Una comunicación oficial más adecuada, básicamente racional, respetuosa de la gente, habría informado que el absceso pélvico es un daño derivado, aunque evitable, de una enfermedad juvenil mal curada con síndorme prostático que tuvo efectos cancerígenos por las células muertas. Eso requirió dos operaciones. Y que la diverticulosis con la que está "batallando" es un resultado de las crecientes y insoportables tensiones en el ejercicio del poder, desde que se le acumularon las varias crisis inadvertidas en apenas tres años.
La de infraestructura por las lluvias, la de hidroenergía y agrícola por la sequía, la económico-financiera llegada desde los centros capitalistas que tiró el PBI cerca de 0 por tres años, aunque este está repuntando. La de vivienda con más de ciento cincuenta mil damnificados,varios planes previos fracasados por corrupción y mala gestión de los Ministros del área antes de 2009, y un déficit histórico de viviendas que no fue abordado en los primeros 10 años. El colapso eléctrico y la más importante: una reducción progresiva en la base electoral desde diciembre de 2007, manifestada con crudeza en las parlamentarias del 26 de septiembre del año pasado cuando el voto chavista bajó ante el voto derechista.
Para completar este cuadro, que no es precisamente clínico, brotó en junio una crisis carcelaria que provocó decenas de muertos y heridos, todos evitables si se hubiera abordado una estrategia desde hace 5, 7 o 10 años. "Dirigir es prever" solía decir un jefe revolucionario bolchevique. Cada una de estas crisis impuestas por una realidad que se fue cruzando con la nueva burocracia y corrupción que condujo a una pésima gestión de varios ministerios, gobernaciones y alcaldías. Allí comenzó la fragilización de dos organismos, el de Chávez y el de la revolución bolivariana.No es posible separarlos.
Esto ha provocado un fenómeno en la dinámica y funcionamiento dentro del sistema de instituciones, al que llamamos régimen. La "revolución bolivariana" sigue democratizándose hacia abajo, pero ha comenzado ha des-democratizarse hacia arriba. Mientras la nueva sociedad de chavistas y bolivarianos, que hacen un esfuerzo titánico a diario para hacer progresar el conjunto del país, y a veces, para evitar que todo se devuelva, en las alturas del gobierno se notan graves síntomas de retroceso respecto a ese esfuerzo social. La labilidad de una conducta ambivalente, sinuosa y contradictoria ante algo tan grave como esta enfermedad del Presidente, es apenas, una manifestación más de un tipo de régimen que macha en sentido inverso a lo que demanda la responsabilidad histórica, en este momento de la crisis capitalista.
Lo que ha podido ser un simple episodio humano de un hombre en el poder con derecho a enfermarse, terminó en una misteriosa telenovela de capítulos insaciables. ¿Acaso es más grave que el trance oncológico del presidente paraguayo Fernando Lugo, o el de Dilma Roussef?
Pero se trata de Hugo Chávez, y con él, o alrededor de él, las cosas siempre son complejas y algunas veces herméticas. Entre ambas determinaciones nacieron los rumores, las incertidumbres y las dudas, a la derecha como a la izquierda. Cada una alimentada por una estrategia comunicacional pésima, dedica a "ocultar el sol con un dedo", como si eso fuera posible, o como si la gente, especialmente los chavistas, les creyera. Una enfermedad presidencial que tuvo 6 voceros habla de que ninguno era "vocero". En realidad, lo eran, pero de un modo de gobernar errado, esquivando la realidad, enfrentando los problemas como lo que son. Y nada hay más problemático para la gobernabilidad de un régimen que un cáncer. Decirlo desde el principio, habría evitado las especulaciones de los enemigos y la incertidumbre de los amigos. Ambas sensaciones le hicieron más daño el gobierno, al régimen político y a la figura presidencial, que el cáncer mismo al organismo de Chávez. Este fue extirpado, el otro continúa.
Por un lado sus enemigos aprovecharon para anunciar el fin de la "era bolivariana", el "vacío del poder en Miraflores" (como en abril de 2002), el "poder bicéfalo" con Fidel, o la fábula de un gobierno dislocado en dos capitales (La Habana y Caracas). CNN llegó al extremo de cortar cinco palabras de una declaración de más de 20 vocablos, dicha por el canciller Nicolás Maduro, para titular en términos lapidarios: "Chávez batalla por su vida" .
Y desde el pueblo trabajador, los chavistas haciendo esfuerzos para comprender mensajes contradictorios de voceros que no decían la verdad, como si la verdad fuera inútil. Olvidaron lo que algunos de ellos suelen repetir en fechas patrióticas: "Con la verdad ni ofendo ni temo" (Gervasio Artigas)
Ambas ansiedades pudieron ser evitadas si la enfermedad se hubiera tratado como lo que es: un asunto de Estado, o sea de interés social, es decir: una derecho informativo.
Lo que evidenció el tratamiento dado a la enfermedad de Hugo Chávez es la dolencia de un síndrome mayor cuya explicación hay que buscarla en el tipo, o "modelo" de régimen institucional armado en Venezuela. Su estructura y funcionamiento jerárquico combina lo peor del anterior (la llamada IV República), y casi nada de lo mejor de las nuevas instituciones bolivarianas. No imagino a un Consejo de Poder Popular compuesto por vecinas y trabajadores, a las mejores federaciones y sindicatos de la UNETE, a los gremios zamoranos del campo, a los Comités de base que existen en el país y demás organismos democráticos de lucha social, actuando con ese grado de jerarquía esquiva de la realidad: ocultando lo que no hay que ocultar y diciendo lo que no hay que decir.
Chávez, que es apenas un resultado de ese régimen, absorbió con cada función gubernamental en su Despacho, los problemas, las tensiones y presiones dislocantes del conjunto del Estado, el régimen, la sociedad y las que le vienen de afuera.
*Escritor y periodista venezolano. Autor de ¿Quien inventó a Chávez? y Doce Dilemas de la Revolución Bolivariana.
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