(Mercado de medios de producción y m. de bienes de consumo final)

El Problema de la Transformación, Suplemento IV[i]

   Estamos ante el gran mercado de todos los tipos de mercancías, tanto de medios de producción como de bienes de consumo final. Las mercancías del primer tipo suponen una contraposición de oferta y demanda exclusiva entre capitalistas; en las del segundo tipo, la oferta y demanda es coprotagonizada  por capitalistas de todo tipo y por todos trabajadores, los primeros con su renta de plusvalía, y los segundos con sus salarios.

I.- El mercado de medios de producción conduce a la formación de los “precios de producción”, según venimos explicando en entregas afines y sus correspondientes “Suplementos” I-III (http://www.aporrea.org/). Establecido este precio, para conveniencia de los capitalistas de mayor rango o poder económico, es decir, logrado un determinado y puntual equilibrio lucrativo para este mercado, pueden sobrevenir ocasionales desviaciones de estos precios de producción que conduzcan en un segundo momento a la formación de los precios de mercado en ese mismo mercado de medios de producción.

En general, los precios de mercado suelen apartarse de los precios de producción, con lo cual el valor (Valor trabajo) de estas mercancías productivas sufren transformaciones de segundo orden por cuanto dichos p. de producción representan en sí mismos la primera transformación del valor trabajo, ya que de otra manera el sistema se mantendría en permanente desequilibrio. Recordemos que si las ventas fueran al estricto valor trabajo, entonces algunos fabricantes (los de mayor composición orgánica) obtendrían una tasa de ganancia menor a la obtenida por los de menor composición. Cuando se forman los p. de producción el sistema desacelera su dinámica, por lo menos durante un corto plazo. Las migraciones de capital del sector dedicado a la producción de medios de producción hacia el sector de bienes de consumo final se detienen o bajan su velocidad, ¡y todos tranquilos!

II.- En el mercado de las mercancías consuntivas para el consumo final, sus precios de mercado también aparecen como transformaciones sufridas por los precios de producción que ya se establecieron en el otro mercado y luego vendieron a sus respectivos “precios de mercado”.

A tales efectos, más ilustrativos, podemos valernos de la siguiente cadena de igualdades:

Valor de todas las mercancías, fábrica adentro {precios de producción {precios de mercado, fuera de fábrica.

La correspondencia ponderada, pues, entre valor trabajo y los precios finales a los que son adquiridas las mercancías ora como medios de producción, ora como productos de consumo final, reafirma que la riqueza, y la ganancia  que forma parte de ella, son creadas exclusivamente en los centros de producción, y no en el mercado. En este sólo se opera con mercancías que, primero, son objetos de ajustes competitivos entre los capitalistas de medios de producción y los de bienes de consumo. Se trata de una primera competencia en pos de una igualación de las tasas de ganancia para todo el aparato productivo, con independencia de las tasas de ganancia propias de cada empresa en particular. Recordemos que unas empresas contratan más asalariados que otras en virtud de su grado técnico de fabricación, pero no por ello dejan de obtener una tasa de ganancia media. Son empresas que no se hacen más ricas ni más prontamente porque sencillamente operan con pequeños volúmenes de capital en relación a las grandes, industrializadas y mecanizadas empresas transnacionales, por ejemplo.

Una segunda competencia se da entre los capitalistas en búsqueda de mayores volúmenes de demanda, a la par con la tasa de ganancia. Esta vez buscan penetrar, acaparar y centralizar mercados; la llevan a cabo entre los propios empresarios de medios de producción y entre los de bienes de consumo final. Sin embargo, existe un tipo de falsa competencia manejada en la literatura burguesa, propia de la Economía Vulgar, según la cual los demandantes competirían entre sí para reservarse cuotas de mercancías que pudieran escasear, o los vendedores lo harían entre sí para colocar sus excedentes invendibles a precios mayores.

En verdad, estos desajustes entre oferta y demanda no se resuelven por competencia alguna, sino por la vía meramente productiva: cuando hay escasez, algunos empresarios podrían entrar en funciones y la oferta crecería compensatoriamente. En caso de sobreproducción, la producción de restringe, pero en ambos  casos los demandantes se hallan fuera de juego competitivo.

 Son esas transformaciones del valor del PIB (Producto Interno Bruto), de segundo orden, bajo un nivel de concreción mayor entre lo que ocurre en los centros productivos y lo que a ese valor le ocurre cuando se lanza al mercado, las que ha sido negadas, silenciadas o incomprendidas en la obra El Capital, Carlos Marx. Tales transformaciones existen, pero no representan ningún problema científico, según la Economía Política Marxista.

El tal “Problema de la Transformación” sólo ha respondido a una mediática académica burguesa, formulado por connotados Economistas Vulgares, como Paul Samuelson[1], Claudio Napoleoni[2], Paul Sweezy[3], y, más recientemente, por algunos “marxistas”,  reformistas, y hasta neomarxistas, que por allí deambulan pretendiendo reivindicar a Marx, modificarlo, negarlo, etc.

Problema, opiniones y formulaciones que sólo buscan seguir negando que en este sistema se explota a los asalariados, que la ganancia se concreta en los mercados, pero se crea en las fábricas. Por esta razón, los detractores del marxismo, los apologistas del sistema burgués,  dan por eterno el modo capitalista de producción, como si habláramos de simples procesos técnicos, como relación entre hombres y medios de producción, con abstracción de las relaciones clasistas de producción, y siguen considerando que la ganancia procede del mercado.



[1] K. Valtuj, ”Exposición formalizada de la teoría de Marx: El Problema de la Transformación, Academia de Ciencias Sociales de la URSS, Ciencias Sociales, (Moscú), 1980, # 42, pág. 217.

[2] Claudio Napoleoni, Diccionario de Economía Política, (Madrid, 1962), pp. 1583 y sig.

[3] Paul M. Sweezy, Teoría del Desarrollo Capitalista, (Buenos Aires), pp. 175 y sig.



[i] Hemos venido creando la serie de entregas virtuales sobre Economía Científica Política, y sobre Economía Vulgar, bajo la envolvente denominación de: “Conozcamos” y afines. Su compilación posterior la llamaré. “Conozcamos El Capital”, un proyecto de literatura económica cuya ejecución se mueve al ritmo y velocidad de los nuevos “conozcamos” que vamos aportando y creando con la praxis correspondiente. Agradecemos a “aporrea.org”, a su excelente y calificado personal, “ductor” y gerencial, toda esa generosa puerta abierta que nos vienen brindando, a mí,   y con ello a todos los lectores virtuales del mundo moderno.

marmac@cantv.net



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Manuel C. Martínez M.


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