Alquimia Política

La Era Digital

Las empresas necesitan otra clase de trabajo:

lo que Michael Dertouzos...

ha llamado INFORMACIÓN EN PROCESO ...,

la cual requiere una buena parte

de los datos reales con que operamos

y buena parte del trabajo que se realiza

en las economías desarrolladas... 

BILL GATES

(LOS NEGOCIOS EN LA ERA DIGITAL.

Barcelona, España, Plaza&Janés, 1999:36) 
 

La revolución en el área de informática, introducida por Microsoft, en la década de los noventa ha despertado el interés de propios y extraños; no se trata simplemente de un negocio, sino de una “revelación”  del  poder de la capacidad humana para dominar la técnica y con ello los procesos y fundamentos de la civilización contemporánea. Lejos de ver a Bill Gates, fundador de Microsoft, como el iniciador de una revolución tecnológica que ha monopolizado el implemento de software, hay que entender el asunto como el cambio hacia un nuevo paradigma: La Era Digital. 

Imaginar el mundo hoy día sin el apoyo de la técnica sería, sin duda, presagiar incomodidad, lentitud, ineficacia, desorganización, ..., en fin un caos total. La técnica nos ha permitido autodefinirnos y perfeccionarnos, incorporando a la “razón vital”, el instrumento idóneo de ejecución de nuestro pensamiento. Friedrich Rapp, en su obra clásica “Analitische Technikphilosophie” , publicada en 1981 en español con el título “Filosofía Analítica de la Técnica” ( traducción de Ernesto Garzón Valdés, Editorial ALFA, Barcelona-España), nos dice que la técnica moderna fue introducida para aliviar la existencia y, por otra, en virtud de su carácter concreto, objetivo, y a causa de los principios del desarrollo funcional técnico, que en última instancia se encuentra en la estructura del mundo físico, ha creado una serie de nuevas limitaciones a la libertad de acción humana. Como el hombre, en tanto ser natural, depende siempre del dominio de su entorno físico y los aportes deseados sólo son obtenibles mediante una adecuación  a los respectivos procesos técnicos, aparecen ahora las legalidades objetivas en lugar de las anteriores limitaciones. De esta manera, se ha eliminado en gran medida la fatiga del trabajo físico; pero el precio de ello consiste en la adecuación a los principios de la acción técnica y en los efectos de enajenación que necesariamente implica”. (Pág.175-176) Basta mirar nuestra realidad técnica para afirmar que esta percepción de  Rapp es cierta. 

Herbert Marcuse, en su célebre obra “El Hombre unidimensional” (publicada por vez primera en 1964), concluye que la sociedad unidimensional, desde un punto de vista de análisis cerrado y crítico, refuerza, a través de la técnica, la dominación y por ende la idea de una conmoción radical del mundo,  desvaneciéndose en el deseo de una evolución no explosiva. De este modo, todo aquello que intente la técnica para mejorar la  vida en nuestra sociedad, es una tendencia a conciliar los extremos. Marcuse se pregunta: ¿Tal sociedad puede impedir toda transformación cualitativa en un futuro inmediato? ¿Existen fuerzas capaces de hacerla estallar? La historia ha demostrado que la técnica se ha erigido instrumento de dominación de un sistema que doblega las posibilidades de reaccionar, por la inevitable dependencia que hacia él tenemos. 

Esta visión de Marcuse se sintetiza en tres aspectos: 1.- La sociedad se esfuerza por mejorar su nivel de vida , sin pensar jamás en destruir el sistema en que vive, aunque éste ejerza una dominación represiva; 2.- Quien no esté identificado con el sistema dominante perderá toda comprensión auténtica de la realidad; y 3.- Habiendo perdido la sociedad el impulso revolucionario y evolucionando hacia una la ideología de la coexistencia pacífica, es inevitable que sus posiciones teóricas oficiales sean combatidas por una o varias minorías más revolucionarias.  

Ahora bien, lo que no previno Marcuse era que esa revolución vendría de una minoría no identificada con bases ideológicas, sino con esquemas economicistas que abrigarían una nueva percepción del mundo y transformarían esa dominación represiva en un flujo constante de información y revisión. Ya no se trata de imponer “puntos de vistas”, sino de multiplicarlos y conectarlos, a efecto de crear una  retroalimentación que mueva más ágilmente el cuerpo de conocimiento en el desenvolvimiento de sus variables. 

Es una “nueva era”, la cual, como nos dice Elvira Marteles (LA NUEVA ERA. Madrid, Ediciones Contraste, 1995: 22), tiene como características “actuar de puente entre los nuevos conocimientos, como los descubrimientos científicos, y las concepciones milenarias de algunas antiguas civilizaciones hacia las cuales los occidentales siempre habíamos dirigido una mirada prepotente y despreciativa...” La técnica nos ha acercado a la sustancia del conocimiento, a eso que Gates llama “un nuevo espacio universal de información compartida”. 

Esta nueva realidad nació con la máquina, lejos estamos de aquellos visionarios que desde el año 4000 a. C., diseñaron el ábaco, instrumento formado por un conjunto de cuerdas paralelas, cada una de las cuales sostenía varias cuentas móviles, usadas para contar; o de Howard Aiken, quien en 1944  concluyó un computador electromecánico, el Mark I, que sirvió para crear tablas matemáticas, mediante la ejecución de una secuencia de operaciones aritméticas; o de la revolucionaria invención, en 1971, de los primeros microprocesadores, los cuales por la vía de circuitos integrados en una sola pastilla de silicio, podían realizar operaciones fundamentales de almacenamiento, procesamiento y ejecución de instrucciones. Estos hechos son ya parte de la historia clásica de la técnica informática, de ello aprendemos que esta revolución tecnológica devino de un proceso de ensayo-error que culminó  con una propuesta avanzada de minimización del proceso de instrucciones para dar paso a sistemas más integrales, sensibles y rápidos.  

Bill Gates ha denominado esta nueva era como “digital”. Todo este conjunto de nuevas máquinas y programas avanzados en interacción, viene a ser como el sistema nervioso humano. “ El sistema nervioso biológico dispara los reflejos que nos permiten reaccionar prontamente a los peligros o  las necesidades. Nos proporciona las informaciones necesarias para valorar las opciones disponibles y elegir”. Así mismo, se comporta la técnica informática, construida por los “procesos digitales mediante los cuales la compañía capta lo que hay en el entorno, reacciona en consecuencia, detecta los retos de sus competidoras y las necesidades de sus clientes, y organiza inmediatamente sus reacciones”. (GATES, 1999:17) 

Para Gates el Sistema Nervioso Digital (SND, desde aquí en adelante) es la nueva opción para los negocios en el siglo XXI, ya lo importante está  construido ( equipo físico y lógico, combinado y conectado en red), lo que hay que agregar es la riqueza de información que cada organización maneja en función a sus intereses, a efecto de que la haga fluir hacia sus trabajadores para que se revierta en revelaciones y colaboración  en miras a mejorar el rendimiento de la empresa. 

El Sistema Nervioso Digital, nos acota Gates, tiene como finalidad motivar una reacción concertada del personal, con el fin de implementar estrategias organizacionales que haga posible la adaptación al cambio y la adopción de la red como vía necesaria para mantener una comunicación más directa  y efectiva a la hora de evaluar posibilidades para la toma de decisión. La conexión  del SND se da en razón a un círculo constante entre operaciones básicas de la organización, estrategias y respuestas a los imprevistos, y la interacción con los clientes o usuarios. Un SND “comprende los procesos digitales que encadenan estrechamente todos los aspectos del pensamiento y acción de la empresa”. (GATES, 1999:37) 

Si bien es cierto que Gates nos habla de un SND, que tiene relación directa con la acción empresarial de la sociedad contemporánea, no es menos cierto ese no es el único uso inmediato que tendrá en la nueva era, la proyección es alcanzar todo tipo de actividad humana en donde la toma de decisión es importante. Hablamos entonces de un proceso que busca crear la excelencia individual,  así como proporcionar a los miembros de una organización determinada, información de primera mano para la comprensión del entorno y de los efectos que dicho entorno puede estar germinando ante acciones que escapan de nuestra intervención. 

Gates ahonda, en sus ideas acerca de la “era digital”, hacia una nueva cultura organizacional, ya no es la imagen de una organización virtual la que inunda nuestras apreciaciones, sino la existencia de una gran autopista de comunicación en donde el Internet asume liderazgo como vía  y las interconexiones, el alcance necesario que cubra y descubra los entretelones de los negocios en el siglo XXI. 

Los presagios de Marcuse, y de muchos otros que vieron en la técnica un medio de postergación de la dominación, han dado sus frutos.  “Las pautas valorativas, nos dice Rapp, que hasta ahora determinaban el actuar del hombre estaban limitadas a unidades sociales relativamente cerradas y claramente perceptibles a contextos de acción aprehendibles de manera inmediata. Una  limitación de este tipo del respectivo contexto era posible mientras los efectos de las correspondientes acciones efectivamente se mantuvieron dentro de este marco. Esta ética de proximidad es perfectamente adecuada a los principios orgánicos de la técnica artesanal con sus relativamente reducidas intervenciones en el acontecer natural. La técnica moderna, con su transformación sistemática y amplia de la naturaleza y con sus consecuencias amplias puede ser sólo dominada mediante una ética de lejanía, cuyas normas de acción toman en cuenta contextos superiores. Con las concepciones valorativas tradicionales y firmemente enraizadas y con formas de comportamiento que se han ido formando a lo largo de un proceso de desarrollo prolongado, no es posible hacerse cargo de la situación que ahora ha surgido”. (RAPP, 1981: 190)            

Ahora bien, ¿estamos dominados acaso  por la técnica? ¿quién nos garantiza que esa ética de lejanía permitirá apaciguar el efecto que desde ya ejerce la técnica sobre el hombre? ¿es acaso la indiferencia una alternativa para cerrarnos al futuro? Muchas interrogantes pueden surgir acerca del nuevo paradigma de la “era digital”, unas intentando estimular respuestas que marquen tendencias en contra, otras que desde el plano de la aceptación pretenden convencer al colectivo de que el flujo de información es lo que dominará las acciones de los hombres. Pero es que, volviendo a Rapp, esa ética de proximidad es la que le ha costado  al hombre desarrollar más ampliamente su fuero interno, se ha contaminado, vive enajenado y corrompido; las nuevas dimensiones marcan el fortalecimiento de esta aproximidad, lejos de ser una atribución del “ser político y social”, es una constante violación del entorno individual, pero qué podemos nosotros hacer si es que nos hemos definido como elemento de ese SND, que por los cuatro costados del mundo impulsan el hacer diario de la civilización. Esto lo refuerza Gates al decir: “...la idea esencial es que ninguna compañía descanse en la creencia de que su posición actual en el mercado es algo consolidado. Hay que reevaluar constantemente...; lo bueno sucede cuando están reunidas las condiciones para que sucedan”. Es el alfa y la omega, la filosofía encontrada con el pragmatismo, el cual bajo el interés mercantilista se llena de todas las esperanzas y es capaz de doblegar el idílico sueño de alcanzar la dominación absoluta de nuestro fuero interno y natural. Seguimos dominados, reprimidos, y ahora, digitalizados en el amplio espectro de la red. *azocarramon1968@gmail.com 


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Ramón E. Azócar A.

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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