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**** Lejos de quejarse por la frialdad de la Internacional Socialista, Ramos Allup debería hacer un acto de contrición, con su propósito de enmienda, que le devuelva la fe del pueblo.

Son de una pobreza inaudita las declaraciones de Henry Ramos Allup aparecidas en El Universal del 11/4/05. Las plañideras aserciones en las cuales culpa al pragmatismo de la Internacional Socialista (IS) y, en particular al PSOE y su líder José Luis Rodríguez Zapatero, de la pérdida de prestigio de AD a escala internacional, no son sino una muestra de la incompetencia propia. En cualquier ente humano el logro del crédito no depende de agentes externos. Esta en función de la imagen que proyecta, producto del contenido del mensaje que trasmite a través del discurso y los hechos. Y el perfil proyectado por AD en los últimos años no es el más edificante. Es lógico que quienes lo consideraron un par en el movimiento internacional socialdemócrata, hoy procuren diferenciarse acercándose a un competidor que, en el mismo terreno, tiene éxito. No parece razonable que un partido como el PSOE, cuyo apoyo descansa en los sectores populares ibéricos, se identifique con una AD asociada a las clases privilegiadas y al imperialismo. Parece que Ramos Allup, y su partido, ignoraran el rechazo mayoritario europeo al unilateralismo estadounidense y a las posiciones neoliberales que tienden a destruir el Estado de bienestar, fundamentalmente una construcción socialdemócrata.
La acusación de pragmáticos que le endilga a sus antiguos socios, asumiéndose como un idealista, no es sino una burda maniobra retórica. Es pensar en la idiotez de la opinión pública. ¿Para cual persona, con dos dedos de frente, la acción política no es pragmática? Pero no con el pragmatismo que el insinúa, confundiéndole con el utilitarismo mercantil. Nadie puede pensar que la venta de unas cuantas corbetas es mejor negocio que el mantenimiento de la flota estadounidense del Mediterráneo, cuyo contrato perdió por el retiro de las tropas de Irak. El pragmatismo político está ligado a la consecución del poder dependiente de la capacidad de convocatoria. No es función –como lo señaló Maquiavelo – del apoyo de poderes externos o de plutocracias, como lo hizo y lo hace AD. Eso sólo da para mantener la burocracia partidista. No para lograr mayorías. Por ello no le puede extrañar la fría actitud de Rodríguez Zapatero hacia la dirigencia adeca y la no menos gélida de los embajadores de la UE. El gran temor que muestra con sus declaraciones es acerca de la posibilidad de la incorporación del MVR a la IS. Pragmáticamente tal hecho sería una ganancia para esa organización transnacional, pero serían incalculables las pérdidas del “chavismo” con ese gesto que lo alejaría de la red de relaciones con el radicalismo de izquierda, atemperado con el pensamiento humanista, que hoy configura la fuerza internacional que se opone claramente al neoconservadurismo encarnado en el poder estadounidense. Lo que no impulsa Ramos Allup es una autocrítica que debería conducir como primer acto a la solicitud de un perdón a sus antiguas bases, con un propósito de enmienda que le devuelva la imagen al otrora partido del pueblo.


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Alberto Müller Rojas


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