La Renta Sindical

De hecho y legalmente, renta alude a ingresos provenientes del lucro
indebidamente percibido por los prósperos industriales y comerciantes en
su condición de explotadores capitalistas. Renta percibida también por
el Estado en forma de tributos, como el IVA, IS/R, etc., y las regalías
varias cargadas al extractor y vendedor de las mercancías obtenidas a partir
de recursos difusamente pertenecientes a los ciudadanos en general, como
petróleo, minas, aguas, otros bienes marinos y fluviales, etc. Estos
últimos, in sólidum, integran un gran filón para la Hacienda "Pública" de
países dotados naturalmente de semejantes recursos trastrocables en
lucrosas fuentes.

Es así cómo se viene hablando frecuentemente de renta del suelo o agraria,
de Renta Racional, la r. de licores, la r. de cigarrillos, la renta
financiera, etc., pero también la Literatura burguesa, ideológicamente
interesada en torcer la verdad científica, denomina renta el ingreso de los
asalariados por concepto de remuneración laboral, en un absurdo plano de
igualdad con el que se pretende calificar como trabajo la simple
condición de propietario de capital en cualesquiera de sus formas: capital
productivo, tierra, dinero, patentes, etc.

Sin embargo, una de las rentas paradójicamente más antiobreriles y más
inadvertidas en la sociedad burguesa es la RENTA SINDICAL. Se le conoce
como "cotizaciones sindicales". Esta "renta sindical", que es
constitucionalmente impuesta por "no trabajadores" a quienes sí lo son,
ha corrido olímpicamente desde el momento mismo cuando los patronos cayeron
en la cuenta de que les resultaba más rentístico, y en consecuencia más
lucrativo, negociar con esos rentistas, ingresados nominalmente a sus
plantillas como trabajadores, que hacerlo con cada uno de los verdaderos
trabajadores de quienes precisamente patronos y sindicalistas derivan sus
rentas.

Tales rentistas sindicales tienen el tupé de reasociarse en sindicatos de
sindicatos, o sea, de rentistas de rentistas, hasta asociarse en grandes
rentistas nacionales en las llamadas Federaciones de Sindicatos y
Confederaciones de de rentistas sindicales de menor giro rental. Todo eso,
en rigurosa armonía con el pequeño capitalista, el mediano capitalista y el
gran capitalista, y aún más, esos rentistas sindicales terminan asociándose
en auténticas transnacionales sindicales de rentistas de máximo radio
universal.

La RS ha pasado a ser la expresión más aberrante, más antiobreril, más
reaccionaria y covioladora de los derechos humanos del trabajador. Esto lo
afirmamos sin ambages por cuanto sus perceptores, si bien en un
principio jugaron un plausible rol como defensores y forjadores de
innegables reivindicaciones alcanzadas frente a patrono abusador de toda
uña, terminaron siendo atrapados por la férrea mano opresora de todo aquel
que gire dentro del radio de su inacotable influencia burguesa.

Hoy por hoy, los beneficiarios de la RS fungen de intermediarios entre
patronos y obreros, entre el trabajador público y los Gobernantes de turno.
Fungen de negociadores de la remuneración salarial, como orientadores
políticos canalizadores de la conducta política de sus seguidores a favor o
en contra de determinados gobernantes.

De resultas, nos hallamos dentro de un marco jurídico y constitucional
donde algunos líderes políticos hacen de "burócratas" de la empresa
privada, y como simples particulares se cuelan como trabajadores en
aquellas empresas donde puedan vivir de la Renta Sindical exprimida a los
auténticos trabajadores.

Semejante rol de rentistas lo hacen de consuno y en colusión con/y dentro
del cuadro de rentistas convencionales que representa la explotación del
trabajo en todo tipo de sociedad donde el modo de vida burgués así lo
determina.

Es que los pioneros y verdaderos sindicalistas fueron y serían aquellos
"trabajadores" dispuestos a trabajar como cualquiera de sus seguidores.
Ellos operarían sindicalmente fuera de fábrica para coordinar y aglutinar
la defensa colectiva de ellos en sus enfrentamientos contractuales
obreros-patronales.

Dejamos al margen nuestra convicción de que, revolucionariamente, no se
trataría de sindicalistas dispuestos a defender a los asalariados, sino más
bien a eliminar semejante y oprobiosa forma laboral.


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Manuel C. Martínez M.


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