¡Camaradas! El viejo liderazgo puntofijista y sus derivados que gobernaron el país durante los últimos cuarenta años, aspiran volver de nuevo al poder, sacar al Comandante Presidente y detener el avance de la Revolución. Es imperativo la unión de todos los venezolanos, Bolivarianos, revolucionarios, patriotas, libertarios, y obligarlos a que se abstengan de pretender que se le prorrogue su mandato de corruptelas y robos. El poder hay que ponerlo al servicio exclusivo del pueblo. Las camarillas puntofijistas pudieron haber realizado transformaciones fundamentales en Venezuela cuando tomaron el poder y tenían todo el apoyo de la opinión nacional y sin los obstáculos del viejo estado de la oligarquía. Pero la mayoría de esos politiqueros pequeño-burgueses se subordinaron a favor de las clases dominantes y se pusieron al servicio del imperialismo. En el mejor de los casos, se trataba de espíritus reformadores pero incapaces de hacer frente a la coyuntura dramática del país.
Adecos y copeyanos son los responsables y autores de todo lo bueno y lo malo que ha acontecido en Venezuela después del 23 de enero de 1958. Lo bueno es insignificante y lo malo fue todo, y mucho fue trascendente pues atentaba contra el propio ser humano y entregaron la Patria a las trasnacionales imperialistas. Venezuela atravesaba por una de las etapas críticas más preocupantes en el correr del siglo XX. No eran personas verdaderamente cultas y preparadas quienes iban a asumir el poder y sustituir a la vieja aristocracia. De estadistas no tenían un rábano y muy pronto lo demostraron con el rotundo fracaso durante los primeros períodos de gobierno. Con los gobiernos de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Rafael Caldera dichos síntomas se fueron convirtiendo en un diagnóstico de fracasos. La Reforma Agraria el proyecto bandera adeco desembocó en el más completo desastre, convirtiéndose en la fuente primigenia de corrupción, y el país no logró producir ni siquiera lo necesario para su subsistencia. Pero fue sobre todo en la construcción de viviendas liderizado por los copeyanos donde se hizo más notorio el tremendo y rotundo fracaso.
¡Vamos a refrescarnos la memoria!
¡Jóvenes! Conozcan la historia y las andanzas de estos delincuentes por nuestra Patria. Una vez consolidado en el poder el sectarismo adeco-copeyano y puesto en evidencia su incapacidad administrativa, el descontento surgió en las filas de aquellos que le habían confiado el destino de la republica como si ésta fuera una pulpería de fácil administración.
Fue a partir del año 1974, que sobrevino el primer anuncio para la catástrofe que se avecinaba. Con el mayor desparpajo, Carlos Andrés Pérez el mismo día de su asunción a la Primera Magistratura hizo su trascendental anuncio: “Administraremos la riqueza con criterio de escasez”. Jamás promesa hecha por gobernante alguno había alcanzado tal dimensión de farsa y engaño a un pueblo ingenuo, a partir de ese momento la corrupción se adueñó de Venezuela. El precio social pagado por aquella “democracia” fue cruel y criminal: una juventud apática, indiferente, sin futuro, el pueblo sin seguridad social, sin educación, sin vivienda ni servicios y corrompido, una economía quebrada, un campo arruinado y subvencionado por los favores partidistas, una nación endeudada peligrosamente, un país indefenso y ocupado por oleadas de indocumentados indeseables (que aun sigue) y unas instituciones corrompidas.
La educación deficiente y transculturizante que teníamos era culpable de la depravación moral, destruyendo todo sentimiento de honor y dignidad, facilitando el vicio. En escuelas, liceos, tecnológicos y universidades la juventud estaba siendo inducida irresponsablemente hacia doctrinas exógenas, preparándola para que supiera engañar y explotar al pueblo. (Aún sigue en los colegios de primera enseñanza, tecnológicos y universidades privad@s) Mientras tanto, políticos y congresantes cobraban y se daban el vuelto en actividades muy distantes y diferentes a aquellas para las cuales, habían sido designados por la mayoría de los venezolanos. Los partidos políticos habían dejado de ser organizaciones programáticas para convertirse en simples maquinarias electorales destinadas a conquistar el poder para usufructuar los beneficios que les proporcionaba el erario público, propiedad del pueblo.
Con palabras, promesas y títulos de tierras fraudulentos prostituyeron y engañaron al campesinado hasta hacerlo migrar a las grandes ciudades donde Rómulo Betancourt instituyó la política del rancho que ya Pérez Jiménez había erradicado. Hoy todas las ciudades están cercadas por cinturones de miseria sin servicios públicos. En una ocupación peligrosa por oleadas de extranjeros provenientes de países del oeste y sur de Venezuela, (la mayoría colombianos) con ellos nos llegó el narcotráfico, el sicariato, los secuestros, aumentaron los robos y asesinatos; sujetos de la más baja ralea, individuos de mal vivir; indeseables hasta en sus propios países, que saturaron nuestros servicios públicos; lo que nos llegó y llega aún, a través de la “queridísima hermana” colombiagranadina, donde les proveen de cedulas y pasaportes falsos.
Como sociedad nos equivocamos cuando creíamos que con el ingreso de la renta petrolera podíamos comprar artefactos y cachivaches; (el ta’barato dame dos) también podíamos comprar el desarrollo; podíamos comprar la siembra del petróleo; podíamos comprar la industrialización, pero no fue así. En lugar de crear la industrialización los puntofijistas crearon la industria del rancho; la agricultura de puertos; la importación de artículos superfluos (todo tipo de chirimbolos) y la industria del ensamblaje, eso nos ató definitivamente al carro de la interdependencia. Con el dinero petrolero se puede comprar máquinas pero no industrialización; se puede adquirir alimentos y medicinas, pero no desarrollo social. Para desarrollarse, las naciones necesitan capitales, pero aquí con dinero, dinero y más dinero han ido liquidando a Venezuela; pues los politiqueros puntofijistas no se atrevían a tocar la burocracia glotona e inútil.
Pero todo eso lo explicaba el mal ejemplo que nos venía de arriba, la corrupción indetenible, la crisis de la administración de Justicia, el vivir esplendorosamente (la dolce vita) de la clase dirigente. Que convirtieron a Venezuela en un inmenso garito. La corrupción era una estructura subyugante que alimentaba y sostenía el sistema de partidos y la organización política como un todo, apoyada sobre las instituciones económico-financieras y el corrupto Poder Judicial. De esa manera, la necesidad de una concubina para concretar un negocio llegó a constituir un requisito tan imprescindible como una cuenta numerada en un banco suizo para ocultarla… Ambas constituyeron vías expeditas para saquear varios miles de millones de bolívares y dólares del Tesoro Nacional.
Rómulo Betancourt decía: “adeco es adeco hasta que se muere”. Más bien ese sujeto quiso decir: adeco es ladrón hasta que se muere. Esa recua de asnos enriquecidos sin más constancia que los miles de millones robados al erario público se quisieron convertir en tutores del pueblo. “El adequismo como estábamos viendo no era una afirmación ideológica, ni siquiera una organización política fundamentada en principios programáticos, es un estado de conciencia, una actitud muy específica y particular. No es el rastacuerismo que muchas veces se les ha imputado, si no la despreocupación y la superficialidad encargadas por azar de administrar la inmensa riqueza minera y petrolera del país”. Pero, ¿cómo podíamos presentir siquiera que el oportunismo y la ambición era lo que principalmente alentaba en casi todos aquellos alborotadores, que asustaban solamente a las viejitas? En realidad sólo pretendían conquistar una posición para su ambición y lucro a través de la conquista del poder, más que transformar la sociedad venezolana, y que al llegar estos se transformarían en los mejores defensores del sistema imperante. “Debemos perdonarle a López Contreras que creyera que Rómulo Betancourt podía ser un revolucionario, comunista. Jamás podía imaginar entonces que bajo el gobierno presidido por ese sujeto sería precisamente cuando empezó a afirmarse y desarrollarse el incipiente capitalismo venezolano y penetró en el país como río en conuco, el gran capital internacional”.
Los partidos políticos, AD y Copey, han venido formando la oligarquía del dinero con los hijos y parientes de los llamados “líderes”. Ya los teníamos en Petróleos de Venezuela, en los mejores cargos en el exterior y en el Poder Judicial. (Recuerdan la tribu de David) Esa era una mafia política. Altos cargos y puestos eran para esos privilegiados entre los cuales pululaban los bellos mariposos y las amantes e hijas alegres de esos mafiosos. (Pregúntenle al “periodista” boca grande que pagó diez mil dólares de todos los venezolanos para bailar con una Kennedy en una fiesta en USA) Esos corruptores mediocres, habilísimos para engañar, habilísimos para robar y habilísimos para trepar el poder; formaron la generación de la anarquía: jóvenes que dormían de día y trabajaban de noche con el cuchillo y la pistola, (y aún) esos son los hijos de aquella democracia IV republicana.
La irresponsabilidad en la administración pública, el endeudamiento, nuestro modelo de vida norteamericano, las manipulaciones del capital nacional e internacional; (corrida bancaria año 94) la irresponsabilidad de los economistas, la de los políticos fracasados, hasta construir una imagen de Venezuelas superpuestas, antagónicas donde el poder del Estado había sido desplazado de sus funciones por el poder económico. Cuando llegó la Revolución el 0,5% por ciento de la población usufructuaba el 75% de la riqueza del país. Realidad social que por sus consecuencias tornó aún más dramático el contraste con la acelerada concentración de la riqueza en pocas manos, medidas que repercutieron en los sectores más numerosos y menos favorecidos de la población por la destrucción del salario, el crecimiento de los desempleados y la pobreza crítica; la desnutrición, viviendas insalubres, enfermedades, inseguridad y delincuencia. (Aumentada Geométricamente por los indocumentados que nos llegaban de los países hermanos a través de la colombiagranadina)
El antiguo Congreso Nacional, portavoz fundamental del sistema, no se ocupaba de su función de legislar y de hacer leyes, sino en el reparto de prebendas y el parcelamiento del usufructo de las representaciones de los otros poderes, como hemos observado. La situación de la administración de justicia constituía el ejemplo más vivo de esa degradación moral en que se hallaba sumida la República, pues el grado de corrupción, venalidad y mediatización política iba desde el más ínfimo Tribunal de Parroquia hasta la Corte Suprema de Justicia, pasando por el Consejo de la Judicatura. (Todavía hoy) Mientras predomine en el país esa mentalidad representada por el adequismo puntofijista, no habrá ninguna perspectiva ni posibilidad de recuperación nacional.
La oligarquía adeco-copeyana arranca con el perraje partidista y se basó en el dinero robado. Para el año de 1958 esa gente eran unos limpios. No tenían ni siquiera un apartamento como los del 23 de enero, y hoy son dueños de bancos, financiadoras, fábricas de alimentos, empresas, industrias y ocupan los mejores puestos en la institución privada. La picada o arrancada del ocaso de Venezuela comienza con el primer gobierno de Carlos Andrés y acelera el ritmo en el de Luis Herrera para llegar al clímax del despelote, degradación, inmoralidad y derroche con Jaime Lusinchi y su amante Blanca Ibáñez, y finalmente rematar en eses otros desgobiernos de CAP II, y el 2º de Rafael Caldera, asesorado por sus dos ministros masistas, Teochoro y Pompillo. (Los genios que les robaron las prestaciones sociales a los trabajadores).
Con esa misma gente, en el campo militar también se formó una oligarquía que contaba con generales y almirantes. (Por ahí anda todavía Carratú Molina y su Frente Ibáñez–Matos) Sólo se ascendía por politiquería, manteniendo una situación insostenible caprichosa e inmoral que lejos de enaltecer, perjudicaba a la institución. Antes del puntofijismo, los cargos y ascensos eran por riguroso orden de méritos. En los gobiernos adeco-copeyano había que ser incondicional de esos partidos, de esos “líderes”, y eso desmoronó la disciplina, la mística, y acabó con el liderazgo castrense. Esos políticos mediocres creían (aun creen) que nuestra seguridad nos la proporcionaba el gobierno imperialista norteamericano, como se les ocurre a estos apátridas, no entienden que los gringos no pueden ser protectores de los mismos países que explotan. Eso es una farsa. No se trata de que el imperialismo defienda a Venezuela, sino que nos defendería en beneficio de sus intereses. La seguridad de nuestro país debe basarse en su Fuerza Armada (FANB) bien equipada, dirigida por oficiales idóneos, disciplinados y un patriotismo Bolivariano; sin ellos nuestra seguridad es un mito.
Con frecuencia oíamos gritar a esos politiqueros mal nacidos IV republicanos, cuando eran sindicados de delitos o crímenes contra la cosa pública propiedad del pueblo, que la democracia estaba en peligro. ¡Bandidos!, la democracia la desnaturalizaron y la estaban poniendo en peligro ellos con sus vicios, robos millonarios, entreguismo, desapariciones y traiciones. Venezuela, era una gran mina libre y abierta a la explotación por parte de estos delincuentes, y por extranjeros indocumentados y otros que sólo vinieron a especular y enriquecerse a como diera lugar.
“Estábamos viendo con horror que la terrible sentencia del Libertador referida al destino manifiesto de los Estados Unidos de Norteamérica, con relación a las naciones Latinoamericanas, cambió de sujeto, pues parecía ser que adecos y copeyanos que a partir de 1958 tomaron las riendas del poder en Venezuela, hubieran sido predestinados por la Providencia para destruirla”.
Opinión de varios analistas políticos, desde el 23 de enero de 1958 a 1998.
Mientras, Venezuela permanezca en manos de gente como dijera el Libertador: “salidas del fango y que se encuentran repentinamente con el poder en las manos sin saber qué hacer, se van por el camino más corto: utilizarlo para robar, atropellar, abusar”. “Los malos gobiernos destruyen la República”. Esto dijo el Libertador. ¿Y qué es lo que fueron los desgobiernos de la 4ª.
Compatriotas venezolanos todos… ¡Camaradas! ¿Es eso lo que queremos para nuestra querida Patria Venezuela? De la capacidad de nosotros en socialismo, depende superar esta crisis histórica y lograr en paz un nuevo equilibrio de desarrollo social.
¡No volverán!
¡Con Chávez todo sin Chávez nada!
Salud Camaradas.
Hasta la Victoria Siempre.
¡Patria Socialista o Muerte!
¡Venceremos!
manueltaibo@cantv.net