El reciente proceso electoral debe generar varias lecturas, tanto en un ámbito nacional como regional. Comencemos por el primero de ellos. Hay que señalar que los análisis que hasta ahora se han emitido ignoran que comparar distintos tipos de elección es como intentar comparar peras con manzanas. Los procesos presidenciales tienen una motivación y participación distinta, electoralmente hablando, que los procesos regionales y locales. En este caso, se asistió a un evento de carácter regional que sin duda, está relacionado con lo nacional pero no puede extrapolarse automáticamente. De forma tal, que aquellos que dicen que sí se hubiese dado la elección presidencial hoy, Chávez estaría perdido, están formulando una hipótesis errónea.
Lo que sí hay que decir, es que los resultados hablan de un desgaste en la capacidad política electoral, sobre todo considerando dos variables: meta establecida y votos logrados. En relación con la meta establecida, el propio PSUV hablaba de obtener como mínimo 110 diputados, con el objeto de lograr la mayoría absoluta. En relación con los votos, hay que establecer ciertas diferencias. El referente que es utilizado, se refiere a la votación obtenida por Chávez en 2006, en una elección presidencial, cuando alcanzó la cifra de 7.274.331. Como bien es sabido, ese ha sido su máximo histórico aunque en el referendo de 2007 sufrió una reducción de cerca de 3 millones de votos que se abstuvieron. El actual proceso tiene dos marcas que considerar desde el punto de vista de los votos logrados. Lo primero, es que el PSUV obtuvo – considerando como referencia el voto lista- un total de 5.399.574. (46,23%) cuestión que indica que de los electores que sufragaron por la opción del presidente en 2006 sigue existiendo casi 3 millones que no respondieron. Lo más graves del caso, es que la oposición ha subido en caudal electoral – obtuvo 5.312.293- acercándose peligrosamente a la intensión de voto del chavismo.
¿Qué indica esas cifra? Señala que hay un porcentaje que migró hacia la oposición – casi 1 millón- y por la otra, que la abstención sigue desfavoreciendo a la estructura del PSUV. Señala que la gestión de gobierno no ha sido oportuna en muchas circunstancias, tal como lo ha señalado el propio Chávez. Señala que hay militantes descontentos con los procesos excesivamente lentos y burocráticos. Señala que la campaña comunicativa, que la comunicación política de la oposición fue más efectiva, en cuanto al explotar el tema eléctrico, el tema de los alimentos, de la inseguridad, de los excesos de algunos funcionarios del estado. En fin, deja abierta una línea de debilidad institucional y política que tiene un elemento común: el tema de la formación política. ¿Cómo explicar esa migración de casi 1 millón de votos de Chávez hacia la oposición? La respuesta: falta de claridad y compromiso ideológico. No podemos seguir insistiendo en una participación que se sustenta – no exclusivamente- sobre una política de asistencia. La participación es en muchos casos directamente proporcional a la asistencia pública y en menor medida, producto de un compromiso militante. Ya lo ha dicho el propio presidente, al hablar de la necesidad de claridad y formación. El sistema nacional de formación socialista es ahora más que nunca una necesidad.
Para ejemplificar este hecho, utilizaré los resultados en dos entidades: Anzoátegui y Zulia. Ambos estado ligados al tema petróleo, con una base de trabajadores importantes que generan dinamismo económico. En uno de ellos – Anzoátegui- se cuenta con un gobernador alineado al PSUV, en otro no. Pero en ambos el resultado fue adverso. Eso indica que PDVSA y sus trabajadores no se encuentran alineados con los objetivos de la revolución, no con la amplitud que es de esperar y que se publicita. Eso lo observamos en el desarrollo de la campaña, en donde la motivación de buena parte de su personal no era la más militante y comprometida. Por otra parte, el chavismo que históricamente ha sabido hacer uso del electorado clave – estratos D y E que representan el 81% de la población electoral- debe ahora concentrarse en los denominados indecisos que siguen creciendo y se han transformado – desde el punto de vista de la identificación política- en un factor determinante.
La otra marca que considerar, es el de la comunicación política. El PSUV empleó el lema del Pueblo Pa La Asamblea¡, eso implícita que antes no estaba. ¿Es que acaso el parlamentarismo social de calle no era una respuesta a la necesidad de vincular pueblo y representantes? La propia propaganda del PSUV dejaba entender que no existió esa vinculación. Distinto es sí el lema hubiese dicho EL PUEBLO SIGUE EN LA ASAMBLEA. Al particularizar esa campaña de comunicación política en el Zulia, nos encontramos que la dirección nacional del PSUV no entendió la importancia de limitar el alcance que tiene la campaña por la zulianidad que adelanta la organización Un Nuevo Tiempo (UNT). Advertimos con anterioridad los efectos que pudiera tener en el electorado zuliano y lamentablemente no nos equivocamos.
Finalmente, aquellos que extrapolan este resultado con un escenario electoral en 2012, ignoran que aun cuando existe una baja en el caudal del chavismo, esta elección se particularizo – a pesar del propio Chávez- en la calidad de los candidatos por circuito. Una elección en 2012, enfrentará a cualquiera que llegué a enfrentarse a Chávez con el liderazgo que ha construido y que aún sigue siendo una referencia, tal como lo indican los estudios de opinión. Lo que sí no hay duda, es que el PSUV debe revisar sus estrategias y sobre todo, mejorar la calidad de la gestión pública y el compromiso ideológico de sus militantes, sobre todo considerando que hay un círculo de cerca de 2 millones de votantes que no fue alcanzado en esta campaña y es decisivo para los procesos en 2012. Veremos sí se rectifica o se insisten en las equivocaciones.