Por ser parte de un grupo de exploración petrolera de una compañía transnacional, he tenido la oportunidad de trabajar en varios lugares de Libia y ahora en Marruecos en los últimos dos años (lugares que por supuesto jamás soñé en visitar con mis propios recursos). En muchos casos, cuando los nacionales (árabes, musulmanes) lo oyen a uno hablar en inglés de inmediato piensan que están en presencia de un gringo, británico o afín, y la mayoría frunce el ceño o baja la cabeza en señal de rechazo. Es sólo cuando uno se identifica como venezolano que su actitud cambia, e inmediatamente mencionan a Hugo Chávez y su faz se torna amable y se abren al diálogo.
No es anormal encontrar algunos de ellos, con cierto nivel de estudios y lectura de algunos libros progresistas, que hagan disertaciones completas del liderazgo y las virtudes del presidente Chávez a escala mundial, particularmente en los países en desarrollo (o más bien, los países del sur). El nombre de Chávez es conocido por comerciantes, artesanos, médicos, militares, choferes, etc., y ha habido ocasiones en las cuales se nos ha ofrecido descuentos especiales como una señal de amistad y solidaridad.
Con los compañeros europeos, canadienses, estadounidenses o australianos, en general ocurre lo contrario. Sus opiniones se basan en lo que los encabezados de los grandes medios de comunicación, ya que, en su mayoría, no leen sino libros de ciencia ficción y no consultan ninguna fuente alterna de información, lo que los mantiene en un estado de aislamiento de las realidades del mundo y una ignorancia cultural e histórica sorprendente.
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