La Conciencia proletaria comienza por su postura ante el comercio mendaz
De entrada: Una de las más exitosas campañas mediáticas de la empresa privada nacional y mundial es la de relegar tendenciosa y arbitrariamente todo el mensaje perverso goebeliano a la Política-sólo perjudicial por su aplicación a causas y objetivos políticos non sancta-, siendo que la Publicidad comercial ha sido el alumno más aprovechado en semejantes consejas.
Y es así: Toda la “exitosa” esencia publicitaria de las empresas burguesas, fábricas, comercios y banca, descansa precisamente en esa enseñanza del orador político más famoso de todos los tiempos, después de Heródoto. De este se dice que mentía con frecuencia para ser bien recibido en los hogares visitados: Hilaba y ligaba convincentemente al anfitrión a uno que otro dios pagano en su siempre enriquecida mitología ancestral que tanto caracterizó a los pueblos “bárbaros” y primitivos detalladamente recogidos en sus pionera novena de Libros de Historia Universal, con fantasías y hábitos cuyos vestigios no terminan todavía de ser plenamente superados.
Es que, además de la conveniente y razonable publicidad informativa sobre ofertas y mercancía que por primera vez incursionen en el dinámico y tembloroso mundo del mercadeo, las mercancías originales y sus variantes con sus correspondientes innovaciones, la publicidad sobre sus cualidades utilitarias verdaderas, sus precios de promoción, etc., así como la necesaria reiteración anual o periódica para que las nuevas generaciones “sigan” la tradición consumista, además de esas prácticas razonablemente admisibles, está la publicidad mendaz y deliberadamente engañosa.
A esa vamos: Esa publicidad, mendaz y goebelianista, es la preferida por el empresario inescrupuloso y temeroso de perder irreversibles cuotas de mercado ora por incapacidad competitiva, ora sencillamente por causa de la obsolescencia de sus productos, rezagados como suelen terminar casi todas las mercancías de muchos y grandes empresarios.
Hay una razón económica de peso que explicaría tan oprobiosa y repugnante conducta comercial, propia de las transnacionales y nacionales con alto giro productivo: Su gigantesco y frágil riqueza de capital empleado en capital constante, particularmente el de alta de larga durabilidad que les pesa como una tara de ineluctable y antieconómica inversión financiera, a pesar de que, como alternativa, se vean obligados a tomar para sí buen aparte de la plusvalía de las empresas de menor giro y con mayor empleo de mano de obra viva, vale decir, de aquellas empresas con una composición orgánica contraria a la de los grande industriales del mundo2.
También se trata de su pobreza relativa en capital variable o de mano de obra viva, una particularidad que resulta ínsita o insubjetiva a toda la industria que sólo progresa en términos del acumulamiento de sus maquinarias, equipos y costosos procedimientos automáticos de trabajo, independientemente de que no disponga de mercados cautivos a la vista, y todo con cargo al sacrificio de mano de obra, una manera-a juico de sus contables, ingenieros y economistas a su servicio-más contables y analistas de costes que Economistas en el verdadero sentido de esta voz.
Se trata de una contradicción que se finca en su obtusa, pero racional, negativa contable de reconocer que ese capital contante no crea riqueza, sino que sólo lo hace la mano de obra de sus asalariados, excluyendo, por supuesto, su “gente de confianza”, sus contratados como trabajadores no creativos3 y desparramados por el mercado del mundo transnacionalista, de este mismo mercado sin fronteras que fueron ensanchando, precisamente, a punta de esa mediática que ahora goebelianistamente usan para su supervivencia económica.
Este personal excluido del PTB por no ser creadores de riqueza, sino encarecedores de los costes medios, y sin que estos guarden relación con el verdadero coste de las empresas, es, además, una desviación contable, habida cuenta de que a él no sólo le atribuyen cualidades creativas, sino que en contradicción, no es así considerado cuando niegan sus complementariedad en el conjunto de los trabajadores con preparación técnica de inferior complejidad, y se les ha reservado la mayor parte del capital variable sin formar parte de este, y han contribuido de esa manera a mantener una abismo diferencial entre salarios del personal más simple y el complejo, gerencial, contable, jurídico y de asesorías varias, y, viene al caso, personal dedicado a labores que tampoco contribuye en la formación del PTB
Pero hay más más, es que se trata de una información usada para forzar el mercado que ya no daría más sin el auxilio de esas costosas campañas publicitarias. Para ello cuentan con empresas dedicadas a la explotación indirecta de esas debilidades psicológicas y sociológicas de un pueblo que desde que apareció el cine mudo, pasando el parlanchín latifundista y feudal, y ahora coloreados en la TV, sigue imaginando, sin poder explicárselo, que casi todo lo que se diga por esos medios de encantadora convicción prefabricada, subliminalmente lograda, es verdadera. No en balde la Iglesia de otrora, y los gobiernos ortodoxos han mantenido a raya todo material de interés público, porque no necesariamente al empresario privado lo mueve un interés por los demás, más allá de sus personalísimos intereses particulares.
04/04/2012 6:58:49
Las comisiones de costos y precios deben considerar y ponderar finamente cuál publicidad se justifica, y cuáles no.
1 http://www.sadelas-sadelas.blogspot.com
2 Véase : www.aporrea.org/actualidad/a122942.html