En la actualidad el tema de la ética ha adquirido una gran importancia en
términos de la educación que deben recibir los futuros profesionales en
los diferentes campos del conocimiento. Los problemas que enfrentan las
sociedades está ameritando la incorporación, en los planes de estudio, de
componentes sobre la ética, que puedan complementar los meramente
científicos, técnicos y humanistas. Y esto se debe, básicamente, a que
la ética tiene que ver con la actuación diaria de las personas y, en el
caso de los profesionales, con su actuación en la intervención y
modificación de las realidades.
En la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales de la Universidad de
Los Andes se imparten tres carreras: Ingeniería Forestal, Técnico Superior
Universitario Forestal y Geografía. Al menos en la definición de la
carrera de TSU Forestal se menciona que “su misión es formar un
profesional con profundos principios técnicos, éticos y morales”, y luego
se agrega, en la definición del TSU Forestal, que “es un profesional capaz
de integrar ética, científica y creativamente los conocimientos”. Es
decir, por exigencias del proyecto de la carrera de TSU Forestal, los
profesionales formados en este campo deben egresar, idealmente,
“blindados” con una coraza ética.
El asunto que se plantea entonces es, cómo hacer para que ese blindaje
ético forme parte de los profesionales del campo forestal-ambiental. Una
vía pareciera ser confrontar a los futuros profesionales con las nociones
básicas de la ética, para que, desde su propia perspectiva, reflexionen y
construyan su propio código de actuación con relación al manejo de los
asuntos forestales y ambientales. Es decir, que se construyan una suerte
de filtro, a través del cual deben pasar las nociones y conocimientos
científicos, técnicos y humanistas que hayan adquirido. Para que, como lo
señala Víctor Guédez (La ética gerencial), tomen acertadas “decisiones
ante los dilemas asociados a lo no previsto… a todo lo que no viene desde
fuera, sino desde dentro de nuestras conciencias”.
Es bueno recordar aquí que la ética tiene dimensiones filosóficas (hacer
el bien por el bien mismo); religiosas (hacer el bien por amor a Dios y
amor al prójimo); humanas (hacer el bien por amor propio); sociopolíticas
(hacer el bien por la convivencia social); institucionales (hacer el bien
por el mejoramiento y progreso de las organizaciones); y legales (hacer el
bien por mandato y prescripción formal). Por lo tanto, que cada quien se
construya un filtro ético a partir de esas dimensiones y a la luz de la
problemática forestal-ambiental actual, es más importante que el mero
discurso de ética forestal, ética ambiental o bioética, que muchas veces
pasa por ser un simple saludo a la bandera.
* alportillo@ula.ve