucha en sus propias manos para decidir cada paso en esta lucha juntos, democráticamente.

Todos los centros de trabajo y sindicatos necesitan organizaciones y cuerpos de trabajadores de base para superar las divisiones que les imponen los patrones. Los trabajadores organizados en asambleas, por ejemplo, pueden ayudar a que más trabajadores, incluidos los temporeros, se involucren en la lucha y les ayuden a construir vínculos más fuertes entre ellos. Organizar asambleas no es fácil, especialmente en almacenes donde la dictadura de los patrones y las máquinas impide a los trabajadores socializar y organizarse. Por eso es esencial buscar formas creativas de autoorganización con el objetivo de que cada vez más trabajadores se conviertan en agentes de la lucha y se involucren no solo en piquetes y manifestaciones, sino en el proceso de toma de decisiones.

Los trabajadores de Amazon que estan llevando adelante esta huelga no están solos. La clase trabajadora es enorme y diversa, y tiene un aliado estratégico en los movimientos estudiantiles y sociales. La izquierda socialista y los miles de organizadores sindicales en todo el país debemos tomar esta lucha en nuestras propias manos y poner nuestra energía en organizar nuestra clase de manera independiente: en asambleas, consejos y comités; la forma de esta organización debe ser dinámica y creativa. Debemos crear espacios para que la base se convierta en sujeto de lucha, toma de decisiones y su propia emancipación. No podemos confiar en el gobierno o sus instituciones, incluida la Junta Nacional de Relaciones Laborales , para representar nuestros intereses o actuar como un árbitro justo con nuestros enemigos de clase. No podemos confiar en los demócratas. Y, sin duda, no podemos confiar en Donald Trump y el Partido Republicano. Nuestro poder reside en nuestra organización colectiva como una clase para sí misma, y ​​debemos usar esa fuerza para defender a los trabajadores de Amazon, cuya lucha nos hace aún más fuertes.

Que los esclavos de la era moderna, los explotados y oprimidos, se levanten de nuevo y se sacudan como el rocío a Jeff Bezos, Elon Musk y todos los políticos que gobiernan para ellos, sean republicanos o demócratas. Que los ultrarricos sientan la ira de la clase trabajadora: negros, blancos y morenos luchando juntos con un solo puño.

*El presente artículo es una versión editada y traducida del original publicado en Left Voice, parte de la Red Internacional La Izquierda Diario en Estados Unidos.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 395 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter