2. Los dueños de los medios de información sólo piensan en el dinero, en el “rating”, en vender publicidad al gobierno y las empresas, en hacer más grande su poder. Todo lo que publican tiene que subordinarse a lo que les exigen los clientes empresarios que pagan y, si alguna vez por equivocación se cuela alguna noticia diferente, algún empleado –incluso algún directivo- tendrá que pagarla. El control de lo que se publica es total. Puede algún periódico, radio o TV publicar –con absoluto conocimiento- algo que parecería que está fue de su línea editorial, pero sólo lo hacen como estrategia de venta o como estrategia política de presión. De pronto a algún izquierdista le permiten publicar artículos, a un líder izquierdista, obrero, guerrillero o estudiantil le hacen alguna entrevista, o sale algún comentario extraño, diferente de la línea; todo es una estrategia de venta del medio para aparentar democracia, imparcialidad, decencia o pluralidad.
3. Toda la prensa escrita -con excepción de la revista Proceso y La Jornada, así como de publicaciones no comerciales de izquierda de tiraje limitado- particularmente la TV y la radio en México, está llena de clérigos, católicos, derechas, panistas y priístas, así como con políticos de una centro izquierda más o menos modosita, es decir, aceptable, que no hace mal a ningún empresario de la comunicación. En este país, dado que los partidos políticos (PRI y PAN) tienen mucha presencia entre la clase empresarial llegan a granjearse el apoyo total de la prensa escrita en muchos estados (“el periódico del PRI, el periódico del PAN”) pero la radio y la TV sólo es controlada a nivel nacional. Azcárraga Milmo, el dueño de Televisa llegó a confesar en los noventa que “él sólo era un soldado del PRI” y lo fue de 1972 hasta su muerte en 1997. Otros no necesitan confesar nada porque con el contenido de sus publicaciones, sus actitudes y programas basta.
4. Los trabajadores para publicar un desplegado y dar a conocer sus demandas deben pagar varios miles o decenas de miles de pesos porque la prensa es un negocio; a no ser que hagan depender su noticia a la interpretación que quiera darle el periódico. Y cuando los medios dicen NO es que NO; pregunten nada mas a López Obrador, por un lado y a Slim (el hombre más rico del mundo) por otro, así como a cientos de articulistas o comentaristas que por nuestras posiciones ideológicas hemos sido vetados durante muchos años. Personalmente llevo más de 13 años fuera de la prensa comercial, pero trabajando con mucha más libertad en esto que llamamos “las redes libertarias de Internet” que –sin que te paguen ni un céntimo- te permiten llegar en todo el mundo. Esta es sin duda la parte negativa, repudiable de la información que necesariamente tiene su parte positiva: la posibilidad de agenciarnos de espacios de todo tipo para expresarnos.
5. Y allí están las paredes que no hemos sabido aprovechar de manera suficiente para expresar nuestras protestas y anunciar nuestras batallas. En los sesenta las paredes hablaban y hablaban mucho más en 1968, en realidad gritaban. No solo se colaban debajo de las puertas y ventanas los volantes y manifiestos, sino que incluso en las paredes, en los sanitarios y demás servicios públicos, se ponían en grande invitaciones a actos políticos. Hoy España, Francia, Italia, Grecia, Chile, nos están recordando que allí están las paredes, los largos muros lisos esperando a nutridos grupos de activistas que pongan sus mensajes mientras enfrentan a los policías que como perros vigilan y reprimen a quien “ose mancillar” la gran propiedad privada. En las últimas décadas los izquierdistas (que sólo nos movemos en altas coyunturas) hemos perdido muros que ahora nos han ganado los valerosos grafiteros que se mueven con mucha pasión artística.
6. En los sesenta nunca usamos el llamado “spray aerosol” con el que hoy se hacen maravillas artísticas. Apenas fuimos pintores de brocha gorda o cuberos de harina o almidón para pegar en las madrugadas volantes en los muros; pero entonces había menos agentes policiacos nocturnos motorizados con órdenes de golpear y matar. Pienso ahora que todavía “se amarraban a los perros con longaniza”. Recuerdo que todos los muros del Casco de Santo Tomás –donde estuvo el internado del Poli- y los muros de la Nacional de Maestros, así como los de la UNAM, siempre estuvieron llenos de pintas, es decir, de activismo y vida estudiantil. Hoy con los consejos del político y policía fascista Giuliani, se persigue a todos los activistas que pintan mensajes políticos y hasta a los grafiteros. En las manifestaciones a los fotógrafos de la prensa comercial se les obliga, o se les da una compensación, a tomar fotos a los que pintan paredes para luego encarcelarlos.
7. Si los medios de información no fueran propiedad de los grandes empresarios y en México y en el mundo hubiese libertad de información y de prensa, que dieran lugar a que todos los trabajadores tuvieran una tribuna para expresarse, no habría necesidad de pintar las paredes ni de fijar volantes y carteles donde sea necesario, a pesar de las prohibiciones. Aunque la policía se encargue de borrar las pintas al otro día, es decir, que se encargue de destejer lo que se urdió en la noche, la comunidad sabe que hay un gran descontento que crece y por eso empezará a sumarse a él. Por eso nos causa alegría ese gran despertar, sobre todo de los jóvenes europeos, chilenos y yanquis, que nos están poniendo la muestro y sacudiéndonos la cama para que despertemos. Más temprano que tarde comenzarán a surgir ideas para boicotear esos medios de información que en lugar de servir al pueblo trabajador sirven exclusivamente a los explotadores.