Como era de esperar, voceros de los mecanismos tradicionales de integración y de los gobiernos reaccionarios de América Latina y el Caribe están tratando de darle un “parao” oficial a las propuestas y esquemas alternativos de unión y cooperación entre países de la región.
De allí que en la reunión del Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA) para la Consolidación de la Arquitectura Financiera y la Cooperación Monetaria de la Región incluyeran entre las conclusiones y recomendaciones la siguiente: “Con el propósito de evitar la creación de nuevas instituciones y la duplicación de esfuerzos y recursos, algunas delegaciones recomendaron la conveniencia de que la Secretaría Permanente del SELA se convierta en la secretaría técnica de la CELAC”.
Suponiendo que la intención de esas delegaciones anónimas fuera realmente evitar la creación de nuevas instituciones y la duplicación de esfuerzos y recursos ¿por qué no propusieron más bien eliminar la burocracia regional que tiene años mandando de nuestros países sin fortalecer su soberanía e independencia, ni lograr el buen vivir de los pueblos?
Pero esa no es su intención. Lo que pretenden las fuerzas retrógradas es neutralizar la CELAC y enajenar las “modalidades innovadoras” - Banco del Sur, SUCRE, Banco del ALBA - imponiéndoles los parámetros del imperio corporativo-financiero ya adoptados por “esquemas preexistentes” como el BID, la CAF, la ALADI. Pero como muchos de los países mantienen un doble discurso, se han visto en la necesidad de añadir al argumento burocrático la propuesta de abrir un debate para conciliar lo que ellos perfectamente saben que es inconciliable: las ventajas y bondades de ambos tipos de esquemas.
Los países del ALBA no pueden caer en el juego del SELA, no hay ninguna posibilidad de llegar por la vía técnica a una arquitectura financiera liberadora que satisfaga las necesidades de los pueblos de la región. Como dice Arundhati Roy: debatir el Imperialismo es un poco como debatir los pros y contras de la violación.
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