496 años de Cumaná....¡guapa ayer! ¡guapa hoy!

Cumaná, ciudad a la cual nuestros poetas le han brindado todos los elogios,  cumple en estos días 496 años de su fundación. Su historia se resume en valentía para levantarse cada vez que la naturaleza  acosa sus entrañas. Igual fortaleza  y entereza ha tenido desde remotos tiempos. Esta, nuestra ciudad, cuyo nombre habla de la unión entre el río y el mar, poca paz y poco gozo ha tenido desde que fue avistada por los aventureros del mar que venían desde las lejanas  tierras españolas, inglesas y holandesas.  

    Cumaná, azotada por huracanes, vendavales y terremotos se erige según los cronistas a partir del año 1515. A partir de esa fecha se habla de unos frailes franciscanos y dominicos que se asentaron a las orillas del rio Cumaná para dar luz verde a un martirio que se prolonga por siglos. A su frente, Cubagua,  pequeña isla rica en perlas y cuyas aguas llegaron a enrojecerse por tanta sangre aborigen, que explotaban sus pulmones ante el incansable afán de  quienes traficaban  con la riqueza marina. 

     Esta es una historia de invasiones, saqueo, trueque, genocidio, ultraje. Todo vino a la par de aquel grito de: ¡Tierra! ¡Tierra! Dado, según los cronistas, por  un mal asalariado llamado Rodrigo de Triana. ¡En mala hora!  En todo caso, como hemos vivido bajo el acecho de la naturaleza,  nuestro compromiso es mirar hacia el futuro. Ya esta larga historia tiene interesantes páginas. Unas oscuras y otras brillantes.  Nos anima referir a la Historia Corográfica de Nueva Andalucía del padre Antonio Caulin,  para hablar de plantas y sus usos, las referencias de Alejandro de Humboldt quien se sintió cautivado por esta ciudad. Ya a finales del siglo XVII  ocurren hechos culturales importantes. Cátedras de Latinidad y Griego, Cátedras de Gramática y Elocuencia, Escuela de Primeras Letras para hijas de familias distinguidas, Escuela de Primeras Letras fundada por la matrona María de Alcalá Rendón, Fray Cristóbal de Quesada, destaca como prestigioso latinista. Luego habría de ser maestro de Andrés Bello quien vivió aquí en su pubertad. Entre tanto el Dr. José María  Vargas  se desempeña entre el Lazareto y el Hospital de la Caridad que fundara el fray Antonio Patricio de Alcalá. Vargas traduce para los patriotas el Contrato Social, de Rousseau. Es precisamente Vargas clave para  que en mayo de 1812 se instalen las Clases Superiores en el Convento de San Francisco (hoy prácticamente abandonado). Luego se convertirá en el Colegio Nacional de Cumaná (1834). Esta ciudad secunda a Caracas en la introducción de la imprenta. Son referencias El Patriota  Venezolano (oct.1811) y El Patriota  Cumanés (dic. 1811). 

Hoy Cumaná, a pesar de los pesares, se viste de gala. Enfrenta, como ayer,  el desdén, el desamor, la indiferencia, la malicia. Ciudad que insiste en abrir los brazos y recuerda todos los días a su predilecto hijo, el Gran Mariscal de Ayacucho. Sigue siendo, tal como lo dijera el poeta A. E. Blanco:”Guapa también, con la guapeza de la bravura y el aguante. Guapa en Nueva Toledo, en Nueva  Córdoba y en Santa Inés de los Cumanagotos. Guapa cuando el sismo la estremece toda, la derriba y la sangra y ella se alza de nuevo y sacude sus cabellos como cabellos a la brisa y se aparta de sus ruinas para recoger a  sus hijos…” O para preguntarnos  con el historiador, académico y poeta Marco-Antonio Saluzzo: ¿Y qué misteriosa fatalidad se complace en anonadar todo lo bello, todo lo grande, todo lo generoso, todo lo santo?  

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Juan Azocar


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