Transparencia:
“(...) fue notificada a la colectividad, a través de un anuncio de prensa publicado en medios regionales.”
Seguridad económica:
“(...) ya que se poseen entre 8 y 10 días de inventario de gasolina para cubrir la demanda(...)”
(Tomado de Avances de la “nueva PDVSA”, UN, 24.04.05)
La nota de prensa de la “nueva PDVSA” de donde extrajimos los dos epígrafes de arriba, nos informa, de dos paralizaciones industriales recientes en sus instalaciones de refinación muy cercanas en el tiempo entre sí, debidas a incidencias no muy bien explicadas y que, debido precisamente a la carencia de buena y oportuna explicación, “radio bemba” maneja como eventos de sabotaje, lo que, además de aparecer soportado por informaciones de fuentes generalmente creíbles – de agentes sociales vigilantes -, también parecen plausibles, dentro de un esquema de agresión modificado, en el contexto de la Guerra del Petróleo de que somos víctimas desde el Golpe de Abril, que aun sigue...
Mientras es de lamentar que la “nueva PDVSA”, con su práctica continuada – nada ha cambiado – de cenáculo nos fuerce a ejercer nuestro derecho de control social por medios informales y cuasi subrepticios, que irremediablemente nos colocan, a veces, en la incómoda posición de críticos intuitivos – pero generalmente certeros -, lo que los eventos referidos parecen querer revelarnos, merece atención analítica que la confrontación no debe distraer.
Aspiramos, y esperamos confiados, que llegará el día en que PDVSA, con otros valores profesionales y revolucionarios al frente, sabrá distinguir entre críticos y enemigos, tanto suyos como de la Nación. Mientras PDVSA no aprenda a informar a la sociedad – o al menos a factores calificados y representativos de ella - recta y oportunamente sobre los grandes problemas que la afligen, estará incurriendo en ocultamiento, a la vez que exponiéndose y exponiéndonos a diatribas debilitantes y desorientadoras. El tema hoy en consideración, viene a cuento al efecto: confrontamos peligros enormes de Seguridad del Estado, pero la forma en que PDVSA manejó la información de sus síntomas perceptibles, no nos permitió percatarnos de ello. Esos dos incidentes, de confirmarse que fueron obra de sendos sabotajes, serían anunciadores de una nueva estrategia de agresión; de un viraje de nuestros agresores hacia la guerra de atrición; de sitio hasta la rendición. Nos conviene analizar sus implicaciones.
En ambos casos, los respectivos incidentes, tienen el mismo objetivo: debilitar nuestra capacidad de refinación, lo que conlleva toda una retahíla de consecuencias interrelacionadas.
El ejecutivo responsable muestra su inocente debilidad formativa (ver epígrafe) cuando declara que no hay problema... porque tiene inventarios de gasolina para 8 ó 10 días... ¿No hay problema? ¿Un inventario de diez días de gasolina sin plomo y parada la planta que produce los componentes químicos necesarios para producirla?
¿Tiene idea de lo que sucederá en términos comunicacionales cuando la prensa corporativa – de aquí y del mundo – titularice: “VENEZUELA SIN GASOLINA”?
En Amuay, el incidente apuntó al mismo punto frágil: la refinación, ergo, entre otros, producción de gasolina. Objetivos: a) Paralizar nuestra economía interna; b) Ponernos en la vergüenza de – otra vez – tener que importar gasolina; c) Obligarnos a tener que exportar más crudos... e incidir adversamente en los precios.
Tal vez el lector no comprenda bien eso de “obligarnos a tener que exportar más crudos”, nos explicamos: Tenemos una cierta capacidad de almacenaje de crudos; parte para alimentar las exportaciones, parte para alimentar las refinerías. Si las refinerías dejan de consumir su insumo, éste, tiene que ser desviado a exportaciones, o la producción que la alimenta – los pozos - tiene que ser paralizada. Esto fue bien documentado a propósito del paro de Diciembre de 2002. (Tengo una presentación – ppt – que lo grafica – Obra de Rafael Ramírez – el bueno -, informático de PDVSA Occidente, quién, por publicarla – Diario Panorama, Enero 2003 – fue “desterrado a CITGO).
Como bien podemos deducir, todo nos perjudica y todo, al mismo tiempo, beneficia al Imperio agresor. Si esta guerra de atrición continua – sabotajes como los discutidos son su principal manifestación -, llegará el momento en que, económicamente, no podremos resistir más: habremos perdido la guerra en que, contra nuestra voluntad, estamos “enfrascados” y tendremos, en términos clásicos, que capitular. Eso es “en términos clásicos”...
Lo que el Imperio NO sabe es que nuestra determinación revolucionaria NO es clásica; que estamos dispuestos a defender lo nuestro – revolución incluida – a conciencia de la perspectiva de lo peor, incluyendo el hambre. Que somos conscientes de que aquí nos estamos jugando el futuro digno de la Humanidad y que, ante el honor de la dignidad humana, somos quijotes irredentos e irredimibles. Es nuestra naturaleza. Para bien o para bien, así somos.
Bear it in mind Impire!