Jovita Pérez Credito: Xurxo Martiz Crespo |
El pasado 7 de diembre murió en Caracas Jovita Pérez la viuda del revolucionario gallego Xosé Velo. Este mismo año se cumplía el 50º aniversario de la toma del paquebote portugués, Santa Maria, por un grupo de comandos de origen gallego, portugués y español pertenecientes al Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación (DRIL) que al calor de la Revolución Cubana pretendió terminar con las dictaduras fascistas de Franco y Salazar por las armas cuando el exilio republicano español se había hecho a la idea de la imposibilidad de terminar con la dictadura fascista española y se había acomodado en un ritual de comunicados y denuncias sin trascendencia. Xosé Velo decidió fundar el DRIL y levantarse en armas en 1959.
Bertold Brecht en Preguntas de un obrero que lee nos recuerda de alguna manera a Jovita y a cientos de miles de mujeres anónimas que estuvieron, no detrás sino junto a sus compañeros en la adversidad. Sería impensable o indecente el creer que el sufrimiento y el exilio de tantos hombres que pasaron a la historia fue individual. Jovita Pérez es una de esas anónimas mujeres que huyó de la dictadura y sobrevivió con tres hijos mientras su compañero era perseguido y torturado como un animal de caza.
Venezuela fue país de acogida para miles de exiliados que huyeron de la barbarie fascista en el Estado español. El presidente Rómulo Gallegos, exiliado de la dictadura de Gómez en España y en Beluso (Galiza) hasta enero de 1936, facilitó la entrada de muchos perseguidos, que aún en 2011, como en el caso de Jovita, vivían en Venezuela.
Muchos de los hijos de este exilio lucharon por una Venezuela más justa, en posiciones progresistas y de vanguardia, y devolvieron con creces la libertad que Venezuela les dio a ellos y a sus padres, algunos como Alejandro Tejero Cuenca con su vida. De nosotros depende que Jovita Pérez y todas esas mujeres nunca queden en el olvido.
«Felipe II lloró al hundirse su flota. ¿No lloró nadie más?». Bertold Brecht.
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