Estimados camaradas socialistas, en estos días próximos pasados, he comenzado a ver una nueva cuña de nuestro gobierno con motivo a la celebración próxima, del bicentenario de la proclamación de la independencia de nuestra bella patria, del otrora nefasto imperio español, y hacen una remembranza de que la nuestra fue la primera constitución de país libre alguno de América, y hacen la analogía con la actual y usan dos de las mas celebres palabras, (aunque en realidad son tres y de ahí mi articulo), que sirvieron de eslogan para la revolución francesa, a saber “Libertad e Igualdad”, pero, como ya les adelante en el titulo y en el paréntesis pasado, se les olvida la partecita de la “Fraternidad”.
Estemos claros, este olvido de la tercera y tan desdeñada palabra del eslogan revolucionario, base de los derechos del hombre y del ciudadano, no es solo en esta propaganda, para nada, ni viene de hace poco tiempo, que va, creo que desde el mismo momento en que fue enunciada, fue, casi de manera inmediata, desdeñada, desusada, olvidada y ciertamente, su enorme carga “Socialista” no puede ser olvidada en este muy voluntario olvido de la historia mundial, y lo triste, es que en el seno de las revoluciones socialistas, la que debió ser la palabra base, la consigna suprema, fue de igual manera y tan sistemáticamente como en el capitalismo, olvidada.
Ahora, pensemos un poco en el contenido de estas tres bellas y tan importantes palabras. Era lógico que en la época del nacimiento de la revolución francesa, en pleno reinado de Luís XVI, donde se vivía en un estado de sumisión y postración total, donde la pobreza y la indigencia llegaban a mas del 80% de la población francesa, un eslogan que sirviese de campaña a una revolución tenia que tener, como principal argumento a la Libertad, ese derecho tan anhelado por todos y que tan pocos realmente viven, pero esa es otra historia, como les decía, en una sociedad tan oprimida, represiva y humillante, la “Libertad”, era la consigna máxima y muy necesaria.
También debemos tener muy en claro, que una sociedad donde la nobleza tenia poderes casi celestiales y se erigía como una clase muy diferente al resto de la plebe, hasta tal punto que su sangre era azul, nada que ver con el vulgo común, la palabra “Igualdad” tuviese un peso muy especifico y contundente para atraer a esa masa silente y muy doliente a levantarse en armas contra el estado establecido e iniciar con fuerza y contundencia máxima, una revolución que acabase como, en verdad ocurrió, no solo con la nobleza, sino con todas las estructuras sociales, aniquilando toda sombra del pasado para reconstruir, sobre estas ruinas mal sanas, una nueva sociedad donde todos fuesen iguales, como les decía, el poder de esta palabra era realmente contundente.
Ahora bien, que paso con la tercera palabra, con la querida “Fraternidad”, y aquí quiero hacer una analogía con el eslogan que aparece en el otrora partido del pueblo venezolano, acción democrática, que reza así: “Pan, Tierra, Trabajo”, analicemos un poco, si a una persona le aseguras por medio del estado el pan, es decir la alimentación y a la vez, le das un sitio donde establecer residencia permanente, ¿para que le vas a dar trabajo?; es cierto, mi análisis es simplista y se bien que no es el final objetivo del eslogan, pero, es la primera reflexión que se le viene a uno a la mente y mas aun, a aquellos seres muy despistados y sumamente atareados, que apenas si leen los titulares, (mas del 90% de la población mundial), que prefieren el impacto de un eslogan simple, pero contundente, a un análisis concreto, sesudo, pero extenso, y esto en palabras muy llanas, fue lo que paso en un principio con la Fraternidad.
Ciertamente, en plena efervescencia revolucionaria, en plena lucha de clases, en plenas ejecuciones sumarias, la “Fraternidad” no tenia cabida y mas aun, ante la contundente necesidad del pueblo francés de Libertad y de Igualdad, es así de simple, la Fraternidad, la Hermandad, la Amistad, en aquellos tiempos, era muy difícil su cabida, pero lo triste es que si bien, en esos momentos tumultuosos de revolución enervante, la hermandad fue pasada por debajo, lo triste es que después y aun en nuestros días, no somos capaces de darle el verdadero valor y la verdadera preponderancia que esta palabra posee.
Pensemos un poco, seamos un tanto individualistas y queramos nuestra comodidad y la seguridad de nuestro bienestar futuro, nos daremos cuenta, casi de manera infalible, que la hermandad con nuestros vecinos es el mejor medio, y por no decir el único, que realmente nos permita tener una cierta sensación, y seguramente, una real situación de paz, protección y de armonía, porque es así de claro, si mi vecino y yo estamos hermanados mas allá de los ideales, mas allá de las creencias y de las razas, estamos realmente hermanados por la convivencia y la seguridad mutua, tanto la igualdad, como la futura libertad, vendrán por si solas, si lo piensan bien se darán cuenta el porque las sociedades capitalistas, desde sus mismos inicios, de manera clara y sistemática, fueron eliminando esta palabra del imaginario social, ya que su peso, su fuerza y su valor, eran realmente muy peligrosas y muy revolucionarias.
Las modernas sociedades capitalistas nos aseguraron una cierta igualdad, ya que esos privilegios absolutos y celestiales que daba la sangre fueron execrados o minimizados en todo el orbe, sobretodo en el occidental, creando una sensación de igualdad que era mas evidente y latente en la letra de las leyes y sobretodo de los derechos civiles del hombre y del ciudadano, aunque seamos sinceros, esto es pura letra muerta y pura sensación fantasiosa, porque si en algún momento de la historia de nuestras sociedades ha habido mas diferencia entre nosotros ha sido en el actual momento, donde la nueva regla de tasación social, es decir, “el dinero”, es la que determina cual es tu posición y por ende tus deberes y derechos en esta muy “igualitaria” sociedad.
También estas sociedades capitalistas han sido geniales en la creación de ese falso mito de la libertad, cuantos de nosotros al escuchar a un pequeño burgués hablando de Cuba, no nos han soltado en cara, como su mas preciado argumento en contra del gobierno cubano, que en la isla los cubanos no tiene derecho a la libertad de poder salir de su país en el momento en que ellos deseen, y si en cierta medida esto es cierto, (todos sabemos las verdaderas causas y no las voy a recordar ahora), no he conseguido, en mis 45 años de existencia, a ningún versado pequeño burgués que halla sido capaz de demostrarme que en esta, nuestra muy capitalista, igualitaria y libre sociedad venezolana, se vive realmente en libertad.
Pensemos en lo anterior tan solo un momento, los cubanos no pueden salir de la isla porque, primero, deben granjearse el costo del pasaje, pagarle a la sociedad todo lo que esta ha retribuido en su vida y en su formación, en fin, una serie de datos y argumentos que nos harían entrar en el eterno debate de la realidad del sistema social cubano y no es mi actual intención, pero cuando estos pequeños burgueses esgrimen este punto, yo solo les pregunto si ellos viven como realmente les gustaría vivir, y si estos son sinceros, y aunque no lo sean, en su cara se les nota, la inmensa mayoría dice que NO, y ante mi siguiente pregunta de porque no cambian la vida y hacen todo lo posible por vivir como desean, la respuesta inequívoca es que NO pueden, las razones miles, pero la respuesta final es siempre la misma, que NO pueden y señores, decir no puedo y decir no soy libre suena muy, pero que muy, parecido.
Es en este punto donde entra la Fraternidad, era lógico que para las sociedades actuales capitalistas de dominación de clases, era muy complicado crear un ambiente de posible y supuesta hermandad entre sus muy mansos seguidores, era mas que lógico que un lazo tan fuerte que una vez que se logra establecer, es quizás, el lazo mas difícil de volver a romper, como es el lazo de la hermandad y mas aun, cuando esta no es impuesta por la sangre sino por los sentimientos, ante este enorme peligro, los grandes genios de la dominación capitalista, optaron, como era obvio y desde su punto de vista muy plausible, execrar, eliminar, hacer desaparecer del diccionario social, la muy revolucionaria e incomoda palabra “Fraternidad”.
Hasta aquí, desde el punto de vista de un socialista, no hay nada nuevo, es simplemente una nueva explicación de algo que es común, pero que por ser tan común damos por asentado, y en el fondo esa no es la intención de este artículo. En este punto me permito recordarles que empecé el presente artículo, hablando de una propaganda de nuestro muy revolucionario gobierno socialista, en donde, y como si de una propaganda creada en los laboratorios capitalistas de dominación, la palabra Fraternidad era eliminada del famoso eslogan revolucionario y esto para mí si que es grave.
Ya fue, ciertamente grave y catastrófico, que al final la lucha ideológica entre el imperio yankee y la ya desaparecida Unión Soviética, se haya limitado y centrado, básicamente, entre una lucha por el ideal libertario, ampliamente defendido por el imperio, (claro, y valga la acotación, una libertad como la que le están imponiendo a Libia, a Irak, a Afganistán y como nos la quieren imponer a nosotros), y el ideal de Justicia, que era la bandera insignia de la ideología soviética, y aquí sobrevino el primer error, el anteponer la justicia, un bien que si bien es cierto es primordial para la vida en sociedad, es tan poco tangible en la psiquis individual, de ahí que ya tenían asegurada su primera derrota, ya que la libertad siempre la asociamos a un bien propio, muy nuestro, muy personal, que nos identifica y que nadie nos debe violar, mientras que la justicia necesita de regentes, de leyes, de preceptos, de condiciones y de uniones de individualidades, y esto no cala de la misma manera en el alma animal de nosotros los supuestos seres racionales.
Que diferente habría sido la historia si la lucha ideológica se hubiese centrado entre la seudo y muy acomodaticia libertad imperial, y la Fraternidad, la Hermandad, La Amistad, de todo el pueblo soviético, que fácil habría sido exportar esta idea a otras realidades sociales muy disímiles con la soviética, a otras latitudes muy diferentes a la soviética, porque estemos claros, las leyes que rigen la justicia no aplican de igual manera en las diferentes culturas y razas del mundo, mientras que la amistad, la unión sentimental, el lazo afectivo, ese que nos une tan solo por el hecho de ser HUMANOS, muy por encima de nuestras diferencias, de nuestras culturas y creencias, esa si que era una fuerza poderosa, aglutinante y avasalladora, y a mi, a esta altura de mi vida, no me cabe la menor duda, que la lucha ideológica habría sido muy diferente y posiblemente el resultado final también.
Pero hagamos, como tanto pide la oposición, y olvidémonos del pasado, eso si, después de haberlo analizado como ya lo hemos hecho, y pensemos en nuestro ahora, para Venezuela y mas aun para esta revolución, la preponderancia en la semántica del discurso socialista gubernamental debería estar centrada en la palabra “Fraternidad”, muy por encima de la libertad o la igualdad, para nosotros que estamos empeñados en lograr construir una nueva sociedad, mas justa, mas humana, mas social para nuestros descendientes, es harto necesario que entendamos que la palabra que engloba, ciertamente, toda la esencia del ser social, toda la fuerza revolucionaria del socialismo, es la “Fraternidad”, la fraternidad entre nosotros, aun teniendo posiciones políticas tan dispares, es por eso que debemos, desde el seno de la revolución, primar la fraternidad entre nosotros antes que cualquier otra cosa.
Esta
es la finalidad cierta de mi articulo, hacer un llamado a la reflexión
de todos aquellos socialistas y de los que no los son, pero que me leen,
a que pensemos que somos un solo pueblo, que somos hermanos y que esa
hermandad nos debe hacer posible buscar las vías de entendimiento que
nos hagan, cada vez mas, una nación mas fuerte, prospera y feliz, y
siendo la nuestra una revolución pacifica y socialista, ha llegado
la hora de darle el justo valor que la historia le ha negado a la “Fraternidad”
y convertirla, de una vez y por todas, en nuestro principal eslogan
revolucionario.