La actual crisis del capitalismo global ha sacado a flote la crisis de las empresas básicas de Guayana, relacionada por una parte con la dependencia económica o neocolonial del mercado exterior y por la otra con las desviaciones y perversidades propias de las conductas y antivalores del capitalismo, el ineficiente burocratismo y la corrupción. Estamos ante una amenaza pero también ante una oportunidad, esta vez para el socialismo.
En la revolución, el manejo de las empresas básicas, ha continuado igual que cuando la cuarta republica, con honrosas excepciones desde el nivel nacional se han designado como autoridades para la C.V.G., “personajes” mas comprometidos con proyectos personales que con la revolución bolivariana y que han resultado enemigos de la clase trabajadora, que han impuesto en las empresas Básicas una gerencia foránea, con sus excepciones, oportunistas y/o corrupta, desconocedores de los procesos industriales que se dan en las empresas y que se han aliado con las elites que tradicionalmente las han saqueado.
Los trabajadores Guayaneses, obreros y profesionales, han tenido que tolerar en nombre del proceso revolucionario, el deterioro de las plantas de producción y la exclusión de los trabajadores en la toma de decisiones que determinan el futuro de sus puestos de trabajo, junto a la baja productividad, hay alto índices de accidentes laborales, la multiplicación clientelar de las nominas de las empresas y la burla a las políticas publicas dispuestas por el gobierno nacional para promover nuevas empresas destinadas al desarrollo aguas abajo, como el caso del aluminio que es vendido a precios preferenciales a empresas procesadoras y terminan revendidos ilegalmente en el exterior a precios internacionales.
Ministros y presidentes de la C.V.G, vienen y van y la situación va de igual a peor, lo que indica que solo los trabajadores de las propias empresas deben y pueden defenderlas de la bancarrota y de los burócratas desalmados y dar un ejemplo de organización de la clase trabajadora y sus aliados, de cómo puede ser un gobierno obrero en el sentido amplio de la palabra.
El Proyecto Nacional Simón Bolívar, primer plan socialista se plantea la transformación de las empresas del estado en EPS, entendiendo por tal, empresas de producción de bienes o servicios, en la cual el trabajo tienen significado propio no alienado, donde no existe la desigualdad social en el trabajo ni privilegios basados en diferencias jerárquicas, con participación en la planificación y en los excedentes de caja en función de la cantidad de trabajo aportado y no en el capital.
Este lineamiento abre la puerta a un proceso donde los trabajadores bajo la dirección de sus liderazgos naturales, resuelvan la forma de organización en la fabrica, para influir en la planificación, administración y control de las actividades de producción, mantenimiento, comercialización, ambiente y seguridad industrial y análisis de costos de producción así como participar en la definición de estrategias contra el desempleo y nuevos proyectos de inversión.
El desempeño del nuevo rol protagónico de los trabajadores, obliga a la reestructuración de la jornada disminuyendo las horas frente a las maquinas y destinando horas laborales para participar de los diferentes comités que han de formarse y la dedicación al estudio relacionado con los problemas técnicos de la fábrica así como en cursos de formación política
Vemos hoy este camino, como la vía de la salvación de las Empresas Básicas en transito al socialismo sin embargo animar a los trabajadores a ese reto no es tarea fácil por la desconfianza que genera las incoherencias actuales del gobierno respecto al movimiento laboral, los sindicatos están a la defensiva, por las ultimas agresiones infringidas por la alta gerencia de MIBAM y el presidente Chávez inclusive, la conciencia actual del movimiento se limita a defender sus conquistas económicas y sociales, lo cual esta plenamente justificado ante las realidad que se da aquí y muchas partes del País, de irrespeto al derecho de los trabajadores entre ellos el de sindicalizarse y violaciones a las convenciones colectivas, para ejemplo la gobernación de Bolívar; el maltrato a la organización sindical hace presumir a sus dirigentes y los trabajadores que con el discurso de socialismo se les prepara una trampa y este temor es reforzado por los discursos de la oposición y el sectarismo de sectores político del proceso.