La referencia
al partido y los dirigentes ha pasado de un examen a una reprobación
en la mayoría de casos sin confirmación alguna, que si este que si
aquel, que si tiene un yate, o tres mujeres que si los boliburgueses
dominan el espectro de control del gobierno sin conocimiento del líder,
todo bajo el espejo del cual ni siquiera coloco el rostro, podríamos
llamar a esto, un estado de frustración o el quiebre de unas expectativas
forjadas equivocadamente.
Ahora bien,
cuando criticamos con o sin fundamento, esto, no viene acompañado generalmente
del que vamos a hacer, sino que se deja la vil opinión al desiderátum
de quien lo escucha y que cada quien interprete lo que le venga en ganas,
tantos actos de deshonestidad convergen en un estado de inercia para
la lucha que sospechosamente nos induce a pensar en dos cosas al respecto:
por un lado aquellos que de buena fe intentan que se corrigan las cosas
pero, a la vez, no aportan lo suficiente para mejorar, lo que ocasiona
retrasos importantes en la aplicación de las políticas y líneas a
seguir; por otro lado, aquellos, que critican desaforadamente y se convierten
en casi enemigos del proceso, acá el grado de mentira es superlativo,
es como una pandemia endemoniada y llena a veces hasta de rencor.
Todo proceso
social no puede ser unilineal, al igual que la historia, se nutre de
los mismos que emergen en el acontecer de los propios hechos, se cuentan
relatos que alguien inventó o supuso que la cosa iba por allí, tamaña
disgregación, termina por producir desaliento y desesperanza abiertos
a la página del enemigo histórico que los usa y manipula incrementando
la mentira y produciendo en sus filas concentraciones de odio que podrían
ser irreparables y controvertidos.
Si observamos
detenidamente, podemos concluir que por medio de la falacia, la mala
interpretación y las opiniones se origina una Pléyades de deshonestidad
manifiesta, esto no solo ocurre en el terreno de la confrontación política
interna y externa, en cualquier hecho de la cotidianidad vemos ejemplos,
no solo en el hablar sino en actos de calle, como el metro por ejemplo,
cuando hacemos una cola, cuando intentamos que el otro pierda su espacio,
es decir, estamos o vivimos el tiempo de las inconsistencias sociales,
donde el más fuerte quiere imponer su agenda y los más débiles lo
quieren imitar, caso de los escuálidos pobres, verbigracia.
Al fin y al cabo, requerimos una buena dósis de honestidad individual y colectiva que ofrezca soluciones a toda problemática que involucre la vida normal de la gente, el arribismo, el medrismo, el amiguismo desconsiderado, el nepotismo por ejemplo en los medios de comunicación públicos, son manifestaciones que alientan lo que primero decíamos, el desaliento y la desesperanza, el ser humano es el único animal que tropieza dos veces contra la misma piedra, es hora de superar todos estos obstáculos y renacer definitivamente en el Arbor del hombre y mujer nuevos. Seamos honestos en primer lugar con nosotros mismos y comenzaremos a construir una mejor sociedad bajo el aliento del socialismo venezolano.
rafaelfebles@yahoo.com