La huelga es una herramienta democrática utilizada por las masas descontentas con su situación de dificultad para satisfacer sus necesidades básicas. Todo país democrático sufre de los embates huelguistas, es decir la participación de los pueblos en su lucha constantes para lograr reivindicaciones necesarias, y estas manifestaciones a su vez reafirman la democracia de un país. Todo es distinto en regímenes totalitarios o dictatoriales donde cualquier asomo de huelga es sancionado de inmediato, con medidas represivas, cárcel e incluso la desaparición física de los huelguistas. En Venezuela no ocurre eso. De hecho últimamente las protestas un poco dispersas se han generalizado, las huelgas de hambre por estudiantes de la derecha se han hecho costumbre, hasta un alcalde monto su show por espacio de 48 horas en una huelga-picnic como ahora se denominan.
Esto más allá de perjudicar a la Revolución, más bien la reafirma como un proceso político evidentemente democrático, donde todo el mundo tiene el derecho a protestar, aun cuando las razones sean descabelladas o utilizadas para la desestabilización y el chantaje político. En cualquier país que se considere democrático ocurren huelgas de todo tipo, manifestaciones de cualquier índole, paros escalonados, etcétera. Entonces porque ha de preocuparnos. Lo importante es ir canalizando esas huelgas y sacarles provecho, profundizar en ellas y hacer los correctivos políticos a que dieran lugar estas manifestaciones.
Ahora bien, también debemos dilucidar cuando un proceso huelguista es verdadero, genuino. Observar si el pueblo acompaña estas acciones, que sectores son los que piden satisfacer sus necesidades. Aquí si podemos entrar en eso que se llama, el “Síndrome del Huelguista”. Oponerse por oponerse, exigir cumplimientos de cosas que escapan de la lógica política-jurídica, son fenómenos donde se ven las costuras de la desestabilización. También la manipulación de terceros, que quieren pescar en rio revuelto, influyendo en personas de muy baja autoestima para que se coloquen por ejemplo en huelga de hambre, donde las supuestas reivindicaciones pueden lograrse con simplemente un dialogo o un movimiento de asignación de recursos.
Las ultimas huelgas estudiantiles ha estado entre el límite de la verdadera lucha por ideales o por la simple manipulación ociosa que hacen sectores rancios de la derecha fascista. Igualmente el “demandismo” excesivo de algunos sectores empobrecidos y víctimas de las inundaciones, que manifiestan su interés de tener sus soluciones habitacionales ya¡ y no esperar el tiempo justo y necesario de lo que tarda en construir un complejo habitacional. Este “demandismo” tipo de enfermedad infantil de la Revolución, es aupada desde los medios de comunicación privados.
El pueblo tiene que estar consciente, que 100 años de desidia y de olvido a que fueron sometidos, no es posible superarlo en 12 años de Revolución. Por ello, nuestros líderes no pueden estar dando promesas al voleo, sino, planificar y ofrecer lo que realmente sea posible de hacer. Es ahora o Nunca…Venceremos
pedro2.patino@gmail.com
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