El Ministro de Educación Héctor Rodríguez Castro afirma que “hay que volver a la lectura, y promover los valores compartidos de solidaridad, de amor, de respeto: no los valores que se comparten en las redes sociales (…). Esto debemos discutirlo, no podemos fingir locura”.
Es indiscutible que tiene toda la razón del mundo el titular de Salas, cuando afirma la importancia y obligación de todos y todas de abordar el papel actual de las redes sociales en la educación de nuestros niños y jóvenes.
Desde sus primeras alocuciones como Ministro de Educación Héctor ha planteado como preocupación este asunto, atribuyéndole un carácter estratégico.
Sin menospreciar el interesante en el debate al que invita el exgobernador Rodríguez Castro, cabe preguntarse ¿por qué un tema como lo es el salario de los maestros y maestras, que muchos consideramos esencial, no se menciona ni por equivocación?. Recurriendo a la excelente metáfora del Ministro, vale decir también que no podemos fingir que es normal el hecho de que la gran mayoría de las maestras del sistema de educación publico reciban ingresos que apenas sobrepasan los $140 mensuales. Definitivamente esto no es normal, como muchas otras cosas que se han normalizado en nuestros días.
Desde que llego a Salas el Ministro no ha desperdiciado ocasión de insistir en que está dispuesto a llevar a cabo una política destinada a mejorar las condiciones materiales de los maestros y maestras. Pero nunca ha dicho, ni por equivocación, que va a mejorar los sueldos y salarios que perciben quienes se desempeñan en la noble tarea de educar.
Es falso afirmar que el Ministro Héctor Rodríguez esta engañando a las maestras del país al no poner como tema esencial en la política educativa la reivindicación salarial del gremio docente.
Quizás puede ser acusado de manipulador o de populista o si ustedes quieren hasta de politiquero.
Mientras la inmensa mayoría de las maestras que se desempeñan en el sector público y sus familias, viven el drama de como sobrevivir en las quincenas y a la espera de un “bono de guerra” (que no dejamos de aseverar que es parte de una política laboral fraudelenta) el Ministro prácticamente las invita a filosofar sobre las redes sociales y su impacto en la educación de los niños, niñas y jóvenes.
Ministro dejemos de fingir locura también respecto a los sueldos y salarios de quienes cumple la loable labor de enseñar en este país. Indudablemente que esta política no depende de usted, ni de ningún ministro o ministra, lo sabemos, pero no nos trate como si fuéramos ingenuos o incapaces de razonar ante situaciones.
La dignificación salarial de maestros y maestras es esencial para avanzar en el campo de la educación pública, usted y quienes le acompañan en Salas lo saben mejor que nadie.
