Ya este país, en donde la memoria es muy corta, desgraciadamente, nadie se acuerda que un 20 de mayo de 1.993, la entonces Corte Suprema de Justicia, en pleno, del nefasto puntofijismo, emitió un fallo en donde acordaba por mayoría (Con el voto en contra de la hoy “chavista” Magistrada Hildergard Rondón de Sansó), abrir el procedimiento de antejuicio de merito al entonces presidente Carlos Andrés Pérez, quien quedaba automáticamente destituido de la Presidencia de la Republica para convertirse en un reo de la justicia. Hay que hacerle honor, a su ponente el Magistrado Gonzalo Rodríguez Corro, un juez puntofijista, pero que se atrevió a tomar aquella decisión, no cediendo a la presión de quienes querían una guerra civil en este país con tal y mantenerse en el poder, como eran los sectores más reaccionarios rancios del adeco-copeyanismo, aun viviente y coleante.
Es lamentable, decir que aquella sentencia histórica, prácticamente no sirvió para nada, judicialmente hablando, puesto que ella debió haber sido un hito que iniciase un movimiento reformador y revolucionario dentro del poder judicial como en el mundo de la academia de las ciencias jurídicas, y a pesar que luego se inicio un proceso constituyente, ese movimiento revolucionario (Tan solo reformador, no aspiro a mucho), hoy brilla por su ausencia y muchas sentencias indignas, aun en la revolución bolivariana, se han dado como la que “lavo” un golpe de estado, la que legalizó al método fraudulento e inconstitucional de las “morochas” en materia electoral (El nuevo pacto de punto fijo de pumalacas y derechistas para repartirse el país y cerrarle el paso a una tercera opción de izquierda revolucionaria) y la sentencia impúdica que renuncia a la soberanía judicial y por ello hoy estamos demandados ante tribunales y árbitros extranjeros por la EXXON y otras transnacionales, todas estas taras judiciales, hacen que hoy, después de 18 años aquella célebre sentencia de la extinta e ingratamente recordada Corte Suprema de Justicia, del 20 de mayo de 1.993, y aquí recordada, haya sido hasta hoy, la sentencia mas lucida de la cúpula del poder judicial, que bochorno, tener que reconocer esta desgracia. Hoy el poder judicial está en manos de antiguos y nuevos puntofijistas quienes se han camuflados de “revolucionarios” o se han disfrazado de rojo y lo peor de todo es que cuentan con el respaldo irrestricto del cogollo del poder político, en especial del líder; es decir, que la vaina esta para ponerse a llorar.
Como botón de muestra de lo anterior, que respalda lo arriba dicho, así los adulantes o “beneficiarios” de este estado de cosas (Que muchos en aquel 20-M-93, estaban en la acera de al frente, en la acera de CAP), digan otra cosa, traemos a colación la “reforma” de la ley anticorrupción; y digo reforma entrecomillado porque la reforma es en peor, en el sentido de favorecer la conducta delictiva del cohecho y ponérselas mas difícil al ciudadano para que tenga acceso a documentos que ayuden a denunciar y para denunciar en sí.
Aunque voy a escribir al respecto, estoy por concluir dos puntos para entregar el primer escrito conclusivo, pero les adelanto que esta ley (Al menos del proyecto aprobado en primera discusión), primero, es mentira que aumente las penas por los delitos de corrupción o los “aumentos” son bastantes pírricos; segundo, trata de cooptar a la contraloría social (Una vieja aspiración pumalaca en complicidad con la contraloría general, ser ella misma y al mismo tiempo “Contraloría social” y controlado), en contra del principio constitucional de transparencia, una de las bases principistas de la lucha anticorrupción, trata de establecer “documentos secretos”, eso para impedir la revisión por parte del pueblo (En protección del corrupto) y por último, en vez de facilitar la denuncia y proteger al denunciante, sobretodo cuando este es el “pobre Juan”, penaliza la denuncia, crea terrorismo judicial para que nadie “se atreva” a denunciar, inclusive con años de cárcel.
Indiscutiblemente y lamentablemente, mas nadie más que yo, hubiese querido nunca haber dicho esto, pero después de 18 años aquella célebre e histórica sentencia de un 20 de mayo, debo reconocer (Desgraciadamente), en honor a la verdad, que aquel fallo, ha sido el más lucido de la cúpula del poder judicial, en todo el siglo XX y lo que va del siglo XXI.
franciscosierracorrales@yahoo.com.ar