**** El debate esteril que consumió los últimos 5 años, y él improductivo que se avizora, le impedirán a los venezolanos incorporarse a la posmodernidad.
Este artículo fue escrito el sábado 30/10. Pero cuando aparezca publicado ya se habrán celebrado los comicios para elegir autoridades regionales y locales. Y desde este momento ya los venezolanos y el mundo saben por adelantado los resultados: un triunfo avasallador del “chavismo” con la correspondiente neutralización de los factores de oposición. Desde luego hay una ganancia para la Nación en su conjunto. Mejora la gobernabilidad, y con ello, la paz social a costa de un incremento de la apatía. Pero es una ganancia pírrica. La situación que se abre - producto de una polémica estéril - sin una oposición organizada, no despeja oportunidades para un dialogo y un debate constructivo. Una actividad política que nos conduzca a superar el presente del Estado venezolano, anclado en una mixtura de las prácticas de las sociedades preindustriales y la modernidad, para incursionar en los caminos de la postmoderinidad ya en transito por las sociedades más avanzadas. El escenario más probable que podemos visualizar estaría caracterizado por la emergencia de las contradicciones internas, por cierto bastante profundas, existentes en el “chavismo”, ante la ausencia de un adversario significativo. Ya en los preludios de estas elecciones aparecieron estos antagonismos entre la organización popular que reclama todo el poder para sus asociaciones, los “círculos bolivarianos” y los cuadros administrativos del movimiento. Un futurible que se puede complicar aun más, sí toma fuerza la polémica interna entre quienes asumen posiciones radicales en el marco del movimiento antiglobalizador internacionalizado, con la lucha de clases como sustrato, y quienes, desde posturas más moderadas, dentro del marco del patriotismo, que suponen la unidad del pueblo, ven aquella tendencia como una amenaza a los intereses del Estado.
Se trata de un cuadro desalentador, donde la polémica estéril que caracterizó los últimos 5 años, será substituida por otra, igualmente infecunda, cuyo único resultado será la profundización de la brecha que nos separa del mundo desarrollado. Una fisura que aceleradamente están rellenando países como China, la India y, en nuestra región Brasil. La discusión entre el humanismo como pensamiento propio de la modernidad industrializada y el transhumanismo que parece caracterizar el mundo y la vida porvenir, no tendrá espacio en la existencia de los venezolanos. Un nuevo mundo donde lo artificial, introduzca las prótesis necesarias, como lo han sido la escritura, las herramientas, las maquinas, los ordenadores, etc. que desliguen al hombre del trabajo, prolonguen su vida y la hagan más rica en cuanto se refiera al cultivo del su intelecto y la creación estética. En esa nueva realidad que se avizora, se profundizara la exclusión, no como resultado de la acción imperial, sino como consecuencia de nuestra inferioridad en el desarrollo humano