Sin excusas

La DIEX, no creo que haya un solo Venezolano mayor de 30 años que no recuerde aquella pesadilla. La DIEX era un monstruo viscoso hecho de roscas de mafiosos, gestores, funcionarios cínicos, siempre con la mano extendida, reclamando una “ayudita para la familia, los muchachos”, como si esos muchachos lo hubiera parido uno…

Es difícil pensar que aquella maraña de chanchullos se haya convertido en una institución tan eficiente que hace sonreír hasta al más sombrío de nuestros opositores. Supongo que no fue fácil poner a funcionar algo cuyo único remedio, pensaba hasta el alma más optimista, era un bidón de gasolina y un fosforito; pero se hizo.

El SAIME, hace una semanas mi esposo sacó su cédula en 7 minutos, sin pagarle a ningún funcionario baboso. Entró y salió con su dignidad intacta y su cédula laminada. Hace una semana saqué mi pasaporte. Ni quince minutos me tomó hacer una cita, llenar mis datos, y “el 28 de este mes puede venir a retirarlo” -me dijo la amable funcionaria el 18 de ese mismo mes-. Sí, dije amable.

Dificulto que existiera en el país una institución más podrida que la DIEX. Si pudimos con eso podemos con todo y cuando digo todo me refiero a cosas tan arraigadas como la cultura de las colas, madrugonazos y repartición de números que crean otras subculturas  de cuidadores de puesto y otros gestores vampirezcos que suelen revolotear en torno a la ineficiencia. 

Indolentes colas a las que sometemos a nuestros abuelos cuando cobran su pensión. Colas madrugadoras frente al IVSS para quienes, por frecuentes azares del destino, aparecen borrados del sistema. Colas imposibles si sumamos a la Misión en Amor Mayor.

Colas de contingencia eterna que nos impiden ver a MERCAL como nuestro centro de abastecimiento cotidiano sino como una misión de emergencia alimentaria. Impávidas colas bancarias, -me refiero a nuestros bancos como para dar el ejemplo- donde es normal desperdiciar varias horas para hacer un trámite de dos minutos. Colas, toda evitables, todas floreciendo y amargándonos la vida.

Si pudimos con la DIEX podemos con el MPPE y esa cosa horrenda llamada acreencias: bonos impagados, compromisos rotos, lanzados a un cajón del olvido con nombre burocrático administrativo. Con el SENIAT y el bendito RIF que se vence sin son ni ton, y otra cola, y y la carota del funcionario que te cierra la puerta en las narices, a las once porque él va a comer hasta las dos, y usted, ciudadano, jódase sin comer y en la cola porque el RIF es obligatorio y hay multa, así que, calladito y no se me resbale, pues. Con INDEPABIS y sus oídos sordos, y el INTT y sus matrículas que no llegan y el fiscal y la matraca para la arepa, usted sabe… No, yo no sé…

Si pudimos con la DIEX ¿qué excusa hay para no poder con lo demás?.

¡SAIMEtización total ya!

tongorocho@gmail.com



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Carola Chávez

Periodista y escritora. Autora del libro "Qué pena con ese señor" y co-editora del suplemento comico-politico "El Especulador Precóz". carolachavez.wordpress.com

 tongorocho@gmail.com      @tongorocho

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