Una Bomba de racimo

Criticar exclusivamente a los individuos que ejercen el poder y dan su nombre a la acción de los gobiernos no tiene mayor sentido que el terrorismo. Cuando los marxistas condenan el asesinato político y su contrario (el culto al jefe o el poder pérsonal); cuando presentan a los individuos como productos de su situación o de su clase; cuando otorgan a las condiciones materiales una importancia superior que a las intenciones individuales,...el fin de todas estas afirmaciones no es desalentar la acción al poner en evidencia insuperables determinismos, sino orientarla hacia las "causas" profundas del conflicto. Porque es verdad que la acción política realiza, a. través y más allá de la individualidad de agentes singulares, los imperativos de una situación de la cual no es autor el individuo actuante, es más bien el prisionero, el agente, el engañado, la víctima... 

          Gorz, André.- “Historia y enajenación“.- Fondo de Cultura Económica.- México.- 1964 

          “En Colombia, ser concejal o alcalde es mas peligroso que ser guerrillero“ 

          Alape, Arturo.- “Manuel Marulanda, Tiro Fijo“.-Monte Avila Editores Latinoamericana, C.A..- Caracas.- 2008.- ISBN 978-980-01-1660-9 

    La deportación y entrega al gobierno colombiano, del camarada periodista Joaquin Perez Becerra, sobreviviente excepcional de la Unión Patriótica1, ha suscitado todo género de expresiones de indignación y no es para menos. El modo en que se tomó la medida luce precipitado y hasta torpe. Quiza pudieron evitarse declaraciones infortunadas como la de Andrés Izarra calificando al personaje de terrorista, cosa que en todo caso le tocará probar al gobierno de Colombia. Pero no solo se ha actuado precipitadamente por parte del gobierno; tambien una parte de la izquierda ha comprometido con precipitación juicios y actitudes poco afortunados por decir lo menos y hasta el mismo Perez Becerra ha emitido juicios que en su caso son plenamente comprensibles; no envano es la primera víctima de todo este asunto. Todos, absolutamente todos hemos padecido un primer momento de desconcierto similar al que debe sentirse cuando te bombardean de improviso

    A nuestro juicio, el incidente merece algunas reflexiones antes de emitir opinion. En primer término resulta interesante observar cómo las primeras voces en defensa de este camarada se han montado intentando demostrar que Joaquin Perez Becerra carece de vinculación con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, o proclamando su actual nacionalidad sueca. Lo chapucero del primer argumento consiste en que –cierto o falso, lo mismo da- reconoce implícitamente que tener alguna forma de vinculación con las FARC, así sea meramente afectiva, constituye delito. Y ese es justo el criterio que trata de imponer el gobierno de Colombia. En cuanto a la nacionalidad de Perez Becerra, no parece que el hecho de que sea sueco vaya a cambiar el estátus de terrorista que le ha endilgado el gobierno colombiano. Recordemos que para los fines de la “guerra contra el terrorismo“ daría lo mismo si el tercio viniera de Marte. Para eso Santos en uno de los arcángeles de los ejércitos del bién, en lucha perenne por la “justicia infinita“. En este caso, ser sueco o hacerse el sueco, lo mismo da. 

    Los argumentos de marras solo son tales si se les refiere a la legalidad burguesa del Estado Colombiano que es la misma que parece reconocer acríticamente tanto nuestro gobierno cuando arroja mansamente al camarada Perez Becerra en brazos del gobierno de nuestro vecino, cuanto unos críticos que con sus argumentos terminan por hacerle el juego al mismo Santos. Esa decisión que luce tan repugnante –por decir lo menos- requiere mucho análisis antes de emitir juicios atolondrados, como nos proponemos demostrar.  

    Los conflictos sociales –manifestación fenoménica casi siempre de la lucha de clases- alcanza un equilibrio dinámico en su forma política, porque en ella los actores reconocen de cualquier forma –implícita o explícita- un mismo marco institucional y legal. 

    Pongamos por caso nuestro propio presente: Una parte de la oposición al proceso bolivariano, parece haber asumido el marco institucional que se expresa en nuestra constitución –habrá que creerles con todas las reservas del caso- y en consecuencia, hacen política en el escenario de la Asamblea Nacional. 

    Cuando los conflictos políticos no alcanzan equilibrio en el marco institucional, cuando como decimos popularmente alguien “le da una patada a la mesa“, la política se transforma en guerra. No es otro el sentido del conocidísimo axioma de Clausewitz2: “La guerra es la continuación de la política por otros medios“ 

    Ahora bien, la guerra no solo se resuelve con piedras o cañones. La guerra la gana quien sepa imponer miedo al enemigo (Sun Zu)3 y este miedo se puede producir de mil maneras, como saben desde hace mucho tiempo en los medios masivos de comunicación. Un arma de guerra, una verdadera bomba de racimo, ha sido en este caso esa “alerta roja“ cocinada por Interpol mientras Perez Becerra volaba plácidamente rumbo a Venezuela, para crearle a nuestro país un verdadero dilema que por fortuna se resolvió mas con el cerebro que con las hormonas. 

    Al tercio que proclamó de inmediato “No a la entrega del periodista Joaquín Pérez Becerra“ sería razonable hacerle una pregunta obvia antes de suscribir su proclama, por lo demás muy justa: ¿Que hacemos despues de gritar “NO“?, ¿Nos vamos a rescatarlo?, ¿Hacemos un plantón ante la embajada de Colombia?, o nos comportamos como entes pensantes y empezamos a tratar de entender el asunto y darle la mejor respuesta posible... que nunca será perfecta por supuesto. En el hecho político, la opinión puede ser un elemento importante si se produce de manera oportuna, es decir, dentro de un diseño estratégico, pero si se emite de buenas a primeras y es solo expresión de un desahogo, resulta simplemente narcisista. 

    Venezuela –parece que hay que repetirlo- está asediada. No solo porque tiene petróleo, motivo que ya sería suficiente, sino porque encima estamos desde hace doce años pintándole una paloma al imperio mas poderoso de la historia. La subsistencia y continuidad de nuestro proceso hacia una sociedad de iguales, llamémosla socialismo o como mejor plazca, solo es viable si somos capaces de construír a nuestro alrededor una unión de países dispuestos al acuerdo mínimo de defender mutuamente sus respectivas soberanías, un conjunto de gobiernos que por convencimiento o porque en el contexto actual no les queda mas remedio, están precisamente en estos días dando forma a una unión que por primera vez excluye explícitamente a los Estados Unidos de América. ¿No tendrá esto algo que ver con la siembra de un Pérez Becerra convertido en paria de la noche a la mañana gracias a las mágicas computadoras del difunto Raul Reyes? 

    Habrá  quien crea que este no es un argumento suficiente para cohonestar un hecho tan bochornoso como fué la entrega de Joaquin Perez Becerra al gobierno de Colombia. Quien así opine está en todo su derecho de hacerlo sin que tema por su integridad física, precisamente porque con una enorme flexibilidad política, nuestro Comandante ha sido capaz durante doce años ya, de sortear todas las trampas que se le han impuesto, en un clima político que permite hasta que se le miente la madre al Presidente. Bastaría solo recordar la inmensa inteligencia con que Chávez dejó que se frieran en su propia manteca los militares de la Plaza Altamira, pese a los sueños de asalto que proclamaban algunas cabezas calientes. Conservar este bien, esta democracia que se renueva cada día y que ha demostrado a lo largo de doce años mantener una trayectoria de liberación y justicia social, está por encima de cualquier otra consideración, y esto solo es posible mientras seamos capaces de mantener nuestras controversias en el plano político, es decir, compartiendo con el otro el reconocimiento tácito de una misma institucionalidad.  

    En el caso de nuestra relación con el gobierno colombiano y con todos los demas gobiernos de la región, esa institucionalidad común es el Estado Burgués con todas las reglas de juego que ese reconocimiento significa. Reglas que estan ahí por mas que nos repugnen, y seguirían estando indefinidamente si acaso no fuéramos capaces de hacer otra cosa que berrinches y pataletas.  

    Algunos se escandalizarán con este reconocimiento del carácter burgués del Estado Venezolano, pero no hacerlo es de imbéciles, porque lo que está  a la vista no necesita anteojos. Es mas, la única oportunidad que tenemos para terminar algún día de desmontar ese Estado, parte precisamente del reconocimiento lúcido de su naturaleza actual. Creemos  que no está hoy Venezuela en condiciones de “darle una patada a la mesa“ y salir bien librada en este caso. Muy por el contrario sospecho que inducirnos a ese error, era uno de los objetivos que se buscaba con un incidente milimétriamente fabricado, precisamente para darle un golpe no solo a Venezuela, sino a toda la Unión de Naciones Latinoamenricanas y del Caribe. Escenario en el que algunos gobiernos deben estarse sintiendo hoy muy incómodos, por aquello de que “el que a dos amos sirve, con ninguno queda bien“. 

    Pero este cuento, a nuestro juicio no concluye aquí. Hemos encajado un golpe importante y eso debe ser reconocido con claridad. Así como deportando a Perez Becerra hemos podido por ahora preservar la unidad en lo externo –caro precio por cierto-, ha quedado claro para nosotros y para nuestros enemigos, cuan frágil puede ser esa misma unidad en lo interno. Hemos visto cómo con precipitación, algunos compatriotas incluso amenazaron con suspender su apoyo a este proceso nuestro: ¿será que van a votar por Ledesma o Rosales4? O será que se van a ir a sus casas a rumiar frustraciones como lo hizo durante veinte años una buena parte de la izquierda histórica. Cualquiera sea el caso, lo cierto es que el incidente Perez Becerra ha logrado al menos uno de sus objetivos: Abrir una fisura en el campo revolucionario. Se nos ha ido al suelo el jarrón y seguramente recojeremos los pedazos y los volveremos a unir con pegamento, pero por desgracia será ya un jarrón restaurado. Es por eso que este incidente ha sido como una bomba de racimo. Ahora lo que nos queda es hacer control de daños, asumiendo un debate que de cualquier modo hubiéramos tenido que afrontar en cualquier momento. Es un debate sobre la naturaleza misma de nuestro proceso político, sobre la naturaleza del Estado y las posibilidades reales de su transformación en el marco de un contexto global poco propicio por decir lo menos. Es un debate permanente que debe responder repetidamente una pregunta crucial: ¿Cómo puede construírse el socialismo en el seno de un Sistema Mundo Capitalista? Ademas, nos estamos refiriendo a un Estado –el nuestro- cuya sobrevivencia se sostiene colocando en el mercado global de la energía un potente chorro de petróleo que no podemos detener.  

    Cualquiera sea la respuesta a estas interrogantes, será  siempre una respuesta de carácter político. Una respuesta estratégica que nunca podrá dejar satisfechas las espectativas de conservadores y anarquistas. Polos extremos, marco de referencia del momento estratégico de toda política, mas allá de los cuales, esta se extingue. Al respecto nos dice Enrique Dussel: 

    “El principio normativo de factibilidad política podría ser aproximadamente enunciado de la siguiente manera: Debemos operar estratégicamente teniendo en cuenta que las acciones y las instituciones políticas tienen que ser siempre consideradas como posibilidades factibles, más allá de la mera posibilidad conservadora y más acá de la posibilidad-imposible del anarquista extremo...“5  
 

cajp391130@yahoo.es



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Pedro Calzada


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