Depender de ingresos comerciales[1] es seguir atados a la Política mercantil de siglos atrás, cuando en Europa, embriagada con el flujo de riquezas que extraía de sus colonias, a raíz del Descubrimiento del “Nuevo” Continente, se limito a su uso y disfrute. Para entonces privaba el valor de uso sobre el v. de cambio. Tanto así fue que llegó a reinar una convicción económica tal que al mercado se le tuvo como fuente de riqueza. Esta modalidad doctrinaria económica, el mercantilismo, falsa en su concepción del origen de la riqueza, se aplicó durante los siglos XV-XVIII[2].
Pero bien miradas las cosas, débese tener en cuenta de que, según la doctrina mercantilista, “el amor por el dinero”, como medio de enriquecimiento gastivo, al margen de su fuente de obtención, y, en consecuencia, la tenencia del mercado como fuente de la creación de aquel, siguen vigentes en sociedades como la nuestra que lleva más de 100 años viviendo del recurso petrolero que es como vivir de un dólar que, cual espejito, cambiamos por el oro “negro”.
Este dólar es el papel moneda contemporáneo que sustituye económicamente al oro o moneda metálica. Es la famosa y no bien analizada Renta Petrolera (RP), que no ha terminado por ser asimilada a una suerte de “capital originario”. Dicha RP se ha dejado en manos burocráticas que la han usado más para alimentar la corrupción y favorecer a pillos y tartufos de toda índole, que para estimular a verdaderos empresarios privados, o de gente capaz en lo moral y profesional. La han malversado mediante Créditos Públicos recibidos de organismos financieros internacionales, endeudamientos que han resultado irrentables, y pasado cierto número de años, queda la deuda contraída y la pesada carga de intereses y la dominación leonina, porque en régimen capitalista manda y decide el acreedor, no el deudor.
Esté claro que cualquier conato de “siembra” petrolera rentable debe pasar por severas sanciones para el incorrecto manejo de la Hacienda Pública. No en balde, el mantuano Simón Bolívar prescribió pena de muerte para el funcionario que cometiera corrupción desde Bs. 1.00. En Venezuela, al empresario fracasado se le condona la deuda pública contraída frente al Estado, los ministros no son sancionados por sus malversaciones ni a los presidentes se les pasa factura monetaria, sino, a lo sumo, el “exilio dolarado” que todos conocemos.
Ese problema de la mala aplicación de esa RP se ha venido agravando en los últimos quinquenios cuando se ha pretendido reemplazar la economía capitalista por una socialista, sin caer en la cuenta de que si no se ha contado con un sólido aparato productivo desarrollable sólo con manos profesionales, no burocráticas ni cortesanas, la adopción de un nuevo modo de producción, en este caso, socialista, deja mucho qué desear, habida cuenta de que con gente de mediocre preparación técnica y con profesionales de baja moral académica y moral la economía nacional podría resultar más regresiva que evolutiva.
Sobre la base de la nota paginal 2, subnota 11, vemos que ahora la explotación salarial se ha venido trastrocando por la idea, según la cual, la explotación de los trabajadores se maneja en términos de una explotación de una nación a otra, bajo la visión que modernamente asumen la izquierda ligera y los gobiernos populistas que, desentendiéndose de la explotación fabril de los asalariados, limitan sus ataques anticapitalistas a “especulaciones” retóricas sobre la especulación del mercado, a cuestionar la inadecuada distribución de la riqueza entre patronos y aslaraidos, los bajos salarios, la ignorancia alfabética y mil conceptos acientíficos que parecieran reflejarnos el pensamiento crítico mercantilista de varios siglos atrás.
De esa manera, políticos y asesores económicos “socialistas” dejan a un lado la cuestión de las leyes económicas tan perfectamente elaboradas por los creadores del Materialismo Histórico, Carlos Marx y Federico Engels, y soslayan el asunto del “Problema de la Transformación”, que es como si el sistema capitalista pudiera ser abatido con retóricas mitinescas. Así, allí están los resultados frustrantes que vamos conociendo con una economía que no vemos ni puede dar señales positivas, sino de estancamiento y retroceso en buena parte de sus variables.
El uso de la PR para la satisfacción inmediata de necesidades populares está reñido con la necesidad de configurar un aparato productivo con estímulos empresariales e industriosidad, debidamente reguilados por la comunidad obrera, sin más ataduras gubernamentales que las de ofrecer rendimientos ostensibles, más allá de votos con los cuales seguir llegando a Miraflores para seguir usufructuando malversadamente esos “ingresos comerciales”, con igual o peor despilfarro que el practicado por los mercantilista de los siglos XV-XVIII.
El caso es que los países imperiales más poderosos económica y tecnológicamente que otros dominan a estos de tal manera que estos últimos se conviertan en proveedores seguros de los bienes necesitados por el invasor y ganador de las constante guerras cálidas o frías que tienen lugar. Cónfer: Nota al pie # 2, subnota 11. Mientras esos imperialistas y capitalistas altamente desarrollados perfeccionan su manera de vivir y producir, los países, como Venezuela, siguen estancados en una etapa social con criterios mercantilistas, con las evidencias de un funcionamiento burocrático donde la principal industria nacional, Pdvsa, y la hacienda nacional alimentada con la RP siguen rigiéndose por criterios y atavismos económicos decimonónicos.
Fijémonos en la empresa privada: animada como se halla por obtener ganancias, sus primeras medidas tienen como objetivo la conservación de su capital adelantado. Esto lo hacen mediante la creación continua de reservas por concepto de depreciaciones físicas y morales del aparato productor, es decir de su mobiliario en capital constante duradero que ha sufrido desgastes en su potencial de valores de uso y los ha volcado en la nuevas mercancías con ellos procesados, un volamiento de medios de producción fraccionados ,segun la durabilidad o vida útil del medio o maquinaria empleada, y de la productividad del asalariado.
Una Economía, como la Venezolana, que vive atada al Endeudamiento Público Externo que financia con buen aparte de la Renta Petrolera (RP), ni siquiera ha sabido dotar al Estado de los inmuebles que requiere su dilatado aparato burocrático. Aparte de algunas reliquias coloniales, la mayor parte de las oficinas y edificios públicos pertenecen a capitalistas inmobiliarios que desde hace siglos vienen viviendo de esa misma RP. En su lugar y erróneamente, este Estado se ha dedicado a perjudicar a medianos empresarios privados no afectos al gobierno de turno. El gobierno de una país que no es enteramente socialista no puede pretender destruir a la parte opositora por el sólo hecho de que esta no compagine con sus banderas y designios, y tendría que mirar, más bien, hacia logros comunes a favor del país como un todo. Esa misma oposición, contraria al gobierno actual también adoptó un criterio perverso al intentar destruir la riqueza nacional para favorecer sus personales causas políticas.
Una Venezuela mercantilista que, además de su constante y creciente Endeudamiento Publico Externo, suerte de reintegro directo al exterior de buena parte de lo que le ingresa por concepto de RP, se mantiene morosa con buena parte de sus ciudadanos y, como aberración administrativa, usa parte de ese Ingreso Petrolero para cubrir necesidades de otras sociedades que confrontan problemas semejantes, una economía así, decimos, está siendo estrangulada por seguir una política económica mercantilistamente parasitaria.
[2] René Gonard, Historia de las Doctrinas Económicas, Libro II, Cap. I, Nota 6: “A pesar de la oposición de ciertos economistas, como List, parece que la doctrina mercantilista ha conservado fundamentalmente este nombre porque es contemporánea del nacimiento y los primeros desarrollos del capitalismo. Hoy en día está casi universalmente admitido que el capitalismo fue comercial antes de ser industrial”. Nota 9: …Después de todo, ¿es su concepto verdaderamente crisohedónico (amor hacia el oro), en el sentido que indica la etimología del vocablo, es decir metalista o monetario? Entre otros intereses, el asunto ofrece el de ir unido a problemas como estos: …, Nuestros inflacionistas de papel del siglo XX, ¿son los herederos directos, como diría Péguy, o los adversarios de los mercantilistas de XVI .Tal vez, sin embargo, se pudiera notar que lo más íntimo del mercantilismo es exagerar la importancia de la moneda en general. No hay duda de que en los siglos XV,XVI y XVII la moneda se reduce a la moneda metálica, y así puede decirse que el mercantilismo es crisohedónico…, En realidad, el mercantilismo nació en la época en que se afirmaba la preponderancia creciente del comerciante y del capitalismo comercial, y su característica es, por consiguiente, poner en primer término entre las riquezas la del comerciante, la moneda, el capital numerario, movible, convertido en medio y el fin de de la actividad del mercader, incluido en el ciclo D-M-D’…. Cuando se conciba la idea del papel-moneda, ¿no entrarán los partidarios de este en la lógica de la idea mercantilista? En este aspecto, el inflacionista papel, inaugurado por Law (Lewes, un teórico y banquero escocés de origen judío) es la consecuencia del mercantilismo. En apoyo de esta tesis, se pueden invocar razones generales: el cresohedonismo mercantilista y el inflacionismo-papel han sido cuidados en los mismos ambientes y por las mismas causas (supuesta creación de riqueza, impulso dado a la producción y a los cambios), ventajas fiscales para el Estado, etc.. Han conducido a las mismas exageraciones (olvido de la verdadera riqueza por la riqueza monetaria metálica o de papel. Nota 11: Desde este punto de vista (Se refiere al hecho de que, como quiera que el “mercantilismo” como política no puede triunfar en paralelo en todas partes”, sus defensores proclaman la oposición de intereses nacionales entre sí , adoptando como máxima la de que Nadie gana más de lo que otro pierde, proclamada por Montaigne en el siglo XVI, y vuelta a enunciar por Voltaire en el XVIII como una evidencia”),desde el punto de vista doctrinal, dícese, no es más que una reedición de de la antigua idea aristotélica de que, en el cambio-mercado- , la ganancia de uno no puede consistir más que e en la pérdida del otro.
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