Nota: Desconocemos dónde se publicó este artículo originalmente. Si sabes donde, por favor háznoslo saber para darle crédito a la fuente y para removerlo del sitio en caso de que provenga de un medio golpista.
Una de las cosas que me hacen pensar que no estoy tan equivocado en mis decisiones en materia política es que no tengo coincidencias con gente cuyas conductas siempre he criticado y otras porque simplemente me causan nauseas.
Me siento de un feliz total por ejemplo, al no coincidir en mis apreciaciones con Leopoldo Golpe o Leogolpe López, no se cómo se escribe, en todo caso ustedes sí saben a quién me refiero y esta felicidad se extrapola a cualquier de los gorrrdos del este, vale decir, el Borges, el Capriles, el Ocariz, incluso no quiero coincidir con la adequita que a tiempo se cambió de bando, aunque por más que se tongonee siempre se le ve el bojote. Y es que no quiero coincidir con los tipos ¡ni puedo aunque lo quisiera!, porque es que los carajos son lo más rancio de ultraderechismo, así hablen hipócritamente de capital social; además tampoco representan el estereotipo vernáculo del venezolano promedio, es más, los tipos son medio sospechosos, no sé, hay algo raro ahí. Por eso es que cuando veo algunos marginales en sus marchas no me queda otra que sentir pena por ellos. Tampoco quiero coincidir ¡para nada! con Elías Zatrapana, ni con el pisa pasito de Carlos Fernándes; menos aún me gustaría estar en la misma acera de José Dopingo Blanco ¡vacié!
Ustedes no saben cuánto me place no coincidir en nada con la vieja feísima de Angela Zago, es que eso no puede llamarse gente, lo mismo que la lechuza Colomina, coño porque es que la maldad las pone feas y bien feas, mi compai y es que hasta la mismísima Liliana Ortega se está poniendo horrible. Si no me creen vean a la gorda Maki, a la iff, iff sonido onomatopéyico de inspiración nasal) de Patricia Poleo, vean a la viejita flaca de la red de ebedores de la Ucab, creo que también es de apellido Capriles, vean a la Sosa Gómez, vean a la Maruja Tarre; carajo, se me olvidaba, vean a la carajita de Grado 33 y su mirada perdida en la maldad, bueno y a esta ni se diga, vean a la horripilancia de la de Debate, es que ni siquiera vale la pena saberse el nombre. Ojalá y pudiéramos conseguirle chamba en el canal del Estado a Carla Angola, porque esto sí que sería una verdadera lástima.
Bueno, me referí a la belleza exterior, porque en el caso de ellas hace mucha congruencia con su verbo totalitario y rencoroso, de hecho no tengo nada con la gente fea, porque en realidad eso no existe; lo que sí existe es la fealdad de alma, espíritu y corazón que es la que reflejan los esperpentos arriba nombrados. De manera que si usted tampoco coincide con ellas, entonces no tiene de qué preocuparse ya marcha por buen camino.
Igualmente me causa felicidad que raya en la hilaridad al no tener lugares comunes con la cortesana ilustrada de Carlos Raúl Hernández, ni con el superwakateloso de Manuel Caballero, del mismo modo me siento afortunado al no coincidir en un coño con Rafael Marín, aunque el afortunado más bien es él, ya que el Señor le permite respirar el mismo aire que nosotros y hasta tal vez le tenga preparada una muerte natural. ¡Qué bueno es no tener coincidencia alguna con Américo Martín, Teodoro Petkoff, Pastor Hiedra, Henry Ramos, Andrés Velásquez (¡qué fallo!, dijera Rubén Blades), Juan José Caldera, Antonio Ledezma, Faraco ¿o Fracaso?, Emeterio ¿por qué tan serio? Gómez!.
De contento voy cantando al no conseguirme en coincidencia con Pargoleón Bravo, ni con Atrévete a Soñar Bustamante (él se atrevió a soñar con un golpe y amaneció aporreado); ni con el patito feo de los Nazoa, es decir, Claudio, quien, aunque tiene nombre de gallo, se la pasa cacaraqueando, (no sé, pana, son casualidades); ni con Rolando, ni con Zapata (Lapata es la que se la pasa metiendo), ni con Laureano (pudo ser Laureado, pero se metió a cómico, en vez de conformarse con ser humorista).
La caravana pasa cuando escucho ladrar a los del Frente Insurreccional Militar, en las personas de Huidizo Clavier, Ochoa Antier (sí, antier tuvo una oportunidad y la desperdició) y toda ese pléyade de viejos babosos y embusteros que se congregan allí para mandar a delinquir a los militares, porque es que son de un cobarde tan grande que no son capaces ellos mismos de tomar las armas, sino de mandarle pantaletas y huevos a los militares, pantaletas que son de ellos y del otro adminículo ellos carecen. La lista de indeseables con los cuales no quisiera coincidir puede seguir creciendo, pero mejor me la reservo para una nueva oportunidad.
En cambio sí prefiero coincidir con esa inmensa tropa que se congregó el 12, 13 y 14 de Abril, pidiendo, lágrimas en los ojos y voz quebrantada, el regreso de su presidente secuestrado. Prefiero coincidir con los borrachitos de la esquina de Solís, quienes se la pasan celebrando, porque me causa más confianza el que celebra que el que conspira. Prefiero coincidir con esa banda de marginales que se apostan espontáneamente ante cualquier eventualidad en las inmediaciones de Miraflores con pancartas en la que escriben Chávez con "ese". Sí, claro que sí prefiero acordarme con las putas de la Avenida Baralt que con las princesas que salieron de Sarría y la democracia a las que desean volver las encumbró en Curumo y Santa Mónica. Prefiero una y mil veces coincidir con los vendedores de pescado del mercado de Carúpano y Cumaná quienes cantan la popular canción con un altisonante vorvió, vorvió, vorvió", que con las señoras del Este de Caracas que tuvieron que comprarse el disco del cacerolazo porque las uñas se le partían cada vez que intentaban hacerlas sonar.