Hay cosas en la vida de un ciudadano común que le obligan a hacerse algunas preguntas de rigor, dado que no entiende o al menos concibe como reflexión que estas cosas no deberían decirse, por tanto y cuanto a todas luces, lucen contradictorias en si mismas, por consiguiente dejan en el imaginario popular un soberano rasgo de iletrado político o al menos de demagogia barata.
Por una parte, el capitalismo ha demostrado y ahora mas que nunca que es uno solo y no caben en su seno consideraciones o apellidos de paternidad o maternidad dudosos, o de origen divino; en cuanto al comunismo, mucho menos cuando en ningún país del mundo se considera definitivamente instalada una sociedad comunista, lo que quiere decir entonces, que ningún apellido le queda bien, estamos hablando de popular y burgués dos agregados a un concepto que por si solos no lo aceptan en su desiderátum (l.q.q.d).
Ahora bien, en la actual crisis económica, financiera y moral del mundo capitalista, mal podría colocarse adjetivo alguno a su descomposición como sistema, so pena en parecerse por antonomasia totalmente ridículo. Lo del comunismo burguès, no necesita que nos extendamos mucho, aunque la comparación es pertinente en lo absurdo, de ambas consideraciones de origen el primero, acomodaticio a intereses de defensa del sistema y el otro una majaderìa nuestra para poder escribir esto que escribimos, valga la resonancia.
No està de màs decir que, la expresión capitalismo popular además de ser contradictoria e impasable en si misma, es producto de la apología imposible de un sistema que hace aguas y que cada tratamiento para colocarle antifaz, resulta cada vez mas cuesta arriba, no es simplemente porque lo digamos nosotros, por el contrario es producto de su propio desarrollo cuyo embrión no aguanta mas cirugías de faz, ni de forma ni de fondo.
En el caso de Venezuela, se esta construyendo una via venezolana hacia el socialismo posible, asì lo vemos y lo sentimos, de cuyos resultados de aplicación aùn en un sistema de ejercicio capitalista, no logra nacer, aunque los adelantos son evidentes, no existe una matriz única que nos permita avizorar el final de una sociedad distinta a la presente con signos de inclusión social, política y económica.
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