Rafael Cabrices (QEPD, Nicolás Rivera, Richard Peñalver y Henry Atencio

Defensores del Puente Llaguno: la historia los reivindicará

 

El 11 de abril de 2002 hubo héroes públicos, semianónimos y anónimos. El devenir de la historia y sus historiadores pondrán de manifiesto quienes serán unos y otros.

Esos nefastos días fue el pueblo venezolano bajando de los cerros junto al pueblo armado y uniformado los principales héroes de la gesta, y de entre ese pueblo héroe hay cuatro de sus mejores elementos que están parcialmente olvidados, o por decir lo menos, no tan homenajeados como se debiera, una autocrítica válida en estas fechas: Rafael Cabrices (QEPD), Nicolás Rivera, Richard Peñalver y Henry Atencio, los Defensores de Llaguno

Corrían las horas de ese día 11 de abril y los dirigentes de oposición pusieron a andar el plan, las cámaras de televisión y sus anclas estaban con los guiones escritos; la policía metropolitana, dirigida por el exalcalde mayor, Alfredo Peña, ya había recibido las órdenes; todo el circo estaba listo para la función y los payasos mayores (Guaicaipuro Lameda, Molina Tamayo, Carlos Ortega, Carmona Estanga y otros,) abrieron el show.

La marcha que habían convocado los golpistas y que había tenido un masivo apoyo de los sectores del este y de la clase media, fue desviada hacia Miraflores. No toda la masa siguió esa fratricida orden, por eso no fue mucha la gente de oposición que llegó al centro de Caracas ese día. La gran mayoría intuyó que estaban siendo usados como carne de cañón, y abandonó la marcha, pero los más obcecados y disociados sí hicieron caso al llamado.

Comenzaron a caer los primeros marchistas, la mayoría con disparos en la cabeza, las víctimas: de ambos bandos; el caos estaba en su apogeo y ahora venía el montaje.

Como los periodistas ya estaban con el libreto establecido y el guion escrito, uno de esos elementos, el periodista Luis Alfonso Fernández se encontraba grabando desde la azotea de un edificio a la altura del Puente Llaguno, y grabó el momento en que Richard Peñalver, Nicolas Rivera, Henry Atencio y Rafael Cabrices (QEPD) disparaban “a la marcha de oposición que venía subiendo por la avenida Baralt”, según la versión periodística, por lo que fueron satanizados, vilipendiados y calumniados, utilizando el remoquete de “pistoleros”. El video, prueba irrefutable, fue el elemento que permitió después, montar la cacería contra ellos, los golpearon, los vejaron, violaron su integridad física, los expusieron al escarnio público, los torturaron.

Pero como dice el dicho “la verdad son los hechos y no su explicación”, al tiempo quedó demostrado que fueron víctimas del más horrendo de los montajes de los que se tenga memoria en Venezuela.

Ellos nunca dispararon a ninguna marcha, como se demostró con la aparición del documental Puente Llaguno: claves de una masacre, del realizador Ángel Palacios, sino que lo hacían en defensa de esa gente que estaba en el puente siendo masacrada por la Policía Metropolitana, principal grupo de choque de la jauría fascista que disparaba a mansalva contra quienes se encontraban en el puente defendiendo el Gobierno.

Los camaradas estuvieron injustamente presos por un año, acusados de crímenes que no cometieron, algo inexplicable que sucedió a pesar de que el pueblo recuperó el poder sólo dos días después.

Pero ni eso los quebró, porque siendo dirigentes sociales, sabiendo cómo sufre el pueblo y también teniendo el guáramo y la fuerza que tiene ese pueblo, ellos se mantuvieron firmes.

Esos cuatro camaradas se convierten así en héroes, no sólo por obra y gracia de escribidores de la historia reciente, sino porque el pueblo, que se vio defendido por ellos ese día en Llaguno y el mismo pueblo que con el devenir de los acontecimientos vio cómo fueron víctimas del más mísero de los parapetos, los enalteció como a sus mejores hijos.

Es extraño cómo cada 11 de abril, son muy pocos los medios y dirigentes de nuestra revolución, que le da su justa dimensión a la acción valerosa de los “defensores de Llaguno”; es un error no resaltar a los héroes, porque “un pueblo sin memoria es un pueblo sin historia”, lo cierto es que aquellos camaradas que desenfundaron sus armas contra quienes pretendían asesinar al pueblo en ese puente, se ganaron con consecuencia su sitial en la historia, como lo que fueron, defensores de su patria, defensores de su pueblo, Defensores de Puente Llaguno.

veadeportes@gmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 7291 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter