Combatir al fascismo desde una consecuente posición clasista

Los hechos recientes, bajo la mascarada de pacíficas protestas estudiantiles, no pueden colocar en tela de juicio que nos encontramos en las primeras fases, aún con posibilidad de conjuración, del desarrollo de un agresivo plan imperialista ya probado en otras latitudes y conocido, entre otras nomenclaturas, como revoluciones de colores, golpes suaves, etc.

Este momento exige a los revolucionarios, y en especial a la clase obrera, mucha firmeza y decisión en la confrontación contra el fascismo pero sobre todo nos exige claridad política e ideológica para imponer pasos certeros en la derrota de la desestabilización y en la profundización del proceso de liberación nacional.

El fascismo no es otra cosa que el gobierno del capital monopolista (imperialista) y por extensión es el nombre que recibe su base de apoyo en las masas.

Siendo entonces el fascismo la expresión política del imperialismo, ¿quién puede ser el enemigo principal de este sino la clase obrera?, no en vano fue la URSS, y su glorioso pueblo, quien ajustó cuentas con este en la segunda guerra mundial.

En el marco del plan conspirativo hay un factor fundamental para su éxito: la violencia callejera. Se trata de la necesidad de hacer surgir una guerra civil o algo que se le parezca.

Siendo así, la actual coyuntura nos impone a los revolucionarios comprender que la violencia es proporcional al triunfo de los planes imperialistas.

Sin embargo, confundiendo lo táctico con lo estratégico, no han faltado variedad de expresiones de este lado condenando de manera absoluta toda violencia, olvidando que en la marco de la lucha de clases hay empleo revolucionario y justo de la misma y que además las historia nos enseña que la violencia nunca surge del pueblo sino que a este se la imponen, como único camino, los opresores (en nuestro caso la oligarquía proimperialista).

Por eso los marxistas-leninistas, superando emocionalidades, reconocemos y reivindicamos las distintas formas de lucha valorando que hay violencia justa y violencia injusta (aunque la burguesía y sus aparatos de ideológica trabajen por desacreditar esta verdad histórica con aquello de la violencia es el arma de los que no tienen razón).

Volviendo a la coyuntura nacional actual y reconociendo que en este estricto momento histórico la violencia favorecería  a los enemigos del pueblo, es muy importante que el gobierno bolivariano asuma cada vez con más decisión y claridad la necesidad de conjurar este peligro actuando con decisión contra la impresionante impunidad que se ha observado en las acciones de los guarimberos en muchos municipios del país (y no en todos gobierna la derecha) y garantizando el derecho a la protesta en el marco del respeto a todos los demás derechos como por ejemplo: el derecho a la vida y al libre tránsito.

Hasta ahora el pueblo ha demostrado paciencia, sabiduría y mucha firmeza contra las provocaciones que el fascismo ha ejercido contra él, pero todo tiene un límite y evitar que se llegue a ese limite es responsabilidad de quienes tiene el poder político para hacer cumplir las leyes y el reformismo se ha mostrado titubeante en esta tarea.

En esta coyuntura el mejor apoyo que la clase obrera puede dar en defensa del proceso y del legítimo gobierno bolivariano es combatir al fascismo desde una consecuente posición clasista; trabajar por la unidad de acción de todos los sectores antiimperialista; dar pasos firmes para la construcción del Bloque Popular Revolucionario que se planteé la conquista del socialismo y denunciar al reformismo como camino cierto a la derrota del proceso en cualquier escenario.

Edgar Meléndez

Miembro del Comité Central del PCV

*Artículo de Tribuna Popular N° 233



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