Unidad del Poder Popular
Bien decía Octavio Paz que la historia debería ser función del futuro que anhelamos construir: “La voluntad de futuro pone de pie a los muertos e impone un orden en sus obras. Así, al volver los ojos hacia nuestro pasado e interrogarnos sobre el sentido de esa masa de escombros, buscamos los signos del futuro. Aspiramos a comprender para fundar. Esta comprensión es, a su manera, poesía e invención”.
Una visión del 23 de enero de 1958, “desde la izquierda”, es necesaria, para reflexionar sobre el momento histórico actual. ¿Qué nos dice el 23E, 54 años después? Pudiéramos recordar el triunfo popular o el espíritu unitario del 23E, pero eso sería insuficiente. Más allá de la derrota de la dictadura, también se inició un período sombrío de una democracia insustancial que traicionó los anhelos y las esperanzas del pueblo. Cae Pérez Jiménez y, muy rápidamente, el entusiasmo se tropieza con la realidad. La dictadura se había prolongado por 10 años.
Habían muchos líderes políticos que regresaban del exilio, otros salían de las cárceles o de la clandestinidad. Muchos no se conocían o habían tenido poco contacto entre sí, particularmente los más jóvenes, muchos de izquierda, de AD o del PCV. Existían dos AD, la de la derecha, la de la vieja guardia, de Rómulo Betancourt y compañía, y la de la izquierda. En ese entonces, Simón Sáez Mérida, dirigente de izquierda, era el Secretario General de AD. Detrás del reencuentro y la alegría subyacía, sordamente, la dura realidad.
Las contradicciones no tardarían en surgir. Betancourt, el 18 de octubre de 1945, había participado con Pérez Jiménez, en el golpe de estado, y luego, tres años después, había sido desplazado por los militares. Ese primer pacto de Betancourt eran los “heraldos negros” que anunciaban lo que años después sucedería, “Pacto de Punto Fijo” incluido… Internacionalmente, también había entusiasmo, en la izquierda, tiempos de sueños, con la Revolución China que había triunfado en 1949 y, mucho más cerca, en tiempo y espacio, con Fidel, Raúl y el Che, desembarcando en el Granma, a finales del 56 y, luego, en pleno apogeo épico, en la Sierra Maestra… Reencuentro de abrazos, tiempos también de deserciones de la izquierda, de pactos de poder y del pragmatismo de una derecha, siempre sin escrúpulos, y ligera para corromper e, incluso, para asesinar, si es necesario… Veamos el día de hoy, el 23E de 2012. Es indudable que Chávez no es Betancourt.
No hay punto alguno de comparación posible. ¿Y la izquierda? ¿Y los revolucionarios? ¿Y el PSUV? El PSUV no se parece al AD del 58, no hay dos tendencias, pero hay tendencias, hay pragmatismo y oportunismo, y no hay, evidentemente, suficiente fortaleza política e ideológica. Decir, como se dice, que aún es un partido en construcción, es también una respuesta insuficiente… ¿Y qué decir de nuestros Gobernadores y Alcaldes? ¿Dónde fueron a parar aquellos dirigentes, otrora dirigentes de izquierda, como Gumersindo Rodríguez o Américo Martín? No tenemos derecho a ser ingenuos, está de por medio la trascendencia de la Revolución Bolivariana y el compromiso histórico. ¡Volvamos los ojos hacia nuestro pasado, interroguémonos sobre nuestro presente y busquemos los signos de nuestro futuro!.
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