El Gran Polo Nacional-Popular

“Los pueblos  miran a veces como su liberación a lo que suele no ser sino una disputa  de reemplazo entre las estirpes de sus amos” 

(Rene Zavaleta Mercado. Intelectual Boliviano)

1. El “Polo”: ¿La revolución que necesita la revolución?

He escuchado recientes comentarios críticos de colectivos feministas cuestionando el calificativo de “patriótico” al Gran Polo que ya comienza a animarse. Considero que hay que aprender a escuchar a profundidad las críticas, pués en ellas se animan nuevas maneras (bastante creativas por cierto) de interpretar y comprender la política y lo político en tiempos de inSURgencia que llamamos por convención “revolución”. ¿Habrá o no habrá revolución?

2. Ha llegado la hora de escuchar y asumir la critica de la potencia plebeya:

Las críticas son parte de la potencia de las voces insurgentes, subalternas y plebeyas que redefinen las reglas impuestas por las difentes formas de violencia simbólica y hegemonía cultural de la “Ciudad Letrada” (Angel Rama dixit), metáfora que utilizo para dar cuenta de las vicisitudes de la estructura de sentimientos y de pensamiento de las elites transculturadas, transnacionalizadas, mimetizadas, mediáticamente administradas, cuyas marcas racistas y clasistas son harto evidentes en sus discursos de autoverguenza étnica, desprecio y jerarquización simbólica frente al mundo popular subalterno.

Como ellos mismos lo plantean: se auto-describen como encarnaciones de la “sociedad decente”, de la “sociedad democrática” en clave (claro) liberal-moderna. Frente este complejo propio de la “cultura de la dependencia”, es preciso visibilizar y escuchar atentamente la expresión de las voces, cuerpos, sentidos, sígnos y símbolos de lo que llamaría como “potencia plebeya”, que no sólo agrupa al proletariat, sino además a los sectores medios que quieren ir más allá de una promesa de movilidad material ascendente, los sectores campesinos,  estudiantes, mujeres que son mayoría, empleados públicos, a toda la masa popular urbana marginada, precarizadas o desempleadas, a la plebe, a pequeños y medianos productores de la ciudad y el campo, a los militares bolivarianos y progresistas, a comunidades de base cristianas, a los pueblos negros insumisos y a la resistencia indígena. Todos y todas están convocadas a no claudicar ante la posibilidad de concretar la esperanza tantas veces maltratada.

3. El sujeto popular subalterno. La diversidad y el multiverso son principios insobornables:

Aquí, no se trata de una diversidad o pluralidad de “marketing político”, sino un fenómeno producto de la sedimentación histórica de nuestra heterogeneidad social, política y cultural. El sujeto popular subalterno es el horizonte de confluencia ideológico-política, justamente de ésta multi-inserción social en relaciones sociales de producción, distribución y consumo derivadas de la heterogeneidad social, política y cultural, de las tensiones urbanas, de las relaciones ciudad-campo; y en ellas, de una territorialidad política de relaciones entre etnias, clases y regiones que constituyen nuestra realidad nacional-popular, como decimos ahora pluriétnica y pluricultural.

Esta debería ser una cualidad del “Grán Polo”, escuchar y recoger a fondo la crítica y la creatividad de todas éstas subjetividades populares subalternas, procesarlas sin grande complejos o rollos, sin caer en las diatribas que caracterizaron la “enfermedad infantil” de la izquierda grupuscular y sectaria en Venezuela: pelear y dividirse por pequeñeces, por caudillajes, por ego-políticas, por el control de cuotas de poder y por dogmatismos estériles.

4. Por un “Polo Nacional Popular”:

Sin necesidad de cambiar la codificación anunciada por el compañero Chávez, para fines de síntesis política basta hablar del “Gran Polo” o símplemente del “Polo”. El significante “Polo” ya rueda con su propia velocidad y vivirá su propio proceso de aceleración y crecimiento exponencial.

Lo fundamental será su potencia y capacidad de articulación de demandas de radicalización democrática, de profundización de la agenda de luchas populares y de recuperación plena de Centros Nacionales de Decisión sin los cuales no podran apalancar un Proyecto Estratégico Nacional para la edificación de un específico y particular proceso de transformación estructural bajo el horizonte de una Democracia Socialista, participativa y libertaria, con Desarrollo Humano y Buén Vivir, una revolución democrática, socialista, cultural, ecológica y descolonizadora que implica someter a de-construcción todos los supuestos revolucionarios acerca del socialismo del siglo XX, que son hoy completamente inviables (desarrollismo, despotismo burocrático, sistema de partido único, estatismo, dogmatismo, sectarismo, ausencia de conducción colectiva, precariedad de instancias de renovación interna permanente) en el proceso de reunificación de fuerzas sociales y políticas que construyen (repetimos) “mayorías nacional-populares”.

5. Contra la restauración del “pacto de elites”:

La re-politización y su re-polarización de las mayorías nacional-populares se plantea frente a la estrategia, tácticas y operaciones de restauración del “pacto de elites” que colapsó precisamente, con la entrega del país a la Agenda Neoliberal e Imperial por CAP (“El Gran Viraje”) y por Caldera (“La Agenda Venezuela”). ¿Qué hay de nuevo y auténticamente renovador en la MUD o en sus satelites ideológicos, que no sea reciclar las ideas-fuerza de estos proyectos pro-capitalistas y subordinados a Washington, apalancado los intereses de los sectores económicos dominantes del país y sus nomenclaturas politicas? En sustancia, nada. Ahora en tiempos de máscaras electorales, escuchamos sólo eufemismos, incluso bajo la ilusión Socialdemócrata Betancourista, o peor aún, del retorno del espejismo CAP: “El gran líder tercermundista”, “La Gran Venezuela” y el “Gran Viraje”, “Democracia con energía” y “Progreso para todos” con su inmediata consencuencia: la masacre popular en el llamado “Caracazo”.

6. Contra la trampa del socialismo burocrático:

Por el otro lado, hay que evitar a toda costa caer en la trampa del socialismo burocrático del siglo XX, que le da fuerza al viejo espantapajaros del “castro-comunismo”. Seguir con el calco y copia, con la nostalgia de la derrota de los años 60, implica quedarse empantanado en los sentimientos de fracaso. Hay que virar hacia delante, con critica y creación heroica, como diría Mariategui. Un nuevo socialismo indo-afro-latinoamericano espera por contenidos y formas radicalmente distintos, ciertamente con memoria de luchas, pero con balance de inventario para no repetir viejos errores.

7. El nuevo bloque histórico se llama popular-bolivariano:

Algunas corrientes socialistas, populares, nacionalistas le colocan sus propios aliños al “Polo”: “Polo patriótico-popular”, “Polo revolucionario”, “Polo bolivariano”, “Polo chavista”, “Polo socialista”, etc. Yo agregaré un aliño: “Polo nacional-popular”. Una caracterización adecuada de lo nacional-popular permite comprender el proceso de articulación y construcción de identidades, alianzas y reagrupamientos en la construcción del nuevo bloque histórico popular-bolivariano.

En primer lugar, la revolución bolivariana puede sintetizarse en un vasto esfuerzo de auto-afirmación colectiva. Autodeterminación como pueblo. Pués lo nacional-popular se opone a la construcción nacional de las elites, oligarquias y patronatos proclives a la negociación de la soberanía al mejor postor, también estructura de sentimientos y pensamientos en torno a la cultura popular, a las fuerzas de la nación profunda pensando su alteridad frente a la transculturización que se despliega desde la ciudad letrada y desde la virtualización transnacional-massmediática.

Búsqueda además de nuestra diferencia específica. Se trata de la politización del nacionalismo popular revolucionario, configurándose entonces una concepción de la historia en torno al antagonismo entre la nación-popular y la antinación cada vez mas cooptada por los vectores transnacionales de la globalización neoliberal, polos condensadores de la liberación y la alienación histórica.

8. ¿Y cual el es problema? Nacionalismo popular de izquierdas:

El espacio de recuperación nacional pasa por el horizonte de visibilidad de la centralidad popular, proletaria, campesina, tanto mestiza, como negra e indígena. La categoría de Nación en términos abstractos o nacional-estatales, debe ser desplazada por la categoría del mundo de vida popular subalterno, reconociendo sus contenidos de clase, pero mucho más allá de las plantillas eurocéntricas de clase, para redefinir el Estado, el gobierno y la política desde la voces y cuerpos plebeyos presente en el campo popular-subalterno. La nación ahora, no será punto de partida de un relato ya construido desde los vencedores, sino más bien el punto de llegada de una puesta en movimiento de las prácticas y voces de los vencidos, después de transitar por el reconocimiento e inclusión de étnias, clases sociales y regiones relegadas en las políticas del Estado.

9. El “marxismo crítico” aclara pero tambien oscurece:

La matriz teórica se sitúa entonces ahora en una apropiación selectiva de algunas de las voces del marxismo crítico, con la particularidad, además, de que la teoría no es utilizada simplemente para explicar o interpretar la historia o para estructurar un discurso político táctico. Necesidad de pasar pasar por una especificación radical de las teorias revolucionarias, una inculturación o interiorización de la teoría revolucionaria, siempre en referencia a las particularidades de la historia nacional y local.

La diferenciación, la diversidad, la especificación y la contextualización son herramientas ligadas a la descolocación de la homogeneización, la reducción y la mundialización, en función de construir saberes contra-hegemonicos y pensamientos críticos efectivamente localizados. Pues la historia de la construcción de sujetos políticos pasa por la historia de los movimientos como fuerzas de acción colectiva, no sólo como descripción de rasgos y atributos de estratos estadísticamente identificados, lo cual le resta la vitalidad de su construcción movilizadora.

10. Comprender lo específico en totalidades heterogeneas y contradictorias:

Así será posible comprender la crisis orgánica y la totalidad heterógenea y contradictoria. Es decir, comprender los desgarramientos, las posibilidades que se abren por propuestas alternativas. No se trata, eontonces, como plantea el revisionismo histórico nacionalista, de desarrollar una conciencia nacional de tipo mantuana-señorial, oligárquica, burguesa o desde arriba, sino que se trata de la desmistificación y la crítica de las ideologías colonialistas, modernas y capitalistas que se han apropiado de lo nacional-popular como resto, como voces y cuerpos subyugados.

Y esto es así por la estrecha solidaridad estre la historia nacional de los vencedores y la construcción de un Estado Aparente, pura formalidad jurídico-constitucional sin efectividad práctica en la intersubjetividad del pueblo, sin concreción político-normativa. Porque un Estado aparente es indicio de falta de nacionalización, de carencia del sentimiento de pertenencia al Estado nación, de asuencia de procesos de construcción de hegemonía, donde predomina aún la lógica de las “elites en el poder”.

11. El “Polo”: autodeterminación de multitudes:

Frente a la ciudad letrada y sus elites de poder, aparecen creo en los perfiles del “Polo” la potencia plebeya y la autodeterminación de las multitudes: fusión del pueblo, de la plebe en acción, de una sociedad civil no burguesa en la formación de un bloque histórico entre los sectores medios, las clases trabajadoras, el campesinado, el mundo popular-urbano, los pueblos indígenas y las comunidades negras.

Reconocer en nuestra sociedad la heterogeneidad, no suponer que somos sociedades homogeneas como lo plantea la proyección jurídica del Estado Aparente implica asumir que en Nuestra América, con todas sus particularidades, hay mucho de la “formación social abigarrada” (Zavaleta mercado dixit).

Formación social abigarrada: coexistencia de varios modos de producción, coexistencia de distintas temporalidades, de distintas formas políticas en un mismo espacio; además de la desarticulación que existe entre estos factores conformantes del entramado social. Por tanto, hay que especificar, bajar de las abstracciones unilaterales, para reconocer diferencias, alteridades y singularidades. En lugar de tomar una teoría, digamos el “marxismo soviético”, como una abstracción que subsume el caso a un modelo, a una explicación general preexistente, tratando de comprobar lo general borrando las particularidades; es preciso someter la abstracción para dar cuenta y para explicar el conjunto de las particularidades locales.

Es preciso no aplicar guiones sino producir conocimiento local a partir de las realidades específicas analizadas, proceso de apropiación de lo general para explicar el caso a partir de un desarrollo teórico propio, recolocando ahora lo general en un nuevo contexto específico. Sin necesidad ni imperativo por borrar las particularidades y especificidades, en los moldes de una teoría vacia convertida en esqueleto universal.

12. Lo “Hegemónico sobre la diversidad” o lo “Hegemónico de la diversidad”:

Allí surge no “lo hegemónico sobre la diversidad” sino “la  hegemonía de la diversidad.” Pués lo múltiple tiene su(s) manera(s) de  ser... en la diversidad. Sabemos que el concepto de “ hegemonía” (Gramsci) supone una  articulación social e histórica a dominante. Generalmente, dicha  articulación se entiende como la primacía de una (alguna)  parte sobre el todo social, en este caso una de las clases fundamentales, interpretada luego por los cultores de las vanguardias a partir de la cadena de sustituciones; sustitución del pueblo por la clase, de la clase por el partido de vanguardia, del partido de vanguardia por el comité central, y del comité central por la voz infalible del Uno-Soberano.

Pero la hegemonía de la diversidad popular del mundo popular subalterno implica un esfuerzo por repensar a Gramsci. Se trata tanto de reconocer el antagonismo hacia el bloque social dominante, como la diversidad en juego en el campo nacional-popular;  pués es esta diversidad social e histórica, la que produce las hegemonías nacional-populares.

13. El “Polo” como nueva intersubjetividad:

La potencia plebeya del “polo nacional popular consiste en la conformación de una forma de intersubjetividad, pues un sujeto colectivo (una clase, una masa) no sería, en rigor, un acuerdo entre individuos, sino una relación  inter-subjetiva, un marco comunicativo estructurado donde los “actos de lenguaje” suponen códigos pragmáticos necesariamente comunes y a la vez abiertos a la crítica y la creación social.

El concepto de “potencia plebeya” supone una  rebeldía cualitativa frente al Estado, aunque, ciertamente, tiende hacia él en función de transitar hacia el horizonte de la autodeterminación colectiva. Lo cual implica la  plenitud de la “rebelión de las masas”.

Frente a la historia de los vencedores hay que afirmar otro principio: la autodeterminación de las masas como multitudes plebeyas es el principio de la historia, no sólo la constante referencia la lucha de clases, sino a prácticas de autoafirmación desde el mundo de vida de las clases, grupos y comunidades populares. Se trata de la autodeterminación de figuras de intersubjetividad y del cúmulo de momentos constitutivos que ahí concurren o se instituyen.

El acto  nacional-revolucionario del 1998 instituye una nueva etapa en la historia de la sociedad venezolana con dos polos: la democracia representativa, por un lado y, por otro, su superación revolucionaria de la democracia participativa vivida como democracia radical

Aprendamos entonces de los silencios y voces de la historia de la matria grande indo-afro-latinoamericana, de la pachamama, de Abya-Yala para saldar cuentas con la historia de los vencedores, para que la inSURgencia continental no encalle en las calles ciegas del socialismo realmente inexistente del siglo XX.

14. ¡Cuidado!, si sigue por este camino se encontrará con el Socialismo Burocrático:

El viejo socialismo burocrático no expresa ideas, valores ni ideales de “vanguardia”, sino lastres, inercias, residuos y pesados cultos que arrastran la potencia de la multitud plebeya hacia el campo minado labrado desde los intereses imperiales.

Tenemos nuevos desafíos políticos en los saberes contrahegemónicos, en el pensamiento crítico y en la praxis insurgente. Los discursos emancipatorios ya no pueden ser los mismos guiones de los manueles soviéticos, o sus traducciones tropicalizadas en la onda de la burocracia ideológica  que administró la estela ideológica del “marxismo soviético”. Reconozcamos, si queremos avanzar, la crisis de los viejos paradigmas de la izquierda oficial.


Una nueva izquierda plebeya, nacional-popular, tiene que re-armarse de argumentos y razones para entender la significación subterránea de los indignados de todos los lugares del mundo, para poner en evidencia las falacias con las que se manipulan las miserias de una sociedad insostenible.

15.- Sacudir a la vieja izquierda:

Hay que sacudir a la vieja izquierda, construir otra sensibilidad, remontar la crisis de voluntad que da cuentas de la fatiga histórica de esa idea tan burda de “vanguardia política”, que sigue sin realizar una auto-crítica del partido-aparato-maquinaria, de los “vanguardismos” sin “movimiento de masas”.

La vieja izquierda que busca aún al “Sujeto” de la revolución, que no cae en cuenta de que se trata de un vasto esfuerzo de construcción político-cultural, está condenada de antemano a pastar en el electoralismo, en la quejadumbre de la revolución que no llega o en la gestión social-liberal del sistema.

16. ¿Usted me reconoce?: el postergado “movimiento de movimientos”

La apuesta decisiva por el “Polo” es la apuesta radical por el movimiento. Cambiar de paradigma, de perspectiva, de enfoque no es tan sencillo como cambiarse de ropas. Hará falta pasar la prueba de un nuevo equipaje intelectual, ético-cultural y estético para encarar las realidades emergentes, para superar un “marxismo cavernario” que sólo sirve como pasto de dinosaurios y como pretexto de minotauros.

Los movimientos en la calle, en el campo en la selva, no tienen tiempo para “esperar” que la vieja izquierda aprenda a cambiar. El cambio ha comenzado ya desde hace mucho y de modo subterráneo. El mundo popular subalterno no quiere gringolas ni bozales para encauzar sus propias expresiones de lucha, sus voces inSURgentes ni su potencia libertaria.

El “Polo se mueve” para cerrarle el paso a la muerte de la revolución representada en el pragmatismo-oportunismo-dogmatismo-sectarismo que se legitiman por inercia. Y si se trata de reprimirlo, domesticarlo o canalizarlo hacia los objetivos de una nomenclatura oficiosa generará aún mayores contradicciones que podrían ser inmanejables para quines se acostumbraron a tener el “sarten por el mango”.

Los naufragios de la vieja izquierda venezolana tienen que mover cuerpos y voces inflexibles, superar la obesidad y los baustezos ideológicos por efecto de su incrustación en la vieja cultura clientelar y en el parasitismo de Estado.

Existe un nuevo dinamismo en el movimiento de masas, que ciertamente expresa ambivalencias en su horizonte ideológico. ¿Cómo esperar que esto no suceda luego de la crisis terminal del socialismo burocrático del siglo XX, cuando las grandes referencias ideológicas simplemente ya no soportaron la degradación del simulacro?

17. ¿Por qué le tienen tanto miedo a la palabra debate, a la toma de la palabra, a la puesta en escena de nuevas voces, rostros y cuerpos?

Lo que no podemos apalancar ahora es la clausura del debate, de la creación y la critica en todos los terrenos, de un nuevo ciclo de luchas de las multitudes plebeyas que ya no soportan el recetario de la “vieja guardia”, las concepciones cadúcas del mundo, una mentalidad que ha devenido en vagón de cola con expresiones reaccionarias.

El “gran polo nacional-popular puede ser la bisagra entre lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer. Una nueva potencia plebeya tiene por delante enormes retos, sus posibilidades no están en absoluto aseguradas. Décadas de postración e insignificancia ideológico-política de la vieja izquierda sólo aseguraron su estado de decadencia. Ello quiere decir que sólo existen posibilidades, nada más que eso. Aprovecharlas o desperdiciarlas depende en gran medida de sintonizar con los torrentes subterráneos de una era en transición.

18. La inSURgencia política-cultural pone en aprietos a la burocracia:

 
No habrá revolución política ni económica sin inSURgencia cultural. No hay que hacerse ilusiones cortoplacistas contando votos en cada centro electoral. El “gran polo patriótico” no puede sufrir una reconversión indolora en manos de la burocracia política.

La tiranía de las burocracias de Estado y de partido en nombre del "socialismo" y otras imposturas, tienen cada vez menos espacio. Imaginemonos por un momento las viejas voces llamado a la disciplina más patética y consolidadndo una lógica de representación que no tiene nada que ver con la soberanía popular directa y con la democracia participativa. El tumulto de voces hastiadas y descontentas podría pasarle por encima a estos dinosaurios de la política.


Con el “Polo” todo entró en discusión. Nada se mantendra en pie, a menos que una operación de emboscada burocrática apague todo esto y lo convierta en “masa de maniobra”, en “rebaño electoral”.

Hay nuevos modos de pensar, otras sensibilidades, una nueva manera de "estar juntos" y de hacer transformaciones, pero cuidado, las miserias del poder no se esfumaron milagrosamente.

El barullo de voces que se activan pueden dar cuenta de los retos de una agenda de transformación radical del post-capitalismo. Mientras un buen pedazo de la vieja izquierda venezolana se quitó los disfraces y anda ahora encompinchada con la derecha, la otra parte parece quedar dividida en dos claras mitades: las que insisten en calcar y copiar las recetas del socialismo burocrático, y las que apuestan por renovar desde sus raices los fundamentos esprituales y materiales de los proyectos de emancipación.

El asunto será borrar de raíz tanto enamoramiento por prebendas, cargos y coutas de poder. El desafio hacia las subjetividades revolucionarias es enorme. La burocracia de todos los pelajes anda con “maletines de promesas” para seducir con nuevo-riquismos a los actores, movimientos y fuerzas que de veras quieren transformar de raíz las miseria del Estado rentista-clientelar y de la sociedad capitalista. La jugada es clara, la corrupción de lo político. Habrá que estar atentos a estos mascarones de proa.

19. Potencia constituyente: “Rap y Break” en el mar de contradicciones:

Ni el burocratismo de corte populista ni la vieja nomenclatura de estirpe soviético se quedarán tranquilas ante el tsunami que se avecina, tsunami que significa recuperación de la potencia constituyente que se ha dejado de lado en función de hacer morisquetas y maniobras políticas desde una forma-partido que dejó de lado erroneamente la tesis del “movimiento de movimientos”. El sello de la vieja sociedad sigue aún campante, como si aquí no hubiese existido una profunda “crisis de representación política”. Como diría Galileo: ¡Pero se mueve!

La tarea del “polo” será enfrentar las más variadas contradicciones y desafios. No sólo derrotar a la derecha y su proyecto de restauración, sino además situarse seriamente en el corazón de la crisis terminal del discurso político de la vieja izquierda. Esto implicará una extrema cautela en el procesamiento de diferencias y la gestión interna de contradiccones secundarias. Habrá muchos peines y conchas de mango. Garrotes y zanahorias.

El escenario interno del Polo pasa por encontrase a cada paso con trampillas de todo género para que nada cambie. Negociar las diferencias no implica claudicar en ciertos principios mínimos: asumir a fondo la diversidad,  asumir a fondo la crítica radical, asumir a fondo la potencia de la creación, viabilizar los cambios con mano zurda, reconociendo que se trata de algo más que un momento electoral: está en juego quizas, la construcción desde abajo y desde dentro del nuevos pefiles de Socialismo y de radicalización democratica de la sociedad.

20. ¡Atreverse!: saber manejarse entre las apariencias del “charco del poder-sobre-otros y otras”:

En estos terrenos minados, hay que demostrar más inteligencia y creatividad que los adversarios, que no son ni pequeños ni débiles. Hay un camino plagado de contradicciones,  donde se juega incluso el escenario puro y duro del poder. Transitar la coyuntura es una condición del proceso. El reto es romper la fatalidad de una izquierda que oscila entre la ensoñación abstracta de los dogmas estériles y la capitulación pragmática para hacer botin del mana del estado rentista. El “Polo” puede modificar completamente el escenario, los guiones y las tramoyas, la cuestión es atreverse…siempre con más inteligencia que todos sus oponentes.

21. La victoria será vivir algunos episodios de la Democracia Socialista: subvertir la lógica de la dominación.

Comienza la función…

jbiardeau@gmail.com



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Javier Biardeau R

Articulista de opinión. Sociología Política. Planificación del Desarrollo. Estudios Latinoamericanos. Desde la izquierda en favor del Poder constituyente y del Pensamiento Crítico

 jbiardeau@gmail.com      @jbiardeau

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