Señor ¿me llamaste? Soy Willian Lara

Y ocurrió lo que tenía que ocurrir, en la fecha, el día y la hora señalada… Porque por una muy buena razón del Creador, a los humanos no se nos permite hurgar en el futuro y ver en ese holograma de la vida, esta vida; lo que nos ha de ocurrir en la impronta del futuro y en el resto de los acontecimientos que nos deparará el destino. 

Aquel  a quien en el momento de nacer se le bautizo con el nombre de Willian Lara, con 53 años de edad y con todo un legado de buenas acciones trabajadas con tesón, se desplazaba confiado por carretera guariqueña desde San Juan de Los Morros con destino a Calabozo, para atender –en sus funciones como gobernador— a la invitación de una Asamblea de productores agropecuarios calaboceños. Pero, una pertinaz lluvia hizo que el destino le cegara la vida en un lamentable accidente automovilístico…

Desde lo espiritual y en sentido figurado, he querido darle el reconocimiento que se merece a este revolucionario del pueblo que, a ultranza, fue un defensor de la verdad. Al extremo de llegar a jugarse la vida cuando había que defender lo defendible, si es el caso de que el trato de “igual entre iguales”, era mancillado o ultrajado.

Veamos ahora lo del sentido figurado, que tiene que ver mucho con los que dejan su huella y el buen ejemplo… Porque a mi parecer, considero que es la mejor manera de rendirle un merecido tributo a quien en justicia se lo merece…

Willian recibe un llamado de Alguien que con suave y firme voz lo llama (…) Y éste un poco desconcertado no sabe qué responder, porque a pesar de su extrañeza sí le era conocida y sí sabía de dónde provenía esa voz… Y también sabía introito, que a ese llamado había que darle rápida respuesta y atenderla con el debido respeto... Por tanto, solícito y confiado se va hasta un lugar de resplandeciente y blanca luz, luz que a diferencia del sol terrenal era mil veces más poderosa, y que a pesar de ese resplandeciente y brillante poder notaba con asombro que ésta no cegaba ni le hacía daño a su sutil cuerpo…

Luego de llegar al lugar de donde se le llamó, se encontró ante un sendero luminoso que le llevó a un majestuoso lugar, que por un momento le era conocido y familiar… Un lugar en el que se confundía la infinitud del horizonte con la  policromía de un arco iris de colores que rayaba la perfección… Con preciosas melodías que se oían pero no se sabía de donde provenían… Lo cual, maravillado ante tanta belleza y sobrecogido por un vórtice de amor y, sin ningún comentario que expresar, se dejo llevar por el arrebato de ese lugar lleno de tanta paz y felicidad, nunca antes sentida y visto por él en lugar terrenal alguno…

De pronto, quien lo saca del estado de arrobamiento, es un luminoso Ser con largas vestimentas blancas, aparecido de la nada y rodeado de un halo y radiante luz, y, trasmitía tal serenidad, que Willian en un desborde de inusual alegría le pregunta: Señor ¿me llamaste? Soy Willian Lara.

En efecto hijo, la voz que oíste mientras viajabas por carretera fue la Mía… Te hice el llamado, porque la labor que se te encomendó en ese nacimiento ya cumplió con su cometido.

Ante tal requerimiento y con su característico proceder Willian le pregunta, Señor, con el debido respeto, ¿dónde estoy? Y como respuesta, el luminoso Ser le responde…, estás en la Morada de la Paz Suprema, en donde solo vienen los buenos de corazón… ¿Cree usted realmente que la tarea para lo cual fui encomendado llegó a su fin…? Porque pienso que todavía queda mucho por hacer y por llevar a cabo… Y más ahora en vísperas de importantísimas elecciones legislativas nacionales, que se han de llevar a efecto el 26 de septiembre de este año…

El Ser con pausadas respuestas y mesurada sabiduría le dice, no Willian, tu fuiste desde niño un ser dotado de especiales atributos que debías poner en práctica una vez que llegases a la madurez necesaria, y eso fue lo que precisamente sembraste con amor y denodado esfuerzo durante tus 53 años de vida terrenal, y que tú mismo escogiste como el tiempo posible y necesario, para que tu tarea durante ese tiempo diera sus debidos frutos (...)

Pero Señor, pienso que todavía me faltaba algo inconcluso que había que hacer y llevarlo a la acción. Me refiero a la labor política que todavía falta por hacer a favor de las causas más desfavorecidas y olvidadas.

Willian, hijo querido, Déjame enseñarte los Archivos Akásicos para que te convenzas que tu estadía de vida se cumplió dentro de los lapsos correspondientes y fue lo suficiente como para que se diera por concluida tu misión terrenal…. 

Veamos, Le dice el luminoso Ser. Ves a esa gente del pueblo que con dolor, consternación y masiva concurrencia te acompañó antes y durante la última despedida de tus restos físicos…. Sí, lo veo Señor

Bien, Willian, tú fuiste capaz de cumplir y a cabalidad, con el propósito de vida de cualquier ser que se precie ser seguidor de mis más elevadas enseñanzas. Valga decir, enseñanzas de amor, lealtad, franqueza, honestidad, defensor de la verdad, justo, oportuno, identificado con las causas nobles, y, buen hijo, buen hermano, buen esposo, buen padre, y buen amigo entre los amigos.

Además Willian, no prevaricaste y practicaste con el ejemplo las causas más nobles que emprendiste como político, en donde quizás muchos te catalogaron como duro e inflexible, pero no, tu defendías con la pasión de la justicia lo que a tu buen juicio considerabas justo y correcto y, eso quienes te rodeaban quizás no lo entendían del todo.

¿Ves en el Holograma Celestial lo que sucedió en la Asamblea Legislativa de tu Estado natal y lo que paso después en el velatorio de tus restos en la Asamblea Nacional?

Veamos cuales fueron los frutos que recogiste a raíz de tu partida, porque muchísimas fueron las exclamaciones de respeto y amor que te profesaron… Era un caballero, un hombre de excepción; Fue un gran venezolano, identificado con los anhelos del pueblo; El mejor ejemplo, era su fervor y total entrega por la revolución; Era un hombre que daba la vida por defender la verdad; El verbo de Willian era un verbo humanitario; Era un hombre de mucho rigor y mucha disciplina; Le ponía orden a todo, murió el hombre ‘cara de acero’; En apariencia denotaba dureza, pero en el fondo escondía su humildad y gran corazón; Fue una piedra fundamental para el proceso revolucionario; Riguroso en su carácter, pero hombre justo y oportuno es sus posturas políticas…

Bien, Willian, amado hijo, creo que cumpliste en mucho con la misión que se te encomendó. Y tu pronto llamado, a pesar del dolor terrenal y la consternación que por igual embarga a familiares y amigos de lucha, el tiempo, ese Señor del tiempo, con su sabia manera de resolver lo imposible, se encargara de borrar poco a poco tu ausencia física; más, ese mismo Señor del tiempo, se encargara de multiplicar con creces tu legado de verdad, justicia, rectitud, lealtad, y probada ecuanimidad que dejasteis atrás.

Y recuerda siempre, porque es así que está dispuesto por Mi Omnipresente Voluntad, aquella asertiva exclamación de mi buen hijo y canta autor de los pueblos, Alí Primera, “los que mueren por la vida, no pueden llamarse muertos”


joseagapo@cantv.ne

 



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José Agapito Ramírez


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