Engels, el 17 de marzo de 1883, ante la tumba de Marx recordó lo siguiente: “… Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto hasta él bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar comer, beber, TENER UN TECHO y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos, materiales, y por siguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o de una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas…”. Estas cortas líneas engloban una verdad que pudiera sacudir la conciencia de quienes no quieren ver las necesidades objetivas que –pese a los enormes esfuerzos que ha realizado el Gobierno nacional- todavía agobian a muchas venezolanas y venezolanos. El Presidente Chávez enfila sus acciones para poder impulsar planes de vivienda que logren brindarle a la población una base material donde puedan conformar sus hogares. La meta desde ahora y hasta el 2012 es construir 350 mil hogares. El socialismo no pude ser una abstracción, ni puede quedar como advierte el presidente “en el discurso de las barricadas”. La lucha por una vivienda justa no es un lujo, ni es un capricho pequeño burgués como torpemente lo asumen algunos románticos irresponsables de la izquierda “radical”. El primer mandatario nacional sabiamente ha racionalizado dos momentos difíciles que han puesto a prueba a la Revolución. El primero de ellos está vinculado con el total de votos obtenidos en las últimas elecciones en la cual favoreció abruptamente a un sector de la miseria cuarto republicana; la otra, la más compleja, está vinculada al cambio climático y sus consecuencias en los sectores más vulnerables de la población. En los dos aspectos aparecen hechos concretos ineludibles: surge la vivienda como una necesidad material básica para la subsistencia familiar.
Con respecto al grupo de votantes que, al no ver satisfechas completamente sus expectativas en aspectos como seguridad, alimentación y vivienda; entre otros, no decidieron dar el respaldo político a la Revolución. Sería irresponsable afirmar que esos votantes, todos o la mayoría, no nos apoyaron en los comicios legislativos porque están alienados por los medios privados y su ideología pequeño burguesa; esa postura reflejaría una falta de sindéresis en las filas de nuestra militancia. El otro momento está vinculado con las lluvias y la deuda social que tiene históricamente el Estado en materia de vivienda con los sectores más pobres y la clase media de la nación. Sabemos que una Revolución implica un sacrificio por un futuro mejor; no osbtante se debe hacer un mayor esfuerzo para que los y las venezolanas, todos por igual, puedan percibir en el presente los beneficios de la atmósfera socialista. Esta es una Revolución impulsada y legitimada por el acto electoral, por la campaña, la contienda; sin embargo, esto que parece una virtud del proceso puede convertirse por aspectos estadísticos de la intención del voto, en una verdadera amenaza. No podemos dejar que el peso de los problemas como el de la vivienda nos acorralen, no debemos obviar los hechos concretos, materiales que se deben solventar para alimentar la confianza en la militancia y de todos aquellos que desean apoyar al Presidente Chávez y tener su vivienda; o, en el mejor de los casos no debemos creer que la batalla está ganada cuando la realidad nos dice que existe una población amenazada por el cambio climático. Lo que hagamos ahora en este aspecto con planes y soluciones estructurales incidirá en los resultados del 2012; en los refugios y promesas habitacionales para la clase baja y media, coexiste el triunfo o el fracaso electoral, lo que se haga para inclinar la tendencia a nuestro favor dependerá de nuestra capacidad de respuesta real y no retórica. La pelea en materia de vivienda y la complejidad que se genera cuando llegan las lluvias no ha sido, ni es, ni será fácil; implica conocer el tuétano de la explotación capitalista, amerita cohesión ideológica y eficiencia en la gestión del Estado, requiere la interpelación del sistema financiero corrupto; y, en esencia, urge la organización y acción popular en el manejo de los recursos.
Periodista
@ALIPERIODISTA