La teoría moderna del
comercio internacional acepta la veracidad de la teoría de la ventaja
comparativa y se centra en analizar los patrones de comercio de cada
país y los orígenes de dicha ventaja.
Los teóricos clásicos
suponían que las diferencias en las ventajas comparativas se debían
a la diferente productividad de los recursos, lo que reflejaba una desigual
distribución entre países de tecnología y calificación de mano de
obra. Algunos economistas del siglo XX han dado una explicación más
precisa de las distintas ventajas en la producción, destacando que
la diversidad de precios de los bienes finales refleja la desigualdad
de precios de los recursos productivos, y esta diversidad se debe a
la escasez relativa de estos recursos en cada país. Los países se
especializan en la producción y exportación de aquellos bienes que
requieren materias primas y recursos de los que el país dispone en
abundancia, e importan bienes que requieren recursos que el país no
posee. Por lo antes expuesto a los estados del sur no les conviene una
política comercial basada en los principios de las ventajas comparativas,
ya que el mercado de la actualidad está controlado por los grandes
monopolios. En la época de David Ricardo la productividad estaba determinada
por factores naturales, lo que no es así en la actualidad ya que la
productividad depende de los factores tecnológicos, del conocimiento
y de los monopolios comerciales. Y precisamente no son los países de
Suramérica los que cuentan con tales factores para competir con los
grandes mercados, por ejemplo de las trasnacionales de los Estados Unidos,
quienes en el pasado explotaron a estos y los sometieron a la monoproducción
de un rubro. Esto ha llevado a los países de Suramérica a competir
en desigualdad de condiciones productivas de productos con las trasnacionales
y comercios de otros continentes.
Solo cuando los países
desarrollen sus capacidades tecnológicos, de conocimiento, de comunicación
estos podrán reducir las asimetrías que los separa de los grandes
mercados. Aquí cabe citar al profesor Ernesto Molina Molina, cuando
en su libro Teoría Económica dice:
“En las condiciones
actuales de globalización económica y de un mundo unipolar, un país
subdesarrollado sólo puede alcanzar el desarrollo si el Estado
regula la actividad empresarial nacional con vistas a lograr la más
conveniente incorporación de la producción y los servicios nacionales
a la cadena productiva y de servicios internacionales, garantizando
en perspectiva y con criterio dinámico un cambio estructural progresivo
de la economía y la sociedad y con un consenso y participación consciente
y activa de todo el pueblo.”
Es cierto que pueden
existir productos no renovables como el petróleo, que hasta cierto
punto, esa monoproducción durante un tiempo puede compensarse con los
altos precios, pero como todo, tiene un limite, y si ese país no ha
“sembrado” el petróleo como lo dijera Arturo Uslar Pietri intelectual
venezolano, es decir en modernizar al país con tecnología, conocimientos,
medios de comunicación y hasta la vida social, no hipotecando su futuro
a través de un solo producto, sino diversificando su economía, para
que no pueda derrumbarse y pueda beneficiarse con la política comercial
de las ventajas comparativas. Por ahora, los países del sur, no están
en condiciones para gozar de estos principios hasta que no desarrollen
una política económica que se codee con las grandes empresas del mundo
y para ello se hace necesario reducir las brechas tecnológicas.
¿Hasta qué punto
son consecuentes los Estados Unidos en su concepción del ALCA y TLC
con el principio de Libre Comercio?
En uno de sus discursos
el presidente de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez
Frías, comentaba, a propósito de la Alternativa de Libre Comercio
para las Américas ALCA, que desde un comienzo había nacido mal por
las asimetrías que existen dentro de esta América y las condiciones
económicas y de producción de gran parte de estos países lo que reina
es el analfabetismo, la pobreza y la desnutrición. El ALCA en su propuesta
es un acuerdo para amparar y proteger el proceso de regionalización
funcional y operativa de las empresas transnacionales, lo que identifica
su naturaleza corporativa. Con estas premisas inferimos rápidamente,
que las negociaciones que pretende el gobierno de los Estados Unidos
a través del ALCA, son complejas para los países latinoamericanos,
por los distintos intereses ofensivos y defensivos, que dificultan identificar
las alianzas abarcadoras, beneficios y la no ingerencia por parte del
gobierno de los Estados Unidos en los asuntos de otros Estados. A nuestro
parecer el ALCA ha fracasado con el resurgimiento de gobiernos progresistas
en Suramérica, Centroamérica y el Caribe. Apenas de doce países de
Suramérica, uno, Colombia ha aceptado y firmado con reservas dicho
tratado. Es lógico decir, que el gobierno de los Estados Unidos no
ha sido consecuente con la concepción del ALCA y TLC con el principio
de libre comercio. Es obvio que el gobierno de los Estados Unidos busca
con el ALCA y los TLC una política proteccionista y de instalación
de sus empresas trasnacionales en los países Latinoamericanos, y se
basan en los principios:
1)- Preservar y fortalecer la comunidad democrática de las Américas.
2)- Promover la prosperidad a través de la integración económica y el libre comercio.
3)- Erradicar la pobreza y la discriminación en el hemisferio.
4)- Garantizar el desarrollo
sostenible y conservar el medio ambiente para las generaciones futuras.
Principios que no cumple
el gobierno de los Estados Unidos con ningún acuerdo ya que principalmente
son ellos los que promueven la desestabilización democrática entre
los gobiernos y pueblos Latinoamericanos y otros países del mundo,
como los árabes. Ellos son los que promueven la inversión extranjera
directas (IED), el cual han llevado a los países a descapitalizarse
y ha retardar su desarrollo por medio de la transferencia tecnológica
más avanzadas. Ellos promueven la exclusión de las pequeñas y medianas
empresas favoreciendo el monopolio comercial y las trasnacionales. Fomentan
con sus políticas la producción de productos que puedan equilibrar
su mercado interno, con mano de obra más barata y con recursos no pertenecientes
a su nación. Voluntariamente se excluyeron de la firma del tratado
de Kyoto, por no encontrar la manera de dejar de ser el primer país
que contamina el medio ambiente. Su política neoliberal consiste en
que el Estado no invierta, no proteja su industria, no subsidie la agricultura,
para retardar el desarrollo tecnológico y humano de los países Latinoamericanos.
Son ellos los que obstaculizan con las barreras de aranceles la puesta
de los productos Latinoamericanos en su mercado, porque consideran que
tales productos pueden lesionar su producción.
Precisamente es el gobierno
de los Estados Unidos quienes elaboran estos tratados ALCA, TLC, NAFTA,
de libre comercio, y son ellos que la violan al irrespetar la soberanía
de los países que la han firmado.
Tal vez, dicho tratados
y principios pueda ser consecuente con países de competitividad económica
de iguales, como China, Rusia y Alemania. Mientras tanto Suramérica
de acuerdo a sus variabilidades y sus propias experiencias construye
su propio modelo económico a través de sus propias ventajas comparativas.