El trasnocho del 11 A no era suficiente para bajar la adrenalina de la gente. La suerte de nostalgia y tristeza que embargaba a los venezolanos como yo no era capaz de acallar los pensamientos ni las ganas de hacer algo. En los sectores del este, se oyeron las cacerolas de alegría, seguramente de los que habían marchado el día anterior y cual los generales, políticos y empresarios de medios celebraban el golpe que había costado la vida de decenas de compatriotas. A mí un oposicionista ubicado en el piso superior del apartamento donde me quede me tenía a punto de subir a calzarle la hoya en la cabeza. Pero el individuo apenas la tocó una media hora.
En mi viaje a Nueva York compré dos pares de los llamados wokitoki (radio comunicadores), muy de moda entonces por su alcance de 2 Km. Los usaban en los guardias de seguridad en espectáculos públicos. Yo por lo general los llevaba a las marchas, aunque era difícil oír con ellos. Y por las noches probaba las 4 ó 5 frecuencias y escuchaba una que otra comunicación sobre el tráfico y sucesos en alguna calle de Caracas. En la madrugada del 12 los aparatos no dieron señal alguna.
VTV definitivamente no apareció más. Los canales privados desde la noche no dejaban de dar la biografía del dictador Carmona y anunciaban la toma de posesión para las cuatro de la tarde.
Entre en contacto por mensaje de texto con mi grupo cercado de docentes de la UCV para vernos en casa de una profesora bien bolivariana y que ocupaba un cargo (no de ministra) en el gobierno y que desde siempre vivía en una zona del este.
Revise mi correo electrónico comprobando que este medio funcionaba. Claro en ese momento, apenas llega el país a 5 % de usuarios, no como hoy que la Revolución ha catapultado estas cifras por sobre el 30 %. En la bandeja de entrada conseguí un angustioso correo de un conocido periodista de VTV, que luego de solicitarme no revelar la fuente por motivos de seguridad, me preguntaba por mi estado y me informaba de algunos movimientos de “resistencia” en Maracay y Caracas. El periodista añadía que no se sabía nada del paradero del Presidente Chávez.
"Volante" para Fuerte Tiuna
En la tarde ya estábamos en la casa de la profesora. Las calles estaban tensamente vacías desde Plaza Venezuela a los Palos Grandes. Era de suponer que el escualidismo estaría haciendo caravanas para celebrar. Todo indicaba que ya se estaban cayendo las ilusiones de esa gente. El gobierno de facto se estaba conformado bajo el más estricto cogollo. Mientras veíamos el bajo espectáculo de la asunción del dictador y la de sus acólitos gritando “democracia” a cada artículo que disolvía uno a uno los poderes públicos, recibo un mensaje de un estudiante de la UCV. Me solicitaba ayudar a reproducir un llamado a la resistencia y a la concentración frente a Fuerte Tiuna para exigir la libertad del Presidente Chávez. Le pido me lo envíe a mi correo electrónico. Media hora después llega el documento. Muy breve, diseñado para que salieran tres en una hoja tamaño carta.
Una sucinta explicación condenaba el Golpe de Estado y llamaba al Pueblo Revolucionario de Venezuela a movilizarse para restituir al Presidente Constitucional Hugo Chávez. Al pie del mensaje dos consignas que resumían el sentimiento nacional.
“No ha renunciado, lo tienen secuestrado”
“Hugo Chávez, Presidente”
Los medios de comunicación trasmitían en una cadena nacional que había comenzado con una tapa que destacaba el nombre “República de Venezuela”, sin el Bolivariana y una coletilla que resaltaba que las televisoras y radios privadas estaban trasmitiendo el acto para la Nueva Venezuela. La profesora nos mostró las portadas de la prensa nacional, y todos, sin excepción, se anotaban a ganador. Nuestra conversa tenía altibajos de optimismo y pesimismo. Mas lo mejor era que nos fortalecía. Había que seguir conectándose con la gente.
No fue difícil conseguir la reproducción de una resma del mensaje y de cortarlo. Por mensaje solicite donde llevarlos. Era como las 9 de la noche de aquel sábado de conspiración contra la dictadura. “En el puente de la Alcabala 1, Profesor, abajo, en la autopista”. Para allá nos fuimos. Tomamos la Autopista por Altamira, pasábamos el segundo piso al lado de la UCV y ese momento una llamada, no un mensaje del joven
“Profesor están disparando. Profesor ya se inició la represión, la metro y la PTJ le están dando duro a los Círculos Bolivarianos. Déjeme el asunto debajo del puente póngalo en la cuneta”. “Así será. Mucho cuidado”. Le dije.
Mientras nos acercábamos el tráfico era mayor. En los alrededores del Puente todo era confusión, los carros no respetaban el sentido, varios se paraban y correteaban. Baje del auto y camine hasta el puente y como me lo indicaron coloque la resma en la cuneta. Arriba en el Puente se oían gritos de reclamo. La oscuridad no permitía ver mucho. Pero allí se sentía al “Pueblo Arrecho”.
Regrese al carro. “Listo”, le dije y seguimos avanzando poco a poco para dar la vuelta.
En casa me dedique a enviar a todos los contados y listas posibles el contenido del llamado. También intentaba servir de improvisado reportero e iba respondiendo preguntas de uno que otro que me constetaba los correos. En la televisión los locutores y locutoras anclas llamaban a la “sociedad civil” a denunciar a los chavistas y “círculos bolivarianos, a quienes acusaban de asesinos. Se regodeaban con entrevistas de cuarto republicanos que validaban el golpe y aplaudían la violación de derechos humanos.
Wokitokis en acción el 13 de abril
En la madrugada encendí uno de los wakitokis. La ansiedad de comunicaciones lo devora a uno. Los mensajes del estudiante no llegaron más. Ignoraba si el encargo había llegado a sus manos y que pasaba exactamente en las afueras de Fuerte Tiuna. Me acorde de una de la hermana del ministro. La llame y me dijo “todo es confuso, dicen que se fue para Cuba, otros que para un cuartel en el interior del país y la mayoría en que está en Fuerte Tiuna”.
En una de las frecuencias del wokitokis una voz “Hay movimiento en El Valle, mucha gente camina hacia Fuerte Tiuna”.
Para incitar a más información yo dije: “Por Bello Monte todo tranquilo. De donde reportas, cambio”. “De Los Símbolos, estos aparatos tienen alcance de noche”.
No me despegue el aparatito. A cada hora un reporte. Se hizo una cadena. Caramba, eso wokitokis si que eran populares, lo malo que las baterías se agotaban con rapidez, deje sin pilas a todos los controles remoto de la casa. Los que los usaban entraron rápido en el tema y percibimos el poder de aquello: “Reportan movimiento en La Vega”, decía una voz; “Motorizados van desde Catia a Miraflores”, otra; “Coño, la PM esta reprimiendo feo en el 23”; “Fuerte Tiuna es un hervidero”. Y así otras voces.
En la mañana me llama Edgardo. “Reinaldo que sabe”. “Vámonos pa Fuerte Tiuna” Le respondo “Franklin lleva carro y nos pasa buscando”.
Edgardo se apareció con una bolsa de pintura spray rojas y negras. Le di uno de mis dos wokitokis para mantenernos en contacto. Nos bajamos en la estación del metro de Longaray. Allí se oían a la gente perifoneando con megáfonos llamando a “Fuerte Tiuna”.
Como en los buenos tiempos estudiantiles comenzando a rayar las paredes con las consignas del mensaje. Esas pintas las hicimos desde allí hasta la bomba del kilómetro cero de la Panamericana. La última en una valla, con la ayuda de unos compatriotas que nos alzaron en hombro para pintar el “Hugo Chávez, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela”.
En las manos de varia personas el Mensaje reproducido el día anterior, que evidentemente fue fotocopiado en otros sitios pues estaba por todas partes. Abajo la autopista llena de carros corneteando.
Vimos la llegada de diputados, diputadas y gente conocida del MVR que se habían enterado del movimiento espontáneo en aquel sitio.
Allí, mientras gritábamos, especulábamos y no reconocíamos, alegres en la angustia, nos informaron de la toma de la Brigada de Paracaidista en Maracay. Y de otras informaciones, hasta que se corrió la voz que el Presidente había sido liberado de su cautiverio en La Orchila. Luego el “Renunció Carmona” en horas de la tarde. Y de allí nos fuimos en con Franklin a Miraflores donde ya habían llegado miles de Venezolanos en cualquier medio de transporte popular o caminando.
Nos dio la noche allí esperando. Cuando pasamos frente al edificio del CICPC, estaba cerrada, en evidente actitud de miedo al pueblo que hasta hace nada estaban procediendo a aniquilar.
Que diferente la Avenida Urdaneta esa noche del 13, aún sin luz, se antojaba radiante. La luz de Revolución Popular que hizo traer de vuelta a Hugo Chávez Frías para continuar al frente del maravilloso proceso Bolivariano
@bolivarreinaldo