Esperando por tu risa, Hugo

Reunido aquí y allá, ofreciendo charlas, invitado por escuelas y gremios, en su cátedra de la Universidad, acordando talleres de estudio y discusión, asistiendo a programas de radios comunitarias, requerido por los trabajadores en sus sindicatos, abordado en la calle por saludos y solicitudes de ayuda, firme en su convicción revolucionaria; esa es hoy la vida del Ministro del Pueblo Eduardo Samán, siempre al frente para la fortaleza moral de millones de venezolanos, socialista disciplinado en la dimensión política y pesadilla de la derecha endógena.

Ha dicho Samán: “No necesito cargo público para luchar y ser útil al pueblo”; y así lo asume. Trabaja con su tiempo, se mueve por su cuenta, participa con las uñas. “Yo lo quiero mucho…, pero se ha vuelto muy radical”; “es un batallador, un carajo resteado”; “¿quién? ¿Samán? ¡te volviste loco, chico! El Comandante lo saca y tú lo vas a llamar…, nojoda”; “¿sabes que María Lugo trabajó con Samán? ¡Coño, sí! ¿Pero cómo la vuelo?”; “¡Qué peo! … Busca la manera de comunicarte con Elías”.

Así es, Ciudadano Presidente, Comandante único líder, Hugo, pues… Así es la vaina. Desde ministras y ministros, vices, directores y directoras, presidentes de institutos y fundaciones, grandes, medianos y pequeños funcionarios, la administración pública en pleno. Con Samán -sarna, al parecer- nada! Con Samán nada mientras Usted no diga esta boca es mía; con Samán nada mientras Usted apueste al olvido, a la invisibilidad o a creer que el tiempo borra, con Samán nada mientras Usted crea en el silencio, en la sombra mientras predica un Proceso protagónico, en una revolución sin tránsfugas, sin intereses y negocios.

¡Con Samán nada! Tan sólo porque la “Corte” espera la risa, si el Rey no ríe carece de gracia el bufón. Si Samán no es Pancho, Diosdado o Jesse, uno entiende de viejos peligros, de tempranas conspiraciones; si Samán no es Cilia, María León, Yadira o la indefinida María Cristina, el Comandante tiene sus razones… ¡Ríe, Hugo! Para que la Corte ría… ¡Ríe, Hugo! Libera al Camarada del “agravio”. ¡Ríe, Hugo! Porque sin samanes cada día tendrás menos pueblo, más soledad tu liderazgo. ¡Y créelo! Antes de escuchar de tu entorno: “Presidente - de retirada, casi todos - : la tendencia es irreversible”…, y a cualquier General: “En Sabaneta no puede guindar su chinchorro”.

Antonio.rodriguez749@gmail.com

 



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Antonio Rodríguez


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