En el Continente
latinoamericano se confrontaron y se confrontan proyectos políticos;
los que se plantea retomar el hilo histórico de donde venimos y que
hay que enaltecer; y los proyectos contrapuestos que se sujetan a los
centros imperiales del mundo con las consecuencias que implican para
los pueblos y para la soberanía y que se imponen por vía de ceder
su propio territorio sagrado de la patria para instalar bases militares
para así callar a su propio pueblo y a países hermanos.
Ambos proyectos
tienen sus impulsores, uno está a favor del pueblo y el otro está
en contra hasta de su propio pueblo, los intereses de clases, la clase
oligárquica versus la clase y sectores desposeídos.
La predica
diaria de retomar el sendero libertario dio sus frutos, enfrentó
y derrotó el peso de los reflejos condicionados de sumisión de
décadas.
Colombia y Chile, bastiones del libre mercado a ultranza, le están crujiendo sus compuertas de contención lo cual da muestra que el proyecto político estructural en que basan tienen serios cuestionamientos, la radicalidad de los movimientos sociales toman cada vez mayor peso y es comprensible puesto que sobre los estómagos y los hombros del pueblo recae la crisis de un sistema capitalista – imperialista que está sometido a serios, muy serios cuestionamientos por su inoperancia y su ahistórico funcionamiento y justificación.
Los pueblos
exigieron, pasar del dicho al hecho, emplazaron y asumieron su responsabilidad
histórica; de manera insospechada avanzaron más rápidos que sus propios
gobiernos –salvo honrosos ejemplos que vibraron juntos líder y lideresas
y pueblo- además hay proyectos políticos partidistas, así como movimientos
sociales con pueblo de verdad, verdad, más allá de sectas partidistas
u organizativa, que se dispusieron a ser gobiernos, doblegar Estados
capitalistas para transitar hacia Estados paulatinamente teñidos de
pueblo, ese pueblo continental latinoamericano comprendió con sus vanguardias
políticas la imperiosa necesidad de optar aun en condiciones desventajosas
acceder a disputarse el Estado como estructura de dominación y en América
Latina el voto en los procesos electorales se ha convertido en una herramienta
de combate antiimperialista después de asumir, luchar y padecer gloriosamente
distintas formas de lucha y organización, las cuales se asumen no por
capricho, ni son perpetuas, si no que se interpreta las coyunturas y
ella va dictando las pautas.
Está
intrínseco que los pueblos han aprendido de sus propias experiencias
y errores y a la par que se les ha logrado conseguir las fisuras al
sistema capitalista imperialista liderado por EE.UU.; además de los
errores propios del sistema imperialista mundial que en su avaricia
y egoísmo van directo a cavar su propia tumba histórica.
La CELAC obliga
a cada quien a revisar los programas y planes de gobierno desde el punto
de vista estructural. Las lecciones que dimanan de Europa y de EE.UU.
no es un buen espejo pero es a la vez una realidad que no hay que dejar
de mirar puesto que el país latinoamericano que se deje arrastrar por
las políticas neoliberales puede tener como consecuencia las ondas
expansivas con el consabido agotamiento de liderazgo interno y regional,
el desmoronamiento de identidades nacionales donde prive sea el carácter
financiero, en detrimento de las condiciones de vida del pueblo para
luego deshacer naciones y posteriormente se le facilita caminos para
que “desinteresados” banqueros se ofrezcan como bálsamos de almas
nacionales rotas, así como sobar el dolor a gruesas capas de población
desempleadas, remendar brazos y espinas dorsales quebradas por las fuerzas
policiales y militares pero los intereses y capitales de ellos o que
representan quedan intactos, es enfrentar la Tecnocracia con la Democracia
del Pueblo, esto último luce redundante, pero no..
La CELAC es
una oportunidad como región, que sea por si misma capaz de generar
iniciativas propias de desarrollo con sentido mundo latinoamericano;
lo otro es recibir luctuosas noticias de frías estadísticas que cuando
uno se entera de los resultados que arrojan las de Europa, África,
las de Asia, la de los propios EE.UU., la verdad es que conmueven y
despierta cada vez más el desprecio y es evidencia indubitativa de
la inviabilidad del sistema capitalista – imperialista para la humanidad.
Considero para
el caso venezolano como tarea impostergable, darle sentido cada vez
más al texto constitucional de la República Bolivariana, allí hay
claves históricas muy importantes que son rectoras y mandantes de lo
que tiene que hacer cada revolucionaria y cada revolucionario en Venezuela
coadyuvando así a descifrar y cifrar en el CÓMO en el Programa de
la Revolución venezolana todo con el propósito de hablar con el ejemplo
y mostrando los mayores índices de felicidad posible, los mayores índices
de seguridad social posible y los mayores índices posible de estabilidad
política.
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