El ex presidente Álvaro Uribe ha conseguido un nuevo mejor oficio: ser el santiguador y asesor principal de la oposición venezolana. Pareciera que no son suficientes sus ocupaciones por sobrevivir en la política colombiana, ni demasiadas las denuncias en su contra por las irregularidades cometidas durante su mandato para que ahora juiciosamente se dedique a dictarle clases de “seguridad democrática” a los furibundos de la MUD venezolana. Disciplinaditos ellos fueron hasta Colombia para que les dieran su fórmula de personalismo y contubernio de oligarquías.
En los medios de “comunicación” se le ve rezongando y provocando al Presidente Santos para que ataque al Comandante Chávez. En twitter a través de su cuenta @AlvaroUribeVel ha dicho de todo contra el Presidente de Venezuela y se jacta de conocer y “orientar” a la población de su país según el idilio de que ese pueblo es más uribista que colombiano. Confieso qué no sé quien es peor: el que te ataca frontalmente o el que te decreta la amistad sólo por conveniencias tácticas (sólo el futuro lo determinará; tengo mis reservas porque hasta el mejor de los Santos siempre pide que se le encienda una velita antes de conceder cualquier milagro por más soez que este sea).
Lo que sí está claro es que el señor Álvaro Uribe emulando los bestseller holibudenses no se conforma ni con una, ni segunda parte de su mandato desde la Casa de Nariño, el muy glotón (hasta ahí le llega su discursito de la alternabilidad en el poder) quiere una tercera y posible cuarta parte hasta en 3D si los medios le dan su ayudadita. Acá desde los párvulos manitos blancas hasta el estrafalario de Pablo Pérez lo admiran y lo consagran como una figura reverencial digna de un altar en el claustro del puntofijismo; así pues señores y señoronas de la oposición sigan atendiendo a este tipo de citas, donde el tinto que les brinda Uribe aunque cerrero, seguro estoy que ustedes lo disfrutan porque como dicen en mi pueblo “sarna con gusto no pica”.
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