La historia que nos han contado (y II)

Cuando como elemento de la práctica hegemónica se le niega al pueblo conocer la historia que lo hace protagonista de primera línea en el combate contra la opresión, no solo se le impide obtener lecciones del acumulado histórico sino que también se le desmoraliza y por lo tanto se le inmoviliza.

Hace una semana comentábamos sobre la legitimación de actos repudiables contra la humanidad como la conquista y colonización de América ejecutada hace poco más de cinco siglos por los europeos, legitimación que se “inocula” a través del convencimiento colectivo de que aquí no hubo resistencia sino el “encuentro” de dos “razas”, una muy adelantada y otra muy atrasada y sumisa que cambiaba oro por espejitos.

Esa misma línea argumental tergiversadora, que en el caso mencionado arriba niega la realidad de la guerra de conquista y sometimiento que lógicamente se desarrolló como resultado de la invasión a América a finales del siglo XV, ha sido secularmente utilizada por las clases explotadoras para conducir a la desmoralización, desconocimiento, desencuentro e ignorancia de la rebeldía natural de los pueblos y de los acontecimientos concretos que este ha realizado por su liberación. Y la historia venezolana no escapa a esta realidad, y mucho menos la historia política reciente, dónde a pesar de los actuales esfuerzos sigue siendo reproducida y repetida incluso por sectores que hoy acompañan al proceso bolivariano de liberación nacional.

Una de esas situaciones se refiere a la heroicidad, compromiso y fuerza con que la clase obrera venezolana ha asumido, con fallas y aciertos, sus luchas reivindicativas y políticas, luchas que hasta ahora son prácticamente desconocidas por las mayorías nacionales; al pueblo venezolano se le ha consuetudinariamente negado conocer a verdaderos héroes y heroínas que han luchado por su liberación tal y como históricamente se nos negó, menos mal recientemente reivindicado, la historia de lucha y organización guerrillera de resistencia del Cacique Guaicaipuro.

Uno de los episodios que con más ahínco la burguesía venezolana ha tratado de borrar, literalmente, de los libros de historia, al menos de los masificados, es la historia referente a la lucha armada de los años ’60 del siglo pasado, cuando un buen número de organizaciones políticas liderizadas por el ejemplo del PCV deciden asumir el camino de las armas en respuesta a la traición que significó para las esperanzas y luchas del pueblo el Pacto de Punto Fijo luego del derrocamiento, a manos de ese pueblo traicionado, de la dictadura proyanqui de Marcos Pérez Jiménez.

Este episodio histórico, lleno de heroísmo, sacrificio, pasión ,entrega, de fallas y errores como cualquier empresa humana, hoy mucho más reivindicado que ayer también es bueno decirlo, representa en gran medida el grado de compromiso por parte de un pueblo que viene luchando por hacer que las cosas cambien desde hace muchísimos siglos y esa herencia está allí como acumulado histórico que se nos ha pretendido ocultar y que hoy, a pesar del ingente esfuerzo editorial del gobierno nacional, es importante seguir reivindicando desde cualquier espacio en contra de quienes dicen que aquí nunca nada se hizo, quizá con desconocimiento de que esa posición aporta a la desmoralización y a la causa del dominio y no de la liberación.

Por eso yo estoy persuadido de que la historia no es neutra, es un arma poderosa y como tal el poder opresor le teme.

Es muy importante cuestionar la historia que nos han contado, sobre todo si quien la cuenta es parte del sistema opresor del cual las grandes cadenas informativas del imperialismo son pilar fundamental.

Militante del PCV

edgarml79@gmail.com

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Edgar Meléndez*


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