Viendo el espectáculo presentado durante los fines de semanas en las principales ciudades del país, donde abundan las cervecerías y bodegones convertidos en discotecas o noche club al aire libre, ubicados en avenidas centrales de cualquier centro comercial o urbanización sin distingo de clase, con las respectivas tomaderas de licor, fundamentalmente cerveza, que para nadie es un secreto, mayoritariamente Polar, nos permite corroborar que para estos, el afán de ganancia como ley del mercado capitalista, está por encima de todo valor humano, incluso, de la propia vida, pudiendo perderse esta en un hecho delictivo directo o en un accidente de tránsito ligados al consumo de cerveza, como lamentablemente viene pasando.
Ahora, si no nos detenemos a hacer un análisis sociológico de esta situación, sin mucho conocimiento o esfuerzo, concluimos que los asiduos visitantes en estos dantescos espectáculos, son principalmente jóvenes, bien sean estudiantes liceístas o universitarios, trabajadores obreros o empleados, desocupados rebuscados, los aprovechadores y los coleados en espera de una brindada, mientras, retando, sin saber los peligros tras una diversión engañosa, son inducidos por una bestial e incontrolada publicidad; inevitablemente también aparecen otros tipos de jóvenes en espera de oportunidad, los delincuentes, que igualmente inducidos, pero por la apetencia de lucro fácil, se montan en el acecho de sus potenciales víctimas, generalmente los otros muchachos que, en una inexplicable inocencia, al estar consumiendo cerveza u otros sin control se convierten en un objetivo casi sin escapatoria a merced de la muerte en cualquier rincón oscuro o en una carretera o autopista sediciosos.
De igual proporción se presenta la irresponsable permisividad gubernamental, principalmente en las alcaldías y gobiernos regionales, que siendo los obligados de regular la conducta ciudadana y comercial en esta materia de acuerdo a la Constitución, Ley y las Ordenanzas, así como del clamor de la opinión pública, hacen gala de un silencio cómplice escondido en el derecho al trabajo de los cerveceros y a la diversión juvenil, por supuesto, sin importarles que quienes realmente se benefician de este pernicioso negocio, son los fabricantes y detallistas de la cerveza y demás licores, por cuanto al estar regados por todas partes, sin discriminar distancias de los centros de estudios, de trabajo o religioso, se apropian del dinero que gastan los muchachos, bien sea, después de la respectiva jornada de trabajo, semanal o quincenal, o de estudios producto del cobro de una beca gubernamental o mesada familiar.
Abogados