Plantearemos como abreboca
un texto muy citado y muchas veces menos comprendido, en sus circunstancias
y momento histórico: “Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo
con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la
mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material
individual como palanca, etcétera), se puede llegar a un callejón
sin salida…” (ERNESTO GUEVARA. El Hombre Nuevo, marzo de 1965)1.
Y lo transformaremos
en un comentario actual: “Persiguiendo la quimera de realizar la
democracia socialista del siglo XXI con la ayuda de las armas melladas
que nos lega el Socialismo Burocrático (socialismo en un solo país,
partido-único, propiedad estatizada, deber de sumisión ideológica,
táctica de clase contra clase, hegemonía
autoritaria, sectarismo, dogmatismo, burocratismo y cesarismo); y suponiendo
que la etapa de transición consiste en fortalecer el Capitalismo monopólico
de Estado, estamos ya en un callejón sin salida…”.
Segundo abreboca: “La
revolución socialista rusa es un experimento cuyas enseñanzas deben
ser aprovechadas, sin que ello importe creer que es un modelo cuyos
detalles convenga reproducir servilmente en cualquier otro país.”
(JOSÉ INGENIEROS, 1921)2.
Comentario-transformación:
“Las revoluciones socialistas del siglo XX han sido experimentos
históricos cuyas enseñanzas deben ser aprovechadas, sin que ello implique
creer que se trata de “modelos” cuyos detalles convenga reproducir
servilmente en cualquier otro país”.
Aquí lo fundamental
que traemos a debate es justamente el asunto de la reproducción
servil de guiones ideológicos ó recetas de socialismo, sobre todo
cuando en su evaluación histórica comportan pésimos resultados
en diferentes dimensiones articuladas a las condiciones de vida y a
la materialización de los valores de la libertad, la igualdad, la justicia
social, la plena existencia humana y la solidaridad.
Existe un uso del discurso
sobre el llamado “pensamiento revolucionario universal”, que funciona
como coartada del dogmatismo. Suponer que existen “verdades universales”,
firmes y definitivamente establecidas, disponibles en recetas para ser
aplicadas a las circunstancias “concretas y particulares”. Esto
implica argumentar a contracorriente de la comprensión del “método
dialéctico” de Marx, pues las afirmaciones de principio del “pensamiento
marxiano” (incluso las más generales) se refieren a condiciones históricamente
determinadas, responden al principio de “especificidad histórica”.
En segundo lugar, el
culto al dogmatismo en el Socialismo Burocrático, desconoce
el papel práctico-activo de la “teoría crítica radical” frente
al llamado “saber o entendimiento positivo”, sea de carácter “científico”
o “filosófico”. El “orden de verdad” del pensamiento de Marx
va más allá de la ciencia o filosofía positiva, suprime cualquier
figura petrificada de la sociedad y del pensamiento; pues no se conforma
con lo que históricamente existe, sino que aborda e interviene en las
tendencias que inciden en su disolución, movimiento y transformación.
Esto significa que un
saber definitivo, coagulado, cosificado opera a contracorriente del
fluir transformador. El dogma habla de verdades acabadas, totales y
absolutas. El anti-dogma de verdades parciales, limitadas, condicionadas
y falibles. El marxismo dogmático no es más que la interpretación
positivista, reaccionaria y metafísica del Marx. Se olvida a menudo
que lo fundamental no son los equilibrios mecánicos o sistémicos (contra
Manual de Bujarin3), sino las fracturas, grietas, tensiones
y dislocaciones, los puntos de ruptura, algo formalmente análogo a
aquello que Hegel llamo “negatividad” (Anticrítica. Korsch4).
Marx comenta: “En
su forma racional, la dialéctica es un escándalo y un horror para
la burguesía y sus portavoces doctrinarios, porque en la comprensión
positiva del estado de cosas existente también incluye la comprensión
de su negación, de su necesaria caída, porque concibe toda forma devenida
en el curso del movimiento, esto es, también en su aspecto transitorio,
porque no se deja intimidar por nada, y porque en su esencia es crítica
y revolucionaria.”5
Lo que no se imaginó
nunca Marx fue que la matriz epistemológica de la “teoría
critica radical y revolucionaria” no fuera sólo un escándalo y un
horror para la burguesía, sino un escándalo y un horror para la “nomenclatura”,
bloque social dominante en el Socialismo Burocrático, obsesivamente
anclada en la conservación de su poder despótico. Si hay una
frase que puede ser asociada a la crítica radical es: “todo lo
que existe merece perecer”.
Ciertamente, no podrá
construirse formas de “socialismos radicalmente democráticos” con
las armas melladas del capitalismo. Pero tampoco podrá prefigurárselo
desde el legado histórico, ideológico y político del “socialismo
burocrático”, con toda su escolástica del “leninismo ortodoxo”.
Dijo usted: ¿Lenin filósofo?
Ya Pannekoek6 se encargo de desenmascarar el “materialismo
burgués” de Lenin y su vinculación a la construcción del Capitalismo
de Estado. El obstáculo sigue siendo la “izquierda de aparato”;
monolito ideológico y organizativo desenmascarado por quienes no claudicaron
ante el “Estatismo autoritario-burocrático”, nuevo régimen de
dominación y explotación, con su despotismo sobre el pensamiento crítico
y la acción revolucionaria.
Entre dinosaurios ideológicos, entonces, te veas…
jbiardeau@gmail.com