Fue hace 10 años. Se ha escrito mucho sobre el tema. ¿Cómo escribir algo sobre esos días y no caer en repeticiones? ¿O quedarnos sólo en la celebración de un nuevo aniversario? ¿O en la exaltación de una persona? Quizás haya que recordar, una vez más, la salida espontánea del pueblo a la calle, del hombre sencillo y de la mujer trabajadora, de seres humanos anónimos, sin mayores vínculos con la política, a defender algo que ellos sintieron, se lo estaban arrebatando de las manos.
Ese “algo” no estaba totalmente definido, porque en ese entonces, en el 2002, mucha gente aún no conocía suficientemente ese hombre que parecía distinto a otros que también habían pasado por ese mismo cargo. Eran, sin duda alguna, razones distintas y variadas las que movilizaban a la gente. Muchos llamaban esa razón por su nombre, clamaban su regreso, pero no todos hacían referencia a la persona. Incluso los que lo nombraban, más que reclamar por un nombre, expresaban una idea de lo que ese nombre, y la persona que estaba detrás de ese nombre, representaban.
Pensar que se pedía solamente por alguien sería disminuir la trascendencia de ese momento, reducir los hechos, quitarle todo su brillo, banalizarlo, y sin lugar a dudas había más que eso. Más allá del nombre, otros sintieron ese día que había algo que, por fin, les pertenecía, en un país que antes les era ajeno, y que algunos otros, sin tomarlos en cuenta, como antes siempre había sucedido, ahora a empellones querían volver a quitarle, actuando como aquel que empuja a alguien en la calle y no se detiene ni a pedir perdón, ni a mirar para atrás. Fue creciendo una indignación.
La del olvidado, la del que siempre había sido segregado. Se fueron colmando las calles. Era una bofetada, una afrenta y un desprecio que no se podían aceptar…
Fue hace 10 años. Se ha escrito mucho sobre el tema. ¿Cómo no vincular aquella emboscada de la vida, con esta nueva que ese nombre, y la persona que está detrás de ese nombre, viven hoy, y que nos preocupa a muchos? ¿Cómo salir de nuevo a la calle y acompañarlo, y defender esa idea que ese nombre representa, más allá incluso de nuestras fronteras? Por encima de las declaraciones y los pronunciamientos, los mensajes y los buenos deseos, y las mismas oraciones, es necesario actuar como él.
Seguir todo lo que ha dicho y repetido, incansablemente, durante horas y horas, en miles de alocuciones diversas. Seguir todo lo que ha escrito, desde textos como las “Líneas Estratégicas de Acción Política” hasta discursos memorables donde ha hablado del “sentido de la política” o del “poder obedencial”. Seguir todo lo que ha hecho y construido laboriosamente. Es decir, se requiere estudiar minuciosamente sus orientaciones, analizar e ir a las raíces de todo lo dicho, seguir su ejemplo y ser consecuentes con sus ideas. Allí radica el verdadero compromiso.
Prefiero no nombrarlo, en estos días de abril, prefiero hacer referencia a sus ideas, las de ese nombre, y la persona que está detrás de ese nombre, que tanta admiración y respeto despierta hoy en América Latina y el mundo. Las palabras de Fidel vienen al caso: “Revolución es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y LAS IDEAS”.
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