“Uno de los fenómenos más curiosos de anotar en el Nuevo Mundo por aquellos tiempos es el peculiar sentido revolucionario de los criollos: quieren la revolución contra España para conservar el orden tradicional heredado de la misma España”.
Tomado de: Indalecio Liévano Aguirre, Bolívar.
Lo que el respetado y meritorio historiador colombiano recogió en ese extracto de su biografía de Simón Bolívar nos da pie para pensar que la llamada Guerra de Independencia venezolana contra España no pasó de ser una secesión, rayana en fratricidio; una lucha intraclasita, y no una lucha social entre explotadores y explotados; sólo fue una lucha entre los explotadores de marras (Esclavistas todos ellos, encomenderos o hacendados y comerciantes con diferencias de capital y derechos políticos). Asimismo, la Guerra de Independencia española contra Francia fue una guerra de explotadores entre sí, los feudales y proburgueses, respectivamente.
Recordemos que el Imperio Español no pereció, como tal, porque luego de la recuperación del absolutismo, los derechos realistas fueron conservados como hasta hoy. Simplemente, su extenso territorio fue fragmentado cuando sus colonias se desmembraron a raíz de esas “secesiones”.
Esa secesión permitió, salvando algunas diferencias, que las mismas características socioeconómicas que imperaban en la España colonial, feudal, mercantilista, comercial, rentista, parasitaria y de baja industriosidad, fueran perpetuadas por los beneficiarios de la Independencia desde José A. Páez, primer presidente burgués de la República de Venezuela.
Nuestra Historia Patria podría interpretarse como una de las menos consolidadas de las excolonias españolas. En su Historiografía se cuentan muchos escritores extranjeros y venezolanos, de los mismos tiempos coloniales y de los modernos, de corrientes izquierdistas y burguesas. Las biografías de Bolívar no terminan de uniformarse, ni el Estado venezolano, hoy bolivariano, logra convalidar ninguna de ellas. Reina al respecto la más absoluta libertad de expresión, versión y divulgación, siempre y cuando todo sea loas, rendiciones y reconocimientos a las fuerzas “españolas criollas” que nos desligaron políticamente del Imperio Español, al vencer a sus paisanos nacidos en España, quienes se atrincheraron en la defensa de los “derechos de Fernando VII”, temerosos de que las igualdades sociales conquistadas por los liberales franceses pusieran en peligro las prebendas y privilegios que aquí gozaban como esclavistas, encomenderos o hacendados, a diferencia de los “ españoles criollos” nacidos en Venezuela, quienes, no menos temerosos por ese mismo peligro de libertades, buscaban el poder político que era de exclusivo ejercicio de los nacidos en la península.
Digamos que carecemos de una Historia Patria única, al lado de muchas de ellas. Según la versión lievánica, cuando a raíz de los “sucesos de Bayona”, Francia secuestra al Rey Fernando VII y al Rey padre y domina a España hasta 1812, los preceptos sociales, políticos y económicos que va a imponer la burguesía, tendentes a una igualación de derechos humanos en reemplazo de los desigualdades feudales y gremiales que impedían la libre disposición de mano de obra, en favor de un capitalismo avasallante, podrían efectivamente poner en riesgo y eliminar todos los privilegios y prebendas que los españoles realistas y criollos allá y aquí disfrutaban.
Los “españoles de origen” (realistas o chapetones), si bien los atraía el desarrollo económico que ofrecía la pionera industria inglesa, siguieron presos de sus hábitos como explotadores feudales, encomenderos, mercantilistas y esclavistas.
Los “españoles criollos” (mantuanos) terminaron triunfando porque se sumaron a las ofertas revolucionarias burguesas derivadas de la Revolución Francesa. De allí las ayudas prestadas por Francia a Miranda, por Inglaterra a Bolívar y Bello, con cuotas financieras y de soldados connotados e inscritos en esas historias bélicas e independentistas americanas.
Esos criollos necesitaban el Poder Político que finalmente conquistaron para conservar sus propios privilegios feudales. En tal sentido, terminaron aceptando los derechos igualitarios que las democracias burguesas requerían para un mejor desarrollo del capitalismo emergente. Las liberaciones de esclavos apuntaban hacia esos fines.
El desarrollo de esa Historia culmina con la destrucción de la Gran Colombia y el nombramiento de Páez como primer Presidente de la Primera República Burguesa de Venezuela. Las actuaciones cumplidas hasta ahora desde ese de este mandato burgués revelan la continuidad de los privilegios clasistas comerciales, de baja industriosidad, que luego de 70 años de mercantilismo y baja producción industrial, se perfeccionó con la explotación petrolera. Esta, con sus correspondientes diferencias, vino a convalidar y dar renacimiento al viejo parasitismo feudal de la misma España limitada a la importación de metales preciosos para satisfacer su consumismo suntuario y parasitario. Sábese que toda la riqueza ingresada a la España colonialista e imperial fue drenada hacia el resto de la Europa industriosa que terminó acumulando suficiente capital originario para desarrollo del capitalismo que hoy impera en el mundo.
Conste que no se trató de humanitarismo ni religiosismo alguno, lo que inspiraba estos libertadores. Los criollos intuyeron que para su propio desarrollo burgués necesitaban controlar todo el Poder Político. Como descubrió y planteó Carlos Marx, 18 años después de muerto Bolívar, el modo capitalista en ciernes no conoce de nacionalidades ni de patria, razón por la cual era indiferente pertenecer a la España, Aristocrática, consuntiva y parasitaria, que seguir atados a unos paisanos americanos que impedirían la libre explotación de asalariados, entre otras “afrancesadas” libertades. De allí que una de las primeras ofertas políticas de Bolívar fue la liberación de sus propios esclavos heredados de los vínculos maternos y paternos.
Las encontradas reacciones de los “realistas” y los “criollos” pusieron en evidencia que en estos territorios no se había fomentado ningún interés productivo más allá de los bajos niveles de producción rural, con un comercio sometido a una rigurosa legislación proteccionista reñida con el empuje comercial de países que comenzaban a incrementar la oferta de mercancías exportables, al precio del oro de estas colonias. Quedó demostrado que todas las mercancías son oro, como medios de compra; que el oro no sólo estaría en El Dorado, sino en cada mercancía que halle mercado cambiable por oro o plata. Realistas y criollos entran en un proceso bélico de secesión por temor a perder los privilegios feudales que precisamente defendían los sucesores de Carlos IV, y que desde 1914 quedaron preservados con la “restauración del absolutismo” en la persona del traidor, cobarde, católico y asesino Fernando VII, por la “gracia divina”. Con este se restauró la Inquisición española que todos conocemos.
La restauración del absolutismo feudal español, en la América descolonizada, se vistió de democracia, siguió con las taras comerciales y que finalmente, hace 110 años le ha permitido a la burguesía comercial criolla, descendiente económica directa de esos “libertadores”, continuar con sus vida rentística y de baja industriosidad que hasta hoy día sigue privando en Venezuela.
Los connatos de industrialización no han superado la fase publicitaria y comercial de los países industriales desarrollados, interesados en vendernos sus excedentes mercantiles en medios de producción y capital dinerario. Hoy, Venezuela, desde hace más de 100 años, lejos de producir mercancías en volúmenes competitivos en el mercado mundial, se viene limitando a extraer y saquear “oro negro” del subsuelo; lo hacen los gobernantes a nombre del mismo pueblo indígena que seguimos siendo, y que ayer cambiaba espejitos por “oro amarillo”.