Cuanta honestidad nos hace falta: ¡Dios mio!

Estamos en una sociedad que lamentablemente se cimenta en la mentira, la llamada blanca y de las más oscuras, en cualquier actividad donde intervenga el ser humano hay un contenido o sarta de mentiras que colocan a un lado los niveles de sinceridad, el atropello por los demás, se ha convertido en signo de nuestros días. No pienso referirme a este tema en calidad de “experto”, sencillamente como ciudadano común que observa como se desgrana y muere lentamente como escribió Neruda, lo poco que aún conservamos sobre el respeto a los demás, a la inteligencia inclusive de los menos inteligentes y advertidos, peor aún, es cotidiano el adolecimiento de honestidad a la hora de criticar internamente las fallas y desaciertos habidos y quizás por haber en el seno del proceso revolucionario, ello, viene acompañado de un estado de pesimismo repleto de autoconclusiones y análisis sin confirmación, lo que convierte el sentido de la discusión en términos atmosféricos con halos de burbujas que parecieran nunca explotar. 

La referencia al partido y los dirigentes ha pasado de un examen a una reprobación en la mayoría de casos sin confirmación alguna, que si este que si aquel, que si tiene un yate, o tres mujeres que si los boliburgueses dominan el espectro de control del gobierno sin conocimiento del líder, todo bajo el espejo del cual ni siquiera coloco el rostro, podríamos llamar a esto, un estado de frustración o el quiebre de unas expectativas forjadas equivocadamente. 

Ahora bien, cuando criticamos con o sin fundamento, esto, no viene acompañado generalmente del que vamos a hacer, sino que se deja la vil opinión al desiderátum de quien lo escucha y que cada quien interprete lo que le venga en ganas, tantos actos de deshonestidad convergen en un estado de inercia para la lucha que sospechosamente nos induce a pensar en dos cosas al respecto: por un lado aquellos que de buena fe intentan que se corrigan las cosas pero, a la vez, no aportan lo suficiente para mejorar, lo que ocasiona retrasos importantes en la aplicación de las políticas y líneas a seguir; por otro lado, aquellos, que critican desaforadamente y se convierten en casi enemigos del proceso, acá el grado de mentira es superlativo, es como una pandemia endemoniada y llena a veces hasta de rencor. 

Todo proceso social no puede ser unilineal, al igual que la historia, se nutre de los mismos que emergen en el acontecer de los propios hechos, se cuentan relatos que alguien inventó o supuso que la cosa iba por allí, tamaña disgregación, termina por producir desaliento y desesperanza abiertos a la página del enemigo histórico que los usa y manipula incrementando la mentira y produciendo en sus filas concentraciones de odio que podrían ser irreparables y controvertidos. 

Si observamos detenidamente, podemos concluir que por medio de la falacia, la mala interpretación y las opiniones se origina una Pléyades de deshonestidad manifiesta, esto no solo ocurre en el terreno de la confrontación política interna y externa, en cualquier hecho de la cotidianidad vemos ejemplos, no solo en el hablar sino en actos de calle, como el metro por ejemplo, cuando hacemos una cola, cuando intentamos que el otro pierda su espacio, es decir, estamos o vivimos el tiempo de las inconsistencias sociales, donde el más fuerte quiere imponer su agenda y los más débiles lo quieren imitar, caso de los escuálidos pobres, verbigracia. 

Al fin y al cabo, requerimos una buena dósis de honestidad individual y colectiva que ofrezca soluciones a toda problemática que involucre la vida normal de la gente, el arribismo, el medrismo, el amiguismo desconsiderado, el nepotismo por ejemplo en los medios de comunicación públicos, son manifestaciones que alientan lo que primero decíamos, el desaliento y la desesperanza, el ser humano es el único animal que tropieza dos veces contra la misma piedra, es hora de superar todos estos obstáculos y renacer definitivamente en el Arbor del hombre y mujer nuevos. Seamos honestos en primer lugar con nosotros mismos y comenzaremos a construir una mejor sociedad bajo el aliento del socialismo venezolano.

rafaelfebles@yahoo.com



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Rafael Febles

Economista. Msc. Seguridad Social. U.C.V.. Militante revolucionario. Locutor. Articulista Correo del Orinoco. Poeta y escritor de la revolución bolivariana

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