Las calles siguen siendo un excelente termómetro político. Y quienes en ella se movilizan son factores políticos determinantes del presente y el futuro. Grecia, España, Francia, Italia, Chile, Colombia, México, entre otros llaman la atención por las grandes movilizaciones de ciudadanos reclamando y exigiendo respeto a derechos fundamentales. Derechos políticos, a la salud, acceso a la educación, contra la privatización y la mercantilización de ésta, derecho al empleo, a una pensión digna y una vejez en tranquilidad.
Para los ciudadanos de esos países y otros, vivir de manera decente se ha convertido en un calvario. Sus gobiernos se han vuelto insoportables, porque cada día es la gran mayoría la que siente como le aprietan el cinturón y como millones de jóvenes, hoy sin trabajo y sin un seguro acceso a la educación, presienten un futuro incierto. Persuadidos de la espada de Damocles que ya la tienen sobre sus cuellos, no callan. Antes que el desánimo, el desconcierto y la desmotivación sigan tomando cuerpo en sus sociedades, cansadas del voraz capitalismo, y los terminen de derrotar o convertir en desechos o piltrafas, han decidido levantar sus voces para convertir la movilización de calle en protesta contra gobiernos serviles a banqueros y comerciantes de toda calaña.
Esa es la Europa deslumbrante que hoy se desnuda ante el mundo y comienza a enseñar hacia donde la han conducido los gobiernos mercaderes y guerreristas. La Europa que en santa alianza con los Estados Unidos no terminan su afán colonialista y en su desesperación por salir de su terrible crisis dividen pueblos, envían armas y mercenarios, logran desestabilizar gobiernos y terminan rematando al pueblo con los criminales de la OTAN, para imponer gobiernos vasallos y apoderarse de sus materias primas.
Mientras eso ocurre por aquellos lados, muchos países y pueblos de nuestra América forjan un porvenir libre de analfabetismo, bajando los crónicos índices de pobreza y abriendo las compuertas para que millones de excluidos tengan derecho al trabajo, salud, educación, alimentación, deporte, recreación y otros tantos derechos básicos. Mientras las calles de Europa arden y sus habitantes viven día a día la inclemencia de las recetas del Fondo Monetario Internacional, FMI, y demás entes financieros, nuestras calles, las calles de Venezuela han sido tomadas por la alegría Bolivariana para reafirmar, una vez más, la lealtad y el compromiso que todos tenemos para construir una patria nueva y socialista con mujeres y hombres libres. Mientras el Presidente sale del mal momento, su pueblo asume el liderazgo para decir una vez más que aquí lo esperamos, firmes con la Misión 7 de octubre para su reelección… porque “amor con amor se paga”.
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