Ese ventajismo patronal
se hace notorio al final de la relación laboral, cuando el asalariado
o funcionario público salen de las nóminas de trabajadores
activos. En estas condiciones su indefensión se refuerza ya que no
cuenta ni siquiera con el respaldo de los trabajadores activos. Estos
sufren el razonable miedo de que su patrono los despida o tome alguna
represalia en caso de apoyar a gente jubilada o cesanteada. A esta justificada
falta de compañerismo se le llama carencia de solidaridad; así lo
hacen los falsos sociólogos y politólogos defensores del pueblo trabajador.
En el caso de la
empresa privada, y gracias a la defensa sindical burguesa, los patronos
ahora se muestran más cumplidores de sus obligaciones con sus ex trabajadores,
pero en el caso del patrono gubernamental, este provoca la formación
de ex trabajadores indignados porque ya que aquel suele desentenderse
de aquellos ex funcionarios que no son sus incondicionales, que no cierran
notorias y serviles filas en el partido de gobierno, que no tienen “palancas”
de gente “pesada” en ese gobierno que se pone duro y cómico cando
se le reclama el cumplimiento de sus viejas deudas con los trabajadores.
Pareciera que no se le sirve al Estado, sino al gobernante de turno.
Es así cómo los
jubilados de las Universidades venezolanas llevan más de 36 años
con acreencias causadas, vencidas y que a cada segundo crecen exponencialmente
sin que a ningún funcionario público responsable directo de estas
deudas sociales mueva una paja para resolverle este problemón a quienes
ya entraron en la cuenta regresiva de sus años de vida. Estos tienen
que viviendo y adulando y soñando y suplicando que le paguen lo que
se ganó cuando fue trabajador activo porque, valga la digresión: esas
prestaciones sociales, esas “jubilaciones”, esas vacaciones, esos
bonos y todas esas acreencias del trabajador son partes retenidas del
salario impago semanal o quincenalmente, como pre retenidos son lo son
los llamados aguinaldos de fin de
año. Estas erogaciones patronales han sido deducidas del salario
y guardadas, por así decirlo, para serles reintegradas al trabajador
al final de año con el objeto de que, pase sus días
de desempleado, sus vacaciones y sus últimos años de vida sin pedir
limosna de nadie, sin adularle a nadie, porque para eso trabajó, y
lo hizo con el agravante de que fue explotado burguesamente durante
todos esos años de ocupación activa.
marmac@cantv.net