¡Claro que no queremos guerra!

Cuando hablamos de la guerra contra el imperialismo nos dejamos envolver por lo abstracto. Creemos que el imperialismo no tiene otros nombres, que no tiene rostros, que no tiene voces, no sólo fuera del país, dentro también.

Efectivamente la mayor lucha se debe dar en el campo de la conciencia. La guerra cultural  es muestra de ello, pero ¿qué harían hoy nuestros indígenas a la llegada de Colón? ¿Lo recibirían con espejitos?

La guerra de las ideas no soslaya el derecho de los pueblos de defenderse. Nadie, ningún ser racional y fraternalmente sensible puede pretender ser protagonista o elenco de una confrontación militar; de una agresión o de una invasión como la vivida por Vietnam, Afganistán, Irak, Palestina, Colombia, Panamá, Centro América en general. El problema es que disimulamos y creemos que solo a ellos los han invadido, que solo a ellos los han masacrado y que solo a ellos les ha tocado formar parte del elenco macabro de la guerra y de la muerte. Porque estúpidamente solo seguimos pensando en nosotros, aunque digamos lo contrario.

Estamos en guerra, aunque la batalla armada no sea aún en nuestro suelo. Estamos en guerra desde hace mucho tiempo y estamos en guerra porque creemos en la paz fraccionada y hablamos de integración sin integrar, de unión sin unir.

Creemos en la paz como un vuelo de palomas y la creemos pacífica. Gran diferencia entre la paz y el pacifismo. Ciertamente, la muerte no puede estar de moda; no podemos acostumbrarnos a la vida como una gracia o una dádiva, sino como la gran aventura ética en la que estamos involucrados. Y tenemos que pelear por ella y defenderla hasta la muerte.

No queremos confrontación con nuestros hermanos, eso es legítimo; el problema está cuando no queremos confrontar nada y a nadie. La unidad colombo-venezolana no está en discusión afortunadamente, porque los venezolanos (los de verdad) y los colombianos (los de verdad) no se confrontarán. Lo harán quienes allá y aquí ocupan la tierra pensando en otra frontera. Apelamos por la razón, por la sabiduría de quienes dirigen nuestros destinos, porque aún no estamos dispuestos a dirigirlo. El error es que pensamos que cuando no rugen los cañones hay paz. ¡Hoy la plataforma submarina está herida, pero eso no es guerra!

hindu.anderi@gmail.com



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Hindu Anderi


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