Las elecciones en el Psuv

      La importancia de las elecciones en el seno del PSUV trasciende los estados de ánimo que dan cuenta de la alegría de los seleccionados como candidatos a la Asamblea Nacional y la tristeza de quienes no lograron los votos suficientes de los militantes. Las denuncias de ventajismo, si se reducen a los estrechos márgenes de la inevitable rabia personal, muy poco aportan, por no decir nada, a la comprensión de la dinámica propia del funcionamiento del poder político; pues, no hay que perder de perspectiva que una revolución socialista, si de verdad  tiene como objetivo estratégico emancipar, política y socialmente, al hombre de las cadenas de la dominación capitalista, debería avanzar hacia el desmontaje de todo ese andamiaje burocrático que tiende a eternizar la sujeción de los muchos y contribuye a desmalezar el camino hacia el afianzamiento del poder de los pocos que aspiran a sustituir viejas por nuevas oligarquías. Tenemos tan sembrado en las profundidades del alma la simbología del “quien” que llegamos a sentirnos huérfanos de propósitos trascendentes si no tenemos a la mano al padre nuestro que desde las alturas de la divinidad y las bajuras de la sabiduría terrena nos diga lo que debemos o no hacer, por donde debemos andar o desandar; esa es parte de la herencia colonial contra la que necesariamente tenemos que insurgir si queremos ensayar con espacios de libertad superiores. Nacimos como República preguntándonos por el “quién” y tuvimos que sucumbir frente a la necesidad de un amo: “La Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII”. Invertir  esos códigos que aun pesan en nuestro imaginario cultural pasa por  intentar la inversión del orden de los interrogantes y comenzar a preguntarnos por el “qué”; pues, reconociendo el tipo de socialismo que queremos para Venezuela es más cómodo distinguir quién pudiera ser el sujeto protagónico.

      Es cosa sabida que los “representantes de…” lo son en tanto que exista un colectivo cuantitativamente superior dispuesto a delegar en ellos su soberanía y asumir status de representado. La teoría de la democracia representativa justifica el modelo argumentando la imposibilidad del ejercicio directo de las multitudes y  la libido dominandi de los candidatos aspirantes a conquistar cuotas de poder les induce a aferrarse a dicha premisa como naufrago a la única tabla de salvación mar adentro. Vieja disputa entre el carácter procedimental de la democracia  y la democracia sustancial; entre poder del pueblo expresado en el delegado y el poder para el pueblo expresado en la transferencia de competencias que contribuyan a fraguar su participación directa; artificios del conservadurismo ideológico para evitar avances que impliquen la profundización de la democracia.

pausidesreyes@hotmail.com


  



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