Lo inesperado nos sorprende porque nos hemos instalado en la seguridad de nuestras ideas y creencias, pero pasa que siempre está llegando lo nuevo y generalmente no encontramos la forma de abordarlo, es por esta razón que debemos prepararnos para la incertidumbre, es necesario aprender a navegar en el océano de la incertidumbre a través de los archipiélagos de la certeza, debemos abandonar el dogmatismo y las posiciones deterministas, abrir nuestra mente al cambio, y concebir la vida en los términos que decía el poeta Antonio Machado, y que corrobora el cantautor español Jean Manuel Serrat, “caminante no hay camino, se hace camino al andar y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar” y más aún en la época histórica que nos ha correspondido vivir, que como dice nuestro Presidente y líder del Proceso Bolivariano Hugo Chávez “No asistimos a una época de cambio sino a un cambio de época”.
La hegemonía de las élites con sus secuelas de opresión y de dominación están cediendo espacios ante la elevación de la conciencia de los pueblos, que avanzan a paso firme en su actuación protagónica y de empoderamiento en tanto que constructores de las historia, se avizoran nuevos horizontes, el principio gatopardeano de “cambiemos para que todo siga igual”, de “maquillar la realidad” y la idea de “mejorar lo que hay” pierden terreno en la conciencia de nuestro pueblo, que se empeña en cambios profundos y radicales, otro modelo societario y otro modo de vivir es posible…, ¿Cuál? no lo podemos saber con certeza, pues debemos construirlo ¿Cómo? desde y a partir de nosotros mismo, el entendimiento de que somos sujetos de nuestra vida y de la historia es esencial, el pensamiento robinsoniano de “Inventamos o éramos” cobra cada vez mayor vigencia.
En cuanto a nuestra relación con la madre tierra debemos abandonar la posición antropocéntrica, la naturaleza no es mercancía y el ser humano no está en este planeta para hacer un uso abusivo de ella devastándola y contaminándola, la tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la tierra.
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