Gran Revuelo nacional e internacional ha causado el anuncio del Presidente Hugo Chávez de expropiar a la multinacional Cargill, una de las tantas empresas responsables del desabastecimiento artificial y la especulación de artículos de primera necesidad de millones de venezolanos y venezolanas. Las actuaciones de esta trasnacional, revelan que las medidas adoptadas por el gobierno del Presidente Chávez son extremadamente limitadas y siempre que se adoptan supuestamente en defensa del consumidor o del interés nacional, deliberadamente se le dejan resquicios para que sean utilizadas para su beneficio por los empresarios foráneos y nacionales. Veamos algunos casos:
El control cambios, es una medida insuficiente que permite que en la calle exista un dólar paralelo que triplica el valor oficial, gracias a que los empresarios utilizan las divisas otorgadas por Cadivi no para importar materias primeras y componentes para sus productos, sino al servicio de una jugosa ruleta de especulación con la divisa norteamericana. Lo que acontece en el sector automotriz es prueba palpable de lo que afirmamos. Ni General Motor, ni Mitsubishi, ni Toyota están interesada en ensamblar más vehículos, ampliar la plantilla de operarios, crear nuevos turnos y por esa vía atender la alta demanda nacional. Para esas multinacionales es más rentable jugar a la especulación con las divisas recibidas, porque bien saben que el gobierno termina facilitándoles la estafa multimillonaria a través del Mercosur al permitirles la importación de casi 350 mil unidades por año.
El Control de Precios también adolece de defectos y debilidades, que hace que empresas como Cargil, agregue cubitos saborizantes al arroz para esquivar los precios regulados por el Gobierno Nacional. Lo mismo hace las empresas avícolas que venden el pollo despresado y no entero para evitar el precio regulado. En honor a la verdad hay que reconocer que los empresarios que recurren a estas maniobras, están haciendo uso “lícito” de las limitaciones e imperfecciones deliberadas de las políticas adoptadas por el gobierno.
Lo mismo se puede decir de la Política de Seguridad Alimentaria. Los agroindustriales privados, como se dice popularmente están “gozando una bola”, porque desabastecen artificialmente, especulan y generan una espiral inflacionaria que ataca inmisericordemente el bolsillo de los y las venezolanas. Frente a esta terrible realidad el Gobierno hace alharaca, habla de desestabilización, pero luego termina importando millones de toneladas de alimentos vendidos una parte a precios subsidiados y otra buena cantidad contrabandeada. Lo doloroso del caso, es que la importación de productos que se pueden cosechar en el país, significa una erogación inmensa que supera de lejos los 20 millardos de dólares.
Y el caso más siniestro que muestra la hilacha de las endebles medidas gubernamentales y que reflejan su contubernio con las multinacionales, fue la creación de la figura de empresas mixtas para la industria petrolera; política que incluso se quiso elevar a rango constitucional con el proyecto de reforma que felizmente fracasó en diciembre de 2007. “Teóricamente” el Gobierno aumentó las regalías obtenidas por la nación y en segundo lugar pasó a tener control mayoritario de las empresas, pero detrás de este “logro” las multinacionales dejaron de ser contratistas para convertirse en socias en la explotación de nuestro recurso, es decir “copropietarias”, que gozan de total inmunidad laboral por cuanto la carga salarial, prestacional y reivindicativa de los trabajadores queda a cargo de PDVSA, quien además le asegura sus jugosos dividendo en esta Joint Venture (aventura compartida).
Frente a esta política blandengue agenciada por el gobierno y utilizada por los empresarios, nuestro partido Unidad Socialista de Izquierda (USI) ha protestado en forma permanente y no se ha cansado de denunciar las inconsecuencias de un gobierno que todos los días se llena la boca hablando del socialismo, de enfrentamiento al imperialismo, pero que con sus acciones diarias no hace más que capitular a las presiones de los patronos sean estos nacionales o internacionales.
Expropiaciones sin indemnización vs anuncios publicitarios y fortalecimiento del ala boliburguesa
Expropiar a Cargilll, así como a todas las multinacionales y a los poderosos grupos empresariales, financieros y agroindustriales que dominan la economía nacional, como la familia Mendoza y Alfonso Rivas, sería un primer, urgente y necesario paso a dar, si en verdad se quiere acometer la tarea de construir el socialismo. Sin embargo, el gobierno del Presidente Chávez se niega avanzar en esa dirección y sólo se limita a mostrar los dientes, pero no termina por morder a los enemigos de clase de la revolución y de los trabajadores y el pueblo venezolano.
La política oficial, se ha limitado a convertir la lucha por la expropiación, en anuncios publicitarios, en compras disfrazadas o en el peor de los casos, en subterfugios para levantar la imagen de empresas en francos procesos de quiebra, como es evidente en el caso del Banco Santander, cuyo anuncio de “nacionalización” no fue más que el mecanismo para que el Gobierno Nacional hiciera que muchas de las cuentas del Estado fueran trasladas a esa institución financiera y gracias a una fuerte inyección de dineros frescos provenientes de las arcas estatales, hoy este templo internacional de la usura y el saqueo se encuentre temporalmente revitalizado y disfrutando de jugosas ganancias. ¡¡Así cualquier capitalista se somete al escarnio público de la amenaza de nacionalización o expropiación, si sabe que al final del camino, sus negocios serán más lucrativos que en el pasado!!
Caso contrario ha sido la actitud consecuente de los trabajadores, que han jugado a fondo por concretar la consigna de “empresa paralizada o cerrada por los patronos, empresa tomada y puesta a producir por sus trabajadores”. Allí están las experiencias de los compañeros de Invepal, Sanitarios Maracay, Invetex, Inveval, Sidor, Alcasa o la antigua empresa Rualca. Los trabajadores creyeron ciegamente en los anuncios gubernamentales, renunciaron incluso a su principal instrumento de lucha como lo es el sindicato; sin embargo, los anuncios de expropiación, la nacionalización o la administración de las empresas bajo el esquema de cogestión, sólo ha servido en unos casos para que una pandilla de burócratas sindicales y funcionarios de gobierno se llenen los bolsillos, viajen y vilipendien los derechos de los trabajadores; y en otros casos se ha convertido en la fuente de inspiración para la fase originaria de acumulación de capital para los nuevos boli-burgueses, que utilizando los recursos del Estado y la capacidad de lucha de sus trabajadores , se están convirtiendo rápidamente en la nueva ala burguesa explotadora roja-rojita, que con la ideología del “Socialismo del Siglo XXI”, le disputa franjas del mercado y de la economía a la burguesía tradicional y al imperialismo. Esta política no ha hecho más que empezar a matar la ilusión y las grandes expectativas que las masas obreras una vez tuvieron frente a este gobierno.
Los socialistas revolucionarios cuestionamos íntegramente la política agenciada por el gobierno del Presidente Chávez, que a cada paso demuestra su carácter político y social de acuerdos y negociaciones con los empresarios y las transnacionales, antes que avanzar decididamente en la perspectiva de la expropiación sin indemnización y permitir que sean los trabajadores los que directamente administren y controlen la producción, transformando de raíz las relaciones sociales de propiedad de los medios de producción..
Cargill, ni privada ni controlada por el Gobierno, los corruptos ni la boliburguesía. Que sea expropiada, administrada y controlada la producción por sus trabajadores y el pueblo
En todos estos años el Gobierno se demostró incapaz de romper con la burguesía y la lógica de la explotación capitalista, lo que obliga a que los trabajadores en forma autónoma y con una política consecuente y revolucionaria se postulen como alternativa para exp